Después de pasar toda la tarde jugando, decidimos pedir una pizza para cenar. Tuvimos que llamar tres veces a lugares diferentes porque siempre me trababa al pedir. Gabriel se quedó a dormir en mi casa después de eso.
—Ya te dije que no me gusta dormir así...
—¿Cómo que así? —pregunté— Súbete de una vez y duérmete.
Él apagó la luz y se acostó a regañadientes junto a mí, podía sentir su respiración mover mi flequillo una y otra vez. Traté de mantenerme tranquilo a pesar de sentir su mirada sobre mí, no podía verlo, pero sabía perfectamente que me estaba observando. Abrí los ojos para comprobarlo y, en efecto, él seguía despierto.
—¿Qué pasa, por qué no te duermes?
—Nada... es sólo que me gusta mirarte —dijo, acomodando mi flequillo.
El calor no tardó en subir hasta mis mejillas. Me di la vuelta sin decir nada más y cerré los ojos hasta que pude quedarme dormido.
A la mañana siguiente desperté con la mitad de mi cuerpo destapada, todo porque Gabriel estaba enrollado en las cobijas. Parecía un taquito. Me levanté y me lavé la cara antes de bajar a desayunar, me sorprendió que Celia no estaba en la cocina a pesar de que ya no era tan temprano.
No tenía ganas de hacer algo mejor para desayunar así que sólo me serví cereal, me senté en la barra y encendí la televisión para tener algo de ruido de fondo. No me gustaba comer en silencio.
Antes de que siquiera probara mi cereal sentí una punzada en las costillas, poco me faltó para tirar el plato y hacer un desastre por todos lados. La risa de Gabriel no se hizo esperar y se escuchó por toda la cocina.
—¿Estás loco? —pregunté, aún con el corazón en la boca— Son las nueve de la mañana, no he desayunado siquiera.
—Fue sólo un pequeño susto, para que termines de despertar —excusó.
Sirvió un poco de cereal en otro plato, se sentó junto a mí y cambió el canal en la televisión hasta que encontró algo que le pareció interesante, aunque realmente no presté atención a lo que estaba viendo.
No pasó mucho hasta que me di cuenta de que él había terminado antes que yo, además, ya no llevaba puesta su pijama. Sólo estaba ahí, existiendo y viendo tv.
—¿No piensas terminarte eso? —preguntó al atraparme mirándolo— Quería que saliéramos temprano hoy.
—¿Y por qué no me dijiste en lugar de picarme las costillas como un acosador?
Él solo encogió los hombros y miró fijo hacia donde estaba yo, como si estuviera esperando alguna reacción de mi parte. Hubo un silencio corto que desapareció cuando bebí lo que quedaba de la leche en el plato.
—Ya no es tan temprano, ¿no vamos a ir?
—Claro que sí, ¿pero quieres irte en pijama?
No me parecía que mi pijama de dinos tuviera algo malo, pero ciertamente no saldría de casa así. Él me miró expectante y yo subí las escaleras para ir a cambiarme, no era mi plan tardarme tanto, pero sentía unos nervios inexplicables por verme bien.
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Siempre fuiste tú
RomanceDos enamorados, una búsqueda y un destino que ninguno de los dos supo evitar. "De todas las canciones que podrías tocar, mi melodía favorita siempre fuiste tú" ~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~ Alan es un chico que desde pequeño adoraba la m...