Vodka.

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Slow down - Chase Atlantic

En cuanto la puerta del penthouse de Gia fue cerrada, todo el autocontrol que habían mantenido durante su trayecto hasta allí, se fue por la borda.

Gia tomó a Alex por el cuello de su costosa camisa, atrayéndolo hacia ella para dar inicio con el que probablemente, era el beso más ansiado de la noche.

La necesidad de sentir los labios del otro los estaba consumiendo, fundiéndose en un desordenado y salvaje beso, en donde Gia mantenía el control. Mientras tanto, Alex paseaba con una sorprendente calma sus manos por la pequeña espalda de la mujer.

En medio de trompicones, lograron llegar hasta el sofá principal de la amplia sala. Alexander se sintió vulnerable cuando fue empujado a sentarse por Gia, observando su delicada figura imponerse ante él.

- Qué buena vista - mencionó, sin siquiera saber si se refería al cielo nocturno, que era posible ver gracias al enorme ventanal que ocupaba toda la pared de enfrente, o a la misma Gia, que lo veía con una sonrisa llena de anticipación.

- Desde mi habitación se ve mejor - respondió, sentándose a horcajadas sobre su regazo, provocando que la diminuta falda se enrollara hacia arriba en sus caderas. Alex tomó uno de los largos mechones del cabello de Gia entre sus manos, sintiendo la sedosidad deslizarse entre sus dedos.

Su piel, sus labios, su hermoso cabello, toda Gia era tan delicada y fina que sentía que la estaba profanando. Hasta que sus ojos se encontraban con los de ella, y veía ese poco común color gris en sus iris. Podría jurar que se trataban de los ojos del más temible depredador, observando a su presa antes de devorarla de un bocado. Era una combinación tan perfecta como peligrosa, pero a él le encantaba tomar riesgos.

Echó un vistazo por todo el lugar, sonriendo al encontrar el inicio de todo eso. El jodido vodka. Estaba sobre una bonita hielera en la isla de la cocina, dando a entender que Gia tenía todo previsto.

- Todo esto ya estaba planeado, ¿Verdad? - preguntó, tomando sus muslos para cargarla mientras se levantaba, con destino a la dichosa botella.

Gia sonrió, besando suavemente su cuello, sin un rumbo fijo aún.

- Puede ser - su falda ya se había convertido en un cinturón alrededor de su cintura, pero poco le importaba, hasta que sintió la caliente mano del hombre estrellarse contra una de sus nalgas. Siseó ante el creciente picor en su piel.

- Me siento jodidamente usado, Gia. Como un conejo cayendo en tu trampa - la mujer se burló en su oído, mordiendo el lóbulo.

- ¿Tan rápido nos tratamos de "tú"? - Alex tomó la fría botella con una mano, mientras sostenía a Gia con la otra. Las horas de entrenamiento valían la pena en ese momento.

- Deja de burlarte de mí, maldita sea - gruñó, impotente de poder responder al tener las manos ocupadas. Gia rio con satisfacción pura, y luego de enredar sus manos entre sus mechones rubios, tomó sus labios entre los suyos, en un beso mucho más controlado que el anterior.

Mientras Alexander emprendía camino hacia las escaleras, se sentía como todo un malabarista. Sosteniendo a la mujer con una mano, una botella de licor muy cara en la otra, manteniendo el beso y subiendo los escalones uno por uno, todo a la vez. Toda su concentración estaba en evitar caerse o dejarla caer, a ella y a la botella.

- ¿Dónde está tu habitación? - preguntó cuando estuvieron a punto de llegar a la segunda planta, sin desatender la unión de sus labios.

- La primera puerta a la derecha - respondió, dejando sus labios por un momento, besando con parsimonia el resto de su rostro para luego bajar por su cuello.

Afortunadamente, la puerta estaba abierta. La habitación era incluso más grande que la de una suite, con un amplio balcón y una gran ventana. Las cortinas permanecían abiertas, permitiendo que la luz de la luna se colara hasta dar directamente con la cama king size, que ya los estaba esperando.

- ¿Qué piensas hacer con ese vodka? - preguntó Gia, cuando estuvieron sobre la cama. Alex, abrió la botella con sus dientes, dispuesto a disfrutar de la mejor manera aquel licor.

- Lo que tú dijiste, acabaremos con el - respondió, bebiendo un gran sorbo directamente del pico. Gia sonrió, acercando sus labios a los de él, recibiendo la mitad del líquido en su boca.

A pesar de haber costado una alarmante suma de dinero, a ninguno le importó que una pequeña cantidad del amargo licor se cayera por fuera de sus bocas, deslizándose por sus cuellos.

- Limpia el desastre que estás haciendo - ordenó ella, viendo que algunas gotas se perdían en su escote.

- ¿Realmente crees que tienes el control? - se burló él, "limpiando" el rastro con su dedo índice, deteniéndose al inicio del top. Luego bajó su mirada y sonrió con arrogancia - mírate, tan segura de que llegaríamos hasta aquí - añadió al ver su ropa interior de encaje negro.

- Yo nunca fallo, Alex. Por eso estás aquí, follándome con la mirada.

- Y te aseguro que pronto dejará de ser solo la mirada - ambos sonrieron ante la expectativa, empezando un nuevo beso.

Dos cuerpos, un deseo || COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora