Capítulo 4

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Capítulo 4

—Me quería disculpar contigo, Cristopher. Actúe mal —me dice—. ¿Quieres almorzar con nosotros?

Tocan la puerta de nuevo, y me da fastidio abrir, así que Phill es quien se encarga. Se empieza a reír y al ver a la persona, me causa demasiada molestia. William Patrick entra a mi casa con aires de felicidad y posee dos bolsas con algo adentro.

―Traje almuerzo exclusivamente para ti, Cris. ―William es un maldito bastardo, sabe que me gusta la comida y no importa si estoy lleno, como todo lo que venga, pero no puedo tomarlo así porque sí.

―Quiero vomitar, no deseo comer de tu asquerosa comida. Puedes agarrar y botarla, no me interesa ―sí, lo sé hermosa comida divina te desplazo un momentito.

―Es lo que te gusta, Cristopher. No la preparé yo, la compré, lo juro ― ¡Qué más da! Tomo la bolsa y voy a la cocina a comérmela sin contemplación―. Ya pueden irse los dos.

—Solo será media hora, no es tan difícil, Cris. Lo prometo —interviene Britt calmando la situación―. Necesito a William y mi hermano siempre me acompaña a todas partes.

Respiro hondo y profundo, asiento con la cabeza mirando a los idiotas con odio y desprecio. Esto cada vez es más fastidioso. Voy a tener que hacer algo para que vean que no soy homosexual y que amo a las mujeres.

El trabajo queda estupendo y damos un último vistazo a los detalles. La idea es presentar lo que queremos en la vida y cuáles son nuestros planes a futuro. Al menos es lo único que me motiva a seguir mi sueño de ser detective de homicidios y a su vez el mejor jugador de fútbol de toda la historia.

Al menos la pasamos bien a pesar de que dos idiotas buscan llamar mi atención como les sea posible. Lo bueno es que William se retira ya que debe buscar a su hermanita menor, es un alivio y me emociona no tener que soportarlo. Solamente queda Scott que no para de observarme para pedirme perdón. Este tipo lo admiro, pero ya me empieza a caer mal ya que su forma de expresarse no me gusta.

Phill y Britt están hablando animadamente mientras toman chocolate caliente. Por mi parte estoy demasiado molesto con la presencia de Scott, me causa demasiado estrés y quisiera que se fuera.

Empiezo a llenar las planillas aprovechando que aún tengo chance y ya tener los papeles listos para cuando empiece las clases en la universidad. Lo cierto es que viviré con otras personas y será una experiencia diferente. Al terminar lo coloco en una carpeta y lo llevó hacia mi habitación. Lo dejo en la mesa de noche y vuelvo hacia la sala con los demás.

Scott está en la puerta inmóvil como una piedra y viendo a su hermana con mi mejor amigo. No le hago caso y me sirvo una taza llena de chocolate.

—¿Puedo hacerte una pregunta, Cristopher? —me pregunta serio y asiento con la cabeza. No sé qué me va a decir, pero ya no me importa. No lo volveré a ver más nunca y eso me reconforta—. ¿Qué vas a estudiar en la universidad?

—¿Para qué quieres saberlo?

—Simple curiosidad.

—No es tu problema.

—Sí lo es.

—No es tu problema, Scott.

Durante el resto del día no para de fijarse en mí y trata de establecer una conversación conmigo.

—Ya veo porque ese chico está loco por besarte —comenta y me quedo congelado. ¿Scott está diciéndome eso?

Ignoro lo que dice y sigo en lo mío tratando de concentrarme en mis tareas. Coloco música para distraerme y no pensar en nada. Scott es intimidante, no deja de observarme y sonreír. Eso me genera angustia. No sé porque lo hace.

Su celular suena con una canción que me gusta y contesta antes de que empiece el coro. Se aleja unos centímetros de mí.

—Te dije que lo limpiarás y dejarás todo listo. ¿Eres idiota o qué? —grita a quién sabe qué persona. La verdad es que con esos brazos hasta yo tuviera miedo de estar cerca. Me pone los pelos de punta de solo verlo. Este tipo es demasiado alto y supongo que golpea como un macho—. ¡No me interesa, Marco! Haz lo que te ordene o estás despedido.

Tranca el teléfono y siento que ya está partido por la mitad de la fuerza con que lo aprieta en sus manos.

—Lo siento. Tengo empleados tarados —se disculpa y no le digo nada.

—Nos vemos mañana, Cris. Descansa y cuídate la nariz —me dice Britt despidiéndose.

—Eso lo dudo. Debo hacerme una cirugía plástica para que vuelva a su normalidad.

—Eres gracioso. Y si te pareces a James Bond.

—Adiós, Cris. Concuerdo con mi hermana.

Demonios. Me gusta la película y el personaje es genial, pero hasta ahí. Ya me cansa que me comparen con él.

Macho pecho peluo © (BORRADOR)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora