Capítulo 19: ¿Se acabó?

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—Rachel, no creo que podamos seguir juntos

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—Rachel, no creo que podamos seguir juntos.

Un par de lágrimas se deslizaron por mis mejillas al escucharlo, ¿me estaba terminando? Pero pensé que todo estaba bien entre nosotros...

—No entiendo, ¿hice algo mal? —pregunté mirándolo a los ojos.

—No, claro que no. —Se llevó una mano a la frente, mientras yo seguía esperando una respuesta—. Durante la fiesta bebí un poco con Gabriel, hablamos un rato y me dijo que me quería... que me quiere, más bien. Luego de eso me besó.

—Te besó...

Lo que estaba escuchando no podía ser cierto, yo sabía que no estaba loca al pensar que algo así podría pasar, pero no esperaba que mi corazonada se hiciera realidad justo frente a mí. Sabía que Gabriel lo quería, sin embargo, nunca imaginé que Alan le correspondería.

—¿Y tú lo quieres a él? —pregunté, temerosa de la respuesta.

Alan solamente bajó la mirada y asintió lento con la cabeza.

—Rachel, ódiame si quieres. Deja de hablarme y no me perdones nunca si eso te hace sentir mejor —dijo tomando mi mano—. Me siento tan culpable por haberlo besado y aún más por ocultártelo, no quería herirte, pero tampoco podía guardar el secreto para siempre.

No pude evitar llorar. Algo en el interior de mi pecho se estrujaba con cada palabra que salía de su boca; no me amaba. Al menos no como yo a él. Lo abracé y seguí llorando en su hombro por un rato, mientras que él acariciaba mi pelo tratando de darme algún consuelo que nunca llegó.

—Entonces creo que Gabriel tenía razón —dije cuando pude calmarme un poco—, lo nuestro nunca fue tan especial como creí que lo era. Tu corazón no era mío.

—Por favor, no digas eso —respondió limpiando las lágrimas de mi mejilla con su manga—. Yo te quise mucho, incluso si...

—Siempre fue Gabriel, ¿no?

Alan se quedó callado de nuevo, pero a veces su silencio también era una respuesta. Me levanté y volví a limpiar mis ojos, ya no tenía nada más que hacer ahí; ni en este parque ni en esta relación. O lo que haya quedado de ella.

—Adiós, Alan. Gracias por ser honesto conmigo.

Me di la vuelta y emprendí el camino de regreso a casa, ahora tenía tanto en la cabeza que me sentía incluso mareada. Sólo quería descansar.

Papá ya no estaba en casa cuando regresé, lo cual me tranquilizaba un poco porque no quería que me viera así

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Papá ya no estaba en casa cuando regresé, lo cual me tranquilizaba un poco porque no quería que me viera así. Tomé mi teléfono y marqué el número de Emmy, necesitaba hablar de esto con alguien y ella era siempre mi primera opción.

No tardó mucho en llegar después de llamarla, trajo algunos dulces y pañuelos desechables. Nos quedamos en la sala y le conté todo lo que había pasado con Alan mientras comíamos galletas.

—Pero creí que todo andaba bien entre ustedes —dijo.

—También yo, pero decidió estar con alguien más.

—Es que yo lo mato, ¿qué le pasa? —Su molestia era bastante notoria, quizá más que la mía— No va a encontrar a nadie como tú, se va a arrepentir de dejarte ir.

Emmy se acercó a mí y me abrazó, me dejó llorar hasta cansarme y después vimos mi película favorita para distraerme. Preparamos palomitas y nos quedamos dormidas en el sofá hasta que llegó papá, cenamos los tres juntos y le contamos sobre la beca que me habían ofrecido.

—¡Eso es muy bueno! —dijo papá, estaba muy emocionado— Es una oportunidad única, pero, ¿ir tú sola? ¿Rachel, estás segura de que puedes cuidarte allá?

—Claro que puedo, además no voy a estar sola. Hablé con Diego en la mañana...

—Creo que ya sé por dónde va esto —dijo él.

—Papá, él me dijo que si aceptaba la beca me dejaría quedarme con él durante el intercambio.

Papá dejó de lado el tenedor que tenía en la mano y me miró con la misma expresión que usaba para darme malas noticias. Esa expresión no me había molestado nunca, al menos así era hasta que me dijo que mamá se había ido.

—Rachel, sabes que tu hermano tiene sus... problemas conmigo. No creo que sea muy buena idea que te quedes con él.

—Por favor, será sólo por un año —supliqué—. Además, hace tiempo que él te perdonó por lo que pasó...

Después de un corto silencio, suspiró con pesadez y accedió. Eso sí, puso sus condiciones, pero nada que yo no pensara cumplir incluso si no me lo decía.

Al terminar de cenar, Emmy y yo nos despedimos como si no fuera a verla nunca más y ella volvió a su casa. Me fui a mi cuarto y cerré la puerta con seguro, puse a cargar mi celular y me quité los pasadores del cabello frente al espejo. Algunos mechones me colgaban por el rostro, mi cabello me recordaba mucho a mi mamá, cómo la necesitaba en este momento.

—Quizá lo corte un poco, ¿qué opinas, mamá? —dije a la foto de ella que tenía pegada al marco del espejo, como si pudiera escucharme realmente.

Mi teléfono sonó desde el otro lado del cuarto, ni siquiera quería mirar quién era. Sonó una segunda vez y por fin me decidí a leer el mensaje; era de Cody. Menos mal.

«¡Hola Rachel! Necesito hablar contigo mañana por la tarde, es sobre un evento que estoy planeando para el local, ¿puedes?»

Me dio curiosidad saber qué tenía en mente, pero me ahorré mis preguntas para cuando lo viera en persona. Respondí con un simple «Ahí estaré» y dejé el celular en donde estaba, me puse mi pijama y me acosté.

—Mañana será otro día.

Dije para mí misma poco antes de quedarme dormida.

Siempre fuiste túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora