Kim Minjeong

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El día que la conocí cambió toda mi vida.

Cuando mis padres murieron nunca pensé que volvería a sentir felicidad hasta que llegué a aquella ciudad y me topé con ella. Karina me hizo sentir querida de nuevo, ella hizo que aquella pequeña ciudad se convirtiera en lo mas acogedor que he tenido desde que vivía con mis padres. Nunca quise marcharme, jamás en mi sano juicio lo haría... Pero en el momento que recibí esa llamada supe que no había vuelta atrás.

Acababa de cortar la llamada con Karina, estaba apunto de irme a dormir.

—llamada entrante: Jonghun—

—¿Sí?

—Winter, haz las maletas.

—¿Qué? ¿Qué ocurre?

—¿Cómo que qué ocurre? Han pasado los meses acordados, es momento de que vuelvas. Tu avión sale mañana.

—Pero... —suspiré—. Eran ocho meses. Solo han pasado seis y unas pocas semanas.

—Estas lo suficientemente recuperada.

—Yo no quiero irme.

Escuché una risa tras el teléfono.

—Una pena porque tienes que volver ya.

—Pero no quiero, no quiero volver. Soy feliz aquí.

Le escuché suspirar.

—Soy tu tutor legal, ¿recuerdas? Puedo hacer una simple llamada y que te detengan en otro país. No me lo hagas más complicado, Winter.

Ni siquiera te atreves a llamarme por mi nombre de verdad. Noté mis lágrimas volver a caer con fuerza, acababa de tener una conversación con Karina, se supone que mañana hacíamos seis meses juntas. Esto no podía estar pasando.

—Por favor Jonghun... Dame aunque sea unos días más —rogué.

—Te he dicho que no —espetó—, y si no quieres que tu querida novia se entere de que le has estado mintiendo todo este tiempo coge ese maldito avión mañana.

—Eres despreciable.

—Como si me importara.

Escuché el pitido de la llamada cortando y volví a sentir la misma ansiedad que tuve en el momento que salí de Seul hace meses.

Si me despedía de Karina sin explicarle el motivo real, me odiaría. Si me iba sin avisar, me odiaría. De cualquier manera, sabía que acabaría odiandome cuando se enterara de que había estado mintiéndole sobre mi vida durante estos meses.

Entonces opté por la más cobarde, la menos valiente, irme sin decir nada por no tener que decirle adiós mirándola a los ojos... Y desde aquel momento he estado cuatro años torturándome.

Cada vez que salía al escenario, pensar en ella era lo único que me mantenía en pie.

Cada vez que me explotaban trabajando, recordar su voz era lo único que me daba ganas de despertarme cada día.

Cada vez que sentía que no podía más, que había llegado a mi límite físico y mental, recordarla me hacía feliz. Ella era lo único con lo que soñaba mientras esperaba que estos cuatro años terminaran y mi contrato finalizara.

Solo cuatro años de espera.

Cuatro años contando los días y noches para que llegara el día de volver de nuevo a aquella ciudad y buscarla. Y yo era consciente de que las cosas no iban a estar bien, de que probablemente hubiera rehecho su vida y me odiaría con todo su ser, pero tan solo pensar en ella y tenerla cerca de nuevo era suficientemente para saber que la libertad existía y que ser feliz era posible, de una manera u otra.

once again | winrinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora