Un shot...

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- Yo quieeero máaaas - dijo Aaron, arrastrando las palabras.

Todos habían empezado a beber en cuanto llegaron al apartamento del ahora embriagado hombre. Inicialmente, fue solo whisky y vino; luego, acompañados de música y juegos de cartas, abrieron la extremadamente costosa botella de vodka, bebiendo shots sencillos, que en poco tiempo tenían completamente borrachos a Aaron y a Juliette, siendo Daniel el siguiente.

- Síii-iii, danos más voka, Gigiiii - añadió Juliette, omitiendo una 'd', gracias a su estado. Luego de escuchar como Sarah y Aaron llamaban a la menor del grupo, también empezó a decirle así.

- Olvídenlo, ya es suficiente por hoy - respondió ella, ignorándolos. Estaba jugando póker con Daniel y Alex, ya que Sarah estaba tratando de controlar a su Aaron.

- Pero porrrqué...

- ¡Ya no más! Miller, vamos a dormir - regañó, levantándolo del sofá - ya regreso - los tres asintieron, concentrados en su juego.

- Señorita Gigi - llamó Daniel, sonriendo. El alcohol ya estaba haciendo efecto es su sistema - ¿Le gustaría apostar conmigo? - Alex lo observó de reojo, sospechando.

Gia, él y Sarah eran los únicos que se mantenían con la consciencia decentemente estable, aunque se sentían levemente mareados.

- ¿A mitad de juego? - Gia levantó una ceja, evitando moverse demasiado, ya que Juliette se había quedado dormida a su lado.

- Es porque estoy seguro de que ganaré.

- ¿Y yo no entro en la apuesta? También estoy jugando - dijo Alex, mirándola, a pesar de que la pregunta iba dirigida a su amigo.

- Shh, tú eres el premio - ambos lo observaron con sorpresa.

- ¿Qué? - preguntaron en unísono.

- Así como escucharon. Si yo gano... - empezó mirando su mano- la señorita Gigi deberá pasarle un shot de eso... - señaló la botella de vodka, a la cual ya le faltaba un quinto de su contenido inicial - a mi querido amigo.

- No veo qué tiene de...

- Boca a boca - finalizó, y Gia abrió sus ojos, mirando directamente a Alex, como buscando su aprobación. Alex por su parte, sonrió internamente y, con un gesto despreocupado, asintió.

- ¿De verdad cree que me va a ganar? - se burló, analizando una a una las cartas sobre la mesa y su baraja, le faltaban dos cartas para completar una escalera de color. Daniel asintió - Muy bien, pero si yo gano, no solo hará lo mismo que propuso - ambos la miraron horrorizados - sino que me dejarán el resto de la botella para mí.

- ¿¡Qué!? - preguntó Alex, indignado - en ese caso, la apuesta sería directamente conmigo.

- ¿Acaso usted no hace parte de la apuesta? Si pierdo, mi castigo es usted - se burló.

- Daniel, si no ganas este maldito juego, me pagarás los siete millones de la botella - respondió, mirando a su amigo, completamente ofendido.





El juego no duró más de diez minutos, pues como ya había mencionado Gia, cuando la apuesta empezó, iban a la mitad. Para ser más justos, Alex se retiró voluntariamente, y mientras ellos terminaban, llevó a Juliette a uno de los cuartos para visitas.
En cuanto regresó, vio a Daniel bebiendo un shot doble de vodka, y dedujo que se debía a un decepcionante resultado.

- ¡Amigo mío! - gritó, sonrojado. Al parecer, no era el primer shot que bebía desde su ausencia.

- Te dije que...

- ¡Ganamos! - lo interrumpió, saltando a abrazarlo - Lo sé, no me agradezcas. Ahora prepárate para beber el mejor shot de tu aburrida vida - Alex miró sorprendido a su amigo, y luego a Gia. Estaba en total silencio y ya había bebido dos tragos en menos de un - Ve, ve a reclamar mi premio - rio empujándolo - yo me iré a dormir.




Cuando se quedaron solos, un sepulcral silencio invadió el lugar, y por primera vez, era incómodo.

- Daniel ya se fue - empezó Alex, tomando asiento frente a ella, con la mesa de té entre los dos.

- Ya sé - respondió. Su cabeza estaba hacia abajo y su mirada no se despegaba de la botella.

- No es necesario que...

- Lo haré - interrumpió, levantándose de golpe, asustándolo.

- N-no es necesario, Daniel ya no está. Podemos decirle que... - se quedó callado cuando vio la pequeña copa ser llenada a tope, todo mientras Gia se acercaba a él.

- ¿Ya se arrepintió? - preguntó con seriedad. Su rodilla derecha se clavó en la tela del sillón, en medio de las piernas del sorprendido hombre, el cual elevó su rostro hasta volver a ver el de ella. Sentía que sus ojos grisáceos brillaban, como si fuesen los de un depredador a punto de devorar a su presa. Ambos bajaron la mirada hasta los labios del otro, e inconscientemente, se relamieron ante la vista.

- Pensé que la arrepentida era usted - se burló. Gia bebió de un solo trago el vodka, y con su mano libre atrajo al hombre de su nuca, estampando sus labios con fuerza.

El licor quemó deliciosamente su garganta cuando Gia compartió su shot con él, y luego de separarse por un segundo para tragar, volvieron a unir sus labios, mucho más sedientos que antes.

Daniel tenía razón, había sido el mejor trago de su vida, y no solo para él.

- Estoy segura... que ya no me queda más - mencionó Gia, al separarse por segunda vez, jadeando por el candente beso.

- ¿No? Estoy seguro de que aún queda un poco - respondió, de igual forma. Los dos sonrieron y, sin intenciones de detenerse, retomaron su tarea.

Alex agarró la nuca de Gia con firmeza y empezó a tomar el control, introduciendo su lengua en la boca de la mujer, ladeando su cabeza para acercarse más a ella, si es que era posible. La posición en la que estaban era terriblemente incómoda, pero, ¿A quién le importaba?





- ¡Ya volví! - gritó Sarah, desde las escaleras. Estaba tan alegre y mareada, que cuando llegó a la sala, no se percató de la extraña escena y el caluroso ambiente.

Gia estaba en un sillón a más de dos metros de Alex, los dos notablemente sonrojados e incómodos, y una de las copas estaba tirada a un lado del sofá en donde Alex se encontraba sentado, con su mirada fija en algún lugar de la sala, menos en ellas.

- ¿Dónde están los demás?

- Ya s-se fueron a dormir. Ustedes también deberían hacer lo mismo, yo me quedaré a recoger todo - respondió Gia, aclarando su garganta - Sarah, lleva al señor Dubois a una habitación de invitados, por favor.

Alexander se levantó, en completo silencio y siguió a Sarah hasta la única habitación libre. Aún quedaban dos más, pero esas pertenecían específicamente a las dos chicas.





Cuando se hallaron en las respectivas habitaciones, intentando descansar en las mullidas camas, la escena del beso se repetía una y otra vez en sus mentes, tan vívidamente que sus labios hormigueaban. No importaba cuánto intentaran convencerse a sí mismos de que a la mañana siguiente lo olvidarían, porque no estaban ebrios, y luego de aquel beso, el poco alcohol que habían bebido se había ido de sus cuerpos.

- Qué carajos... - susurraron, mirando al techo, sin tener idea de cómo se mirarían a los ojos sin delatarse frente al resto. Y así, en medio de maldiciones e incoherencias sobre lo ocurrido, cayeron profundamente en los brazos de Morfeo.



Dos cuerpos, un deseo || COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora