Capitulo 4

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Eiden

~ - Acuéstate aquí - Me dijo Audrey mientras se dejaba caer en el pasto del parque cerca de su casa.

Era de noche y nos habíamos escapado para caminar juntos por la vecindad de ella.

- Imposible, me ensuciaré - Dije negando la cabeza.

- Solo hazlo, te gustará lo que verás.

Le pensé, pero sé que si ella me lo pide no podría haber razón para negarme. Estaba a pocos días de irme a la universidad a Washington, ella tiene 16 años, aún sigue en la preparatoria. Me acosté a su lado, ambos veiamos el cielo de la noche.

- ¿Ves esas estrellas? - Preguntó mientras apuntaba al cielo - Una vieja historia que leí dice que cada una es el resultado de una conexión fuerte e inigualable entre dos personas. Cuando sientes un cosquilleo y tu atención se ve pérdida en aquella persona, una nueva estrella es formada. Unos lo relacionan con el amor, otras con las amistades y así, pero significa que su unión es más fuerte que la voluntad del destino. Y cuando esas personas han sobre pasado las dificultades de la vida juntas, se forman las auroras boreales, que se mueven como si estuvieran bailando de alegría. Espero contemplarlas algún día.

Volteé a verla, sus ojos veían las estrellas con tanta fascinación.

Ella vive enamorada de ellas.

Yo la miro de la misma manera a ella. ~

****

Sonó la alarma.

Otra vez ese estúpido sueño, ya tenía tiempo desde que no lo soñaba...detesto esos recuerdos.

Me giré a ver el otro lado de la cama y vi a Elena dormida ahí, como era de esperarse mi ex volvería a buscarme para pasar la noche juntos. ¿Y cómo podría negarme a dicha oferta?

Me vestí y salí del cuarto dejando una nota:

< Tienes 10 min para salirte de mi mansión, las empleadas domésticas te indicaran por donde salir para que no te vea nadie >

John ya me estaba esperando afuera con un café para el camino, quizás fue buena idea darle una oportunidad más.

Llegamos a Índigo, cada empleado se detenía a saludarme agachando la cabeza mientras iba pasando, así como los modales asiáticos.

Mi secretaria ya estaba en su escritorio y me advirtió de la persona que estaba adentro de mi despacho.

¿Ahora qué querrá?

- Buenos días madre - dije mientras iba entrando y me senté en el sofá.

Ella estaba dándome la espalda viendo los demás edificios por las grandes ventanas de mi oficina.

- ¿Crees que no me doy cuenta de cada chica que entra y sale de nuestro hogar como si fuera un motel? - Se notaba su gran molestia - Te lo diré por última vez Eiden, mete ese miembro tuyo hasta el fondo del pantalón si no quieres que yo misma te castre. Podrías contagiarte de alguna mugrosa enfermedad o embarazar a una cualquiera que quiera aprovecharse de nuestro apellido y dinero.

Puse los ojos en blanco, como me desespera esta señora.

- Descuida, sé usar un condón. - Le guiñé el ojo.

No tardó ni un segundo y ya me había aventado una maceta con flores que estaba en el centro de mesa. Por suerte logré esquivarla.

- ¡No me salgas con juegos Eiden! ¡Te lo advierto! - Gritó - Si sigues así tendré que tomar cartas en el asunto. Es hora de que te dejes de juegos y pongas la cabeza en alto por la empresa y por tu familia. Es lo que tu padre hubiera querido para ti, Eiden, no me falles.

Alba: Una Luz de Amor (Libro #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora