Alba: Una Luz de Amor (Libro #1)

Capítulo 32

Advertencia: Este capítulo tiene escenas +18. Si no te sientes cómodo/a puedes saltarte el capítulo, está aparte por lo mismo.

Mamá, Papá. Si algún día leen esto, sáltenselo porfavor.😘 

Audrey

Mientras me perdía completamente en los besos de Eiden que me quitaban el aliento, sentía la fuerza de su agarre en mi cintura y no fue para nada desagradable si no todo lo contrario, lo quería.

Nos detuvimos al escuchar pasos acercándose al pasillo donde estábamos. Él tomó mi mano y nos sacó de allí corriendo. Parecíamos dos niños corriendo de lugar a lugar a las risas, con la falda de mi vestido rojo volando debido al viento que causaba nuestra velocidad.

Llegamos al lobby donde no había nadie salvo la recepcionista, aprovechamos un momento en el que se agachó a recoger un bolígrafo que se le había caído para meternos al ascensor. Todos debían estar en el baile pero eso ya no era importante para ninguno de los dos.

En lo que se cerraban las puertas escuchamos a dos empleados pasar por lo cual nos recargamos a los costados para que no nos vieran.

—¡Es increíble lo irónicos que pueden ser los de clase alta!

—¿Por qué lo dices?

—Mira —alzó una botella de whisky—. Encontramos esta botella exclusiva a las afueras de las instalaciones. Al parecer alguien la tiró desde su balcón.

—¿Desde el balcón? ¿Y qué harás ahora con la botella?

—Esperare ordenes. Al parecer al caer le pegó en la espalda al que saca a los perros a pasear. ¡Hubieras estado ahí! Quedó tirado en la nieve y soltó a los perros quienes salieron corriendo. Nos costó todo el día encontrarlos de nuevo.

Mi boca quedó abierta por lo sorprendida que estaba, Eiden se aguantaba la risa al otro lado del ascensor pero logré hacerle "Shh" con el dedo. Debo recordar siempre tener en plan en donde arrojar las cosas a partir de ahora. Las puertas se cerraron y llegamos hasta el piso donde estaba nuestra habitación.

Me había quitado los tacones en el camino y estaba ahora caminando descalza por la alfombra suave. Al caminar hacia nuestra habitación no parábamos de reír, tararear e incluso él me daba vueltas sobre mi eje. Nunca soltando nuestras manos.

Entramos a la habitación, la luz de la luna lograba entrar por las ventanas y el silencio que había fue interrumpida por nuestras risas. Era la mejor noche de mi vida.

Entré al dormitorio, la cama estaba bien tendida, ningún rastro de que anteriormente había cierto caos hecho por el equipo de maquillaje. No sabía si era por el momento o simplemente por descuidada, pero las sabanas se veían tan suaves. Sentí la presencia de Eiden acercándose al dormitorio, había dejado su saco en el sofá, se recargó a un costado de la entrada del dormitorio con los brazos cruzados y me giré para verlo. Las risas ya no estaban, había un silencio que acompañaba las miradas y mi corazón no dejaba de latir tan fuerte. Sabía que el suyo también lo hacía.

—¿M-me puedes ayudar? —Pregunté mientras le daba la espalda y hacía mi cabello a un lado.

—Sí —pude notar ciertos nervios en su respuesta, se acercó a mi y el suave tacto de sus dedos desataron un explosión de sensaciones por todo mi cuerpo.

<< Recomendación para los lectores: Escuchen "Hold me while you wait" de Lewis Capaldi >>

Lentamente fue bajando el cierre de mi vestido, tan delicado como siempre fue al tener que tocarme. La tensión que se comenzaba a sentir en el dormitorio amenazaba con quitarme el aliento, y eso que solo era un cierre. Al llegar hasta abajo, la parte superior de mi vestido se abrió dejando al descubierto mi espalda. Una espalda sin rastro de ninguna marca, una espalda completamente sana y curada.