Capítulo 23: ¡Vivan los novios!

11 5 8
                                    

Dos semanas se pasan más rápido de lo que esperaba

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Dos semanas se pasan más rápido de lo que esperaba. Hoy es la boda de mi tía Lily y mi mamá ha estado ansiosa desde muy temprano. La tía Lily nos llamó anoche para pedirle a mamá que me dejara tocar en la iglesia, pues el pianista que habían contratado les canceló de último momento. Mamá quería que todo saliera perfecto, así que accedió sólo por esta ocasión.

En la mañana, ella se paseó por la casa varias veces haciendo llamadas y preparando vestidos, Celia tuvo que ayudarle a elegir el más adecuado porque no se decidía por uno. En cuanto a mí, quise llevar el traje color avellana que Gally había comprado para mí. Era simple y elegante, justo lo que necesitaba ahora.

No voy a mentir, estaba nervioso por volver a tocar el piano frente a mí mamá. Ella seguro estaría atenta a cada detalle, cada pequeña cosa que ocurriera. No aceptaría la más mínima equivocación por parte de nadie, y eso me incluía a mí.

Pasé gran parte de la mañana en el sótano, repasando una y otra vez las piezas que tocaría en la iglesia. Ensayé y ensayé hasta que me dolieron los dedos; debía aprenderme cada nota, cada acorde, cada canción. La hora de la ceremonia se acercaba y yo todavía no estaba listo, tapé de nuevo el piano y subí a mi cuarto para cambiarme.

Me bañé, arreglé mi cabello y me puse el traje. Estuve un buen rato mirándome en el espejo hasta que mi teléfono sonó, era Gally.

Estoy por salir de casa para recogerte, ¿estás listo?

¿La verdad? No, no lo estoy —respondí—, me tiemblan hasta los párpados.

No pasa nada, llevas casi seis meses tocando frente a un público. Vas a estar bien.

Pero no frente a mi mamá, no me va a quitar el ojo de encima, lo sé.

Pude escuchar un suspiro al otro lado del teléfono, pero no pude decir nada más cuando tocaron a mi puerta. Me despedí de Gally y abrí para que Celia pudiera pasar.

—¿Estás nervioso? —preguntó ella.

—Algo. Es un día muy importante para mi tía, no quiero estropear nada.

Ella me abrazó con cuidado y acomodó la corbata que colgaba de mi cuello, estaba sonriendo tiernamente mientras me miraba. Era casi mágico cómo podía hacerme sentir tan seguro, tan a salvo.

—Todo va a salir bien, ¿por qué no vas a ensayar una última vez?

—Quizás lo haga, sólo para calmar los nervios.

Se sentó en la orilla de mi cama y me miró con una mezcla de curiosidad y preocupación en los ojos. Y a pesar de que su rostro estaba en paz, su mirada decía otra cosa muy distinta.

—¿Ya estás más tranquilo?

—Pero me acabas de preguntar...

—Cielo, no me refiero a la boda, hablo de ti —repitió—. Dime, ¿ya estás más tranquilo?

Siempre fuiste túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora