Capítulo 30

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Dylan

Los rayos del sol que entran por las grandes ventanas de la habitación a través de las cortinas blancas hacen despertarme de un profundo sueño. Estaba casi completamente desnudo si no fuera por el bóxer que aún traía puesto, cabello despeinado y con un brazo afuera de la cama casi tocando el suelo con mi mano.

Mi cabeza estaba dirigida hacia las ventanas, pero esa no era la vista que deseaba ver por lo que me giré hacia la bella mujer quien seguía dormida a mi lado.

Me estaba dando la espalda, pero aunque no podía ver su rostro contemplé su hermosa espalda desnuda y el cabello oscuro que cubría parte de ella. Con un brazo la rodee para acercarme más a ella pero escuché que murmuró debido a que también estaba despertando.

Se volteó para verme la cara, sus mejillas se alzaron y sus carnosos labios rosas se transformaron en una preciosa sonrisa que desearía ver cada mañana pero que parecía imposible por el hecho de que era mi hermanastra.

—Buenos días —me dijo.

—Buenos días princesa.

Lia propuso aprovechar el viaje de Eiden para pasar los días en su penthouse ya que ella tenia las llaves. Arriesgarnos a estar juntos en la mansión Windsor no era una opción, siempre nos vemos a escondidas desde que llegué a Nueva York despues de renunciar a mi antiguo empleo. Restaurantes, suburbios, hoteles y demás; pero jamás en lugares tan públicos, y si era necesario, yo pagaba por el silencio.

¿Cuándo empezó todo este amorío?

Podría haber comenzado desde la primera vez que la vi.

Cuando mi padre me presentó a Teresa Windsor y a sus hijos, fue en en la mansión Windsor. Los cuatro niños estaban alineados en fila, la mayor era bastante reservada y educada, el menor de todos era bastante pequeño como para decir "Hola", el segundo mayor me saludó con una sonrisa traviesa de lado y la mirada de "Me agradas". Por último, Lia, la tercera y la hija menor del grupo. A pesar de mi fría actitud y resentimiento a aceptar a otros como parte de mi familia, ella deslumbró una sonrisa de oreja a oreja mientras exasperaba un animo mucho más alegre que el de los demás.

Durante los años me apegué más a Eiden y a Lia, nos convertimos en un trio inseparable lo cual me ayudó a acostumbrarme más a los Windsor. Al principio me negaba a convivir con ellos pero Lia siempre iba detrás de mí para involucrarme a sus actividades. Pasaron los años hasta que me fui a la academia militar, durante todo ese tiempo ella y yo nos escribíamos cartas. Cartas que aún conservo en un lugar secreto en mi habitación.

En mis vacaciones o visitas a la mansión Windsor, aprovechábamos los días para poder estar juntos, parecíamos inseparables junto con Eiden. Habían ocasiones incluso en las que Lia y yo nos escapábamos a andar por todo Nueva York, y llegó una noche en la que teniendo la vista de los edificios de Manhattan enfrente de nosotros ella se inclinó hacia mí y me dio un dulce y suave beso.

Desde entonces estoy perdido en ella.

A su vez, empezó una constante lucha de mantener nuestro amorío en secreto. Nadie debía saber ni sospechar nada por varias razones:

1. Hemos vivido en el mismo hogar por años, por lo cual todos pensarían que en algún momento le habríamos faltado al respeto.

2. La prensa, imaginarnos todo el escándalo y la opinión pública ya era un dolor de cabeza, debido a la razón número 3.

3. Teresa Windsor. Enloqueceria y quizas ahora sí me odiaria, tambien por el hecho de que "afectaría la imagen de la empresa".

4. Eiden. Enserio que a veces uní fuerzas para decirle pero la incertidumbre de cómo será su reacción me detenía.

Alba: Una Luz de Amor (Libro #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora