Capítulo 40

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Audrey

Los copos de nieve iban danzando mientras caían sobre las calles blancas en la ciudad. Los diversos colores de las series de luces deslumbraban en cada rincón, haciendo combinación con la blancura de los pisos. Nueva York cantaba villancicos y los Santa Clauses en Times Square sonaban sus campanas anunciando la Nochebuena.

Por primera vez en un largo tiempo disfrutaría de una hermosa velada en familia, no solo con mi familia si no también con los Windsor. Es extraño pero a la vez reconfortante. Cenaríamos juntos e intercambiaríamos obsequios, a excepción de Teresa Windsor.

La cena de aniversario de William y Teresa acabó en un caos total. Los empleados se la llevaron a su habitación después de que cayera desmayada. William y Dylan tranquilizaron a Lia, quien sufría un ataque de furia mientras Stela nos repetía sus disculpas a Ian y a mí. En cambio, Nathan no paraba de reír por la forma en cómo Eiden le anunció mi embarazo a su madre.

No estaba del todo feliz por lo ocurrido en la cena, más por el hecho de que de nuevo habían más disputas, sobre todo entre Teresa y Eiden por mi culpa. Al ver que Nathan le ofreció la mano para chocar las cinco, creí que Eiden lo rechazaría por el enojo pero se lo pensó unos segundos y lo aceptó. No pudo contenerse y empezó a reírse junto con Nathan, lo cual también contagiaron no solo a mí, si no a los demás. De forma lenta todos iban empezando a reírse de la reacción de Teresa, quizás un respiro de todo el estrés y negatividad que había ocurrido segundos antes.

Por ahora, estoy al tanto de que William dejó la mansión Windsor por unos días, fácilmente compró una casa de gran tamaño pero un poco más pequeña que la mansión Windsor. Esta igual se encontraba en una zona residencial no muy afuera de la ciudad, zona donde habitaban varios empresarios o celebridades, juraría que vi a Keanu Reeves el otro día por aquí.

Aquí era donde nos reuniríamos todos, y digo aquí porque me adelanté a ayudar a envolver algunos regalos. Esta Navidad me hacía sentir que había esperanza en lo que creía perdido, que había fe.

—¿Alguien que me pueda ayudar? —Gritó Dylan desde la entrada.

Yo me encontraba en la enorme sala de estar con decoraciones simplistas en el interior acorde al estilo clásico de la casa. El color beige estaba por todas partes, lo que hacía deslumbrar el árbol de Navidad con escarcha blanca y arreglos dorados. Me levanté del piso y fui a alcanzarlo. A diferencia de la mansión Windsor, donde todo se veía como parte de una colección moderna, esta casa era muy acogedora y hogareña.

—¡Por todos los dioses Dylan! ¿Cuántos regalos son? —Tomé los que estaban a punto de caerse de la torre alta de obsequios que cargaba.

—20

—¿Por qué tantos?

—Es que estos son de Lia y míos.

—Cierto —reí—. Fueron juntos de compras.

Ayudé a acomodarlos debajo del árbol, donde ya se encontraban los que había traído para cada miembro.

—Debí seguir tu consejo de comprarlos con anticipación. Tardamos horas en salir de las tiendas, muchas personas, poca seguridad y muchos riesgos.

—¿Riesgos a qué?

—Un intento de homicidio.

—A veces se me olvida que serviste en la Inteligencia de Seguridad Nacional —puse los ojos en blanco—. El único intento de homicidio es el tuyo hacia la moda, ponte algo de color. Es Nochebuena —lo alenté.

Me miró como si hubiera dicho la barbaridad más grande del mundo, lo cuál me hizo reír. Últimamente tenía la costumbre de abrazarme a mí misma cada vez que reía, me gustaba la confianza que había adoptado con el paso de las semanas. Me agaché y tomé una caja de regalo para extendérsela.

Alba: Una Luz de Amor (Libro #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora