Capítulo 5: La persona correcta

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Escuché una alarma que no era mía, yo estaba en una silla al lado de un piano que reconocí al instante

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Escuché una alarma que no era mía, yo estaba en una silla al lado de un piano que reconocí al instante. Me levanté como pude para ir a la cocina, tenía hambre y Alan ya no estaba aquí. Tomé mi teléfono y miré la hora: 6:18 AM. 

Salí del sótano y entré al comedor guiado por un delicioso olor a huevos revueltos, creí que era Celia quien estaba cocinando pero no, era Alan.

—Hey buenos días, ¿qué haces despierto tan temprano? —pregunté— Deberías estar durmiendo.

—Igual que tú, creí que seguías dormido.

Conozco a Alan desde que somos muy pequeños, pero era una de las primeras veces que lo veía cocinar.

—Yo seguiría dormido si alguien no me hubiera despertado —contesté mientras agitaba el teléfono de Alan para después colocarlo en la mesa.

Cuando terminamos de desayunar, Celia entró a la cocina y nos saludó con mucha amabilidad. Al parecer hoy fui el último en despertar. Con ayuda de Celia preparamos un postre de canela delicioso y, en mitad del proceso, recibí un mensaje de mi mamá diciendo que tenía que llegar a casa pronto.

Cuando se dieron las 8:00 AM Alan y su nana se fueron al mercado, querían llegar temprano para que no hubiera mucha gente.

—¿No quieres acompañarnos, Gally? —me preguntó Celia dulcemente. Estuve a punto de aceptar hasta que recordé el mensaje de mi mamá.

—Me gustaría ir con ustedes, pero debo regresar a casa, además iré a ver a mi novia más tarde.

—Oh, está bien, puedes venir con nosotros la próxima vez —dijo Alan—. Por cierto, los discos de ayer...

—Quédatelos, sé que más de alguno te gustará.

Pude ver sus ojos felices, sé que a él le gustan las películas thriller y llené la maleta con varias películas así, estaba seguro de que le encantarían. Me despedí de ellos y salí rumbo a mi casa, no quería llegar y hablar con mis padres, pero no tenía de otra.

En el camino me encontré a un hombre que vendía relojes, se veía cansado y no parecía que fuera de esta ciudad

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En el camino me encontré a un hombre que vendía relojes, se veía cansado y no parecía que fuera de esta ciudad.

—Buen día jovencito, ¿no le interesa comprar un reloj?

Siempre fuiste túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora