9: Punto y coma

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Abrí los ojos como pude. Dios, que dolor de cuello. En ese instante no sabía ni donde estaba, luego me di cuenta de que seguía en mi casa pero... Me había dormido sentada.

Tenía a Minjeong recostada con la cabeza en mi regazo. ¿En qué momento llegaste a aquí? Me quedé unos segundos mirándola, pasé mi mano por su frente y me di cuenta de que ya se le había empezado a bajar la fiebre.

Me puse a pensar en lo que dijo anoche. ¿Ella ha estado todos estos años sola? Qué rabia me daba no saber qué sucedía.

Le di una suave caricia por su rostro, parecía tan angelical mientras dormía... A veces pensaba en que ojalá no te hubieras ido, las cosas habrían sido muy diferentes y quizá a mejor... Pero imaginar nunca arreglaría las cosas.

Ella empezó a abrir los ojos y cuando se dio cuenta de donde estaba se incorporó de inmediato. Fue tan brusco que me asusté.

—Perdón, perdón, no quería molestarte, ni incomodarte. Lo siento —dijo ella apartándose.

Sonreí por sus múltiples disculpas.

—Esta bien, Minjeong —dije riendo.

Ella suspiró y se sentó bien.

—Me duele la cabeza....

—Normal, anoche casi te explota de la fiebre que tenias.

Ella me miró unos segundos y habló.

—No era necesario todo lo que hiciste...

—Sí que lo era.

Nos quedamos unos segundos en silencio mirándonos, aquello parecía un duelo por ver quien ganaba antes. En ese instantes volví en sí cuando un teléfono empezó a sonar y por inercia miré la pantalla. Era el teléfono de Minjeong.

"Taeyeon"

—Uhm, perdona, no debí mirar —le dije pasándole el teléfono.

Ella miró la pantalla unos segundos y colgó.

—No pasa nada, luego la llamo.

¿Taeyeon...? No me sonaba de nada ese nombre, no era de por aquí. ¿Y luego la llama? Quizá formaba parte de estos cuatro años, quizá es alguien importante para ella.

—Será mejor que me vaya, ya me encuentro mejor —dijo incorporándose.

¿Tanto miedo te da quedarte?

—Esta bien, pero es mejor que pidas un taxi por si acaso.

—Sí, eso haré.

Ella se puso de pie y fue hasta la puerta.

—Oh espera, tu ropa.

—Tranquila, puedes llevártela, ya me la darás. Igualmente tu ropa está secándose, la puse a lavar anoche.

—Vale... —sonrió—. Gracias.

Asentí y le devolví la sonrisa. Lo cierto es que verla con mi ropa, aunque sea un pantalón corto y una sudadera ancha, ya me hacía ruborizarme. Qué idiota.

Antes de que se marchara hablé de nuevo.

—¿Vas a pasarte el día en casa?

—Sí —contestó.

—¿Sola?

Ella esbozó una sonrisa. ¿Por qué le preguntas eso, tonta?

—Sí.

—Uhmm, ten cuidado entonces.

—Lo tendré. Muchas gracias por dejarme pasar la noche. Fue muy amable de tu parte.

once again | winrinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora