Capítulo 45 (Final)

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Eiden

Entré por las puertas del hospital apresuradamente. No había tiempo para preguntarle a la recepcionista, corrí adentro buscando el área de maternidad. Conozco este hospital lo suficientemente bien. Me asomaba por cada pequeña ventana en las puertas buscando a Audrey en alguna habitación.

Pero qué idiota había sido. Jamás pasó por mi mente que mis acciones y palabras causarían esto. Stela iba corriendo detrás de mí, insistiendo en preguntarle a la recepcionista sobre Audrey.

Agradezco al cielo que mi hermana estaba con Ian cuando él recibió la llamada de Dylan avisándole que la fuente de Audrey se había roto. Ella sin dudar se dirigió al lugar en donde se estaba llevando a cabo la cena de mi boda. Entró y a pesar de que Teresa la amenazó en no interrumpir el momento, ella llegó a mí y me dio la noticia.

Ignoré las órdenes de mi madre y vine al hospital Harrison con Stela. Mi madre no permitió que Lia ni Nathan vinieran pero no pude quedarme a abogar por ellos. Debía llegar con Audrey y nuestro hijo.

Pasé habitación por habitación sin éxito alguno. Fue cuando se me vino la idea de buscar el área donde tienen a los recién nacidos para visualizarlos al otro lado de una ventana grande. Apresuré el paso por los pasillos buscando en el techo algún letrero hasta hallar el correcto y giré a la izquierda.

Mientras más me acercaba al área, más visibles eran las figuras de William, Ian y Dylan afuera del lugar. Antes de siquiera entrar por la puerta Dylan se postró frente a ella con los brazos cruzados.

—Hazte a un lado —ordené.

—No lo haré —respondió enojado—. Hiciste tu elección.

—Es mi hijo.

Pase lo que pase, lo sigue siendo y no pensaba en irme hasta verlo. Estaba dispuesto a hacerlo a un lado yo mismo pero William intervino tomando del hombro a Dylan.

—Déjalo —le pidió—. Es su derecho.

—Pero tendrá un hijo con otra mujer —añadió Ian.

Me sentía tan apenado con ellos, entendía su enojo hacia mí y menos podía darle la cara a William. Sé que está decepcionado de mí, pero a pesar de ello está apoyando a que me permitan ver a mi hijo. Tampoco lo merezco ni su amor.

—Dylan —volvió a pedir.

No le quedó de otra que acceder y hacerse a un lado. Me apresuré y abrí la puerta. Había una enfermera, quien cuidaba de cada recién nacido en el lugar, habían alrededor de 15 bebés en sus respectivas cunas hospitalarias.

—¿Viene a ver a su hijo? —Preguntó la enfermera. Asentí—. ¿Nombre?

Quedé en blanco, habíamos acordado que el nombre se elegiría una vez descubierto el género del bebé.

—Aún no tiene —intervino Dylan detrás mío—. La madre es Audrey Harper.

La enfermera buscó en su lista y halló el número de cuna correspondiente.

—Por aquí —me indicó.

La seguí mientras el corazón me latía con alta velocidad. Los nervios invadían mi piel que amenazaba en sudar por el momento. Abría y cerraba los puños pareciendo un niño pequeño.

Llegamos a la cuna y no pude ver a mi hijo ya que la enfermera me dio la espalda para agacharse a cargarlo. Escuché una queja proveniente del bebé y mi vida estalló por completo.

Mi respiración se cortó al instante en el que la enfermera fue girando para presentarme a mi bebé. Envuelta en una sabana rosa, me entregaron a mi hija para sostenerla entre mis brazos. Me enamoré a primera vista de ella y me maldije a mi mismo por no haber estado en el momento de su nacimiento.

Alba: Una Luz de Amor (Libro #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora