Capítulo 3: Una película

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El sol se había metido por completo y yo caminaba a casa con paso lento bajo la poca luz de las estrellas

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El sol se había metido por completo y yo caminaba a casa con paso lento bajo la poca luz de las estrellas. El aire estaba fresco y me ayudaba a aclarar mi mente.

—¿Qué fue lo que pasó allá?

No podía dejar de recordar aquel momento en el restaurante, había pasado tanto tiempo desde que mis manos tocaban el piano que incluso empezaba a perder agilidad. No me había sentido así de vivo desde la preparatoria, y ahora, esta sensación de alegría y emoción regresaban a mí.

—¿Será porque no toco desde hace mucho? —preguntaba para mí mismo mientras me sentaba junto a un árbol que había cerca.

Giré mi cabeza para mirar las estrellas. La noche estaba más despejada que de costumbre, no pasaban muchos autos y había un gran silencio por toda la calle. Hubiera querido quedarme ahí por más tiempo, todo estaba tan tranquilo que bien podría convertirse en mi nuevo lugar feliz.

Justo cuando comenzaba a quedarme dormido, escuché mi celular. Era un mensaje de Gabriel.

Hey! Estoy en tu casa ahora, traje algunas películas que quizá te gusten. ¿Dónde estás?

¿En mi casa? No sabía que vendría a verme hoy. Él usualmente no viene a verme hasta mi casa cuando es fin de semana, en lugar de eso salimos a alguna parte cerca de aquí.

Voy camino a casa, llegaré en unos minutos.

¿Aún estabas con Rachel? Que galán jajajajaja.

No te rías, solo la acompañé a la parada de autobús.

Sí claro. Apresúrate o me comeré tu parte del postre ;)


Guardé mi teléfono y me puse de pie, seguí caminando un par de cuadras con el sonido del piano aún resonando en mis oídos. Entré en casa y lo primero que vi fue a Gabriel hablando con mi nana en el recibidor, sentados en el sillón y comiendo pastelitos que seguramente ella habría preparado.

—Hasta que por fin apareces, tengo buen rato esperándote aquí. —dijo Gabriel entre risas— Me aburrí de husmear en tu cuarto y vine a charlar con ella.

—¿Husmeaste en mi cuarto?

Celia se acercó a mí y me ofreció un pastelillo junto a su típica sonrisa. Gabriel estaba sentado y frente a él, había una bolsa con un montón de películas que seguramente no estrenaban en cines todavía. 

Sus padres eran personas bastante importantes en el país, además de que también tienen negocios internacionales y, por obvias razones, mucho dinero.

Para ellos no sería difícil conseguir cualquier cosa que Gabriel deseara, no me sorprendería que esas películas se estrenaran hasta después del próximo año.

—Oye, ¿puedo pasar a tu baño?

—Sabes que sí, no tienes ni que preguntar.

Gabriel se puso de pie y se fue, Celia volteo para mirarme. Sabía que seguramente no había cenado nada aún y me llevó a la cocina.

Siempre fuiste túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora