El resplandeciente sol iluminó de forma natural la amplia habitación en su totalidad. Los rayos más grandes cayeron directamente sobre la cama, golpeando los párpados de Gia y la espalda de Alex.
La mujer frunció el ceño mientras despertaba, girando su cuerpo para evitar un poco la luz. Sus piernas y caderas dolían, como si hubiese hecho ejercicio intensivo por tres días sin parar, además de sentir toda su piel pegajosa y sucia. Aún así, se sentía renovada y extrañamente feliz, a pesar de haber tenido el mismo caótico sueño de siempre.
Al abrir finalmente los ojos, lo primero que entró en su rango de visión fue la gran espalda de Alex, con varios rasguños en diferentes ángulos. Sonrió para sí misma ante semejante obra de arte, de la cual, ella era la única artista.
Luego de haber admirado la figura masculina, salió de la cama y tomó su celular del buró. Decidió ignorar las notificaciones de mensajes y llamadas, entrando a la aplicación de la cámara. Y finalmente, luego de haber hecho la travesura del día, rodeó la cama para dirigirse al cuarto de baño.
Alex se despertó al sentir su espalda casi hirviendo, dando media vuelta, aún con los ojos cerrados. Sus caderas dolían, al igual que sus brazos, pero cuando los recuerdos inundaron su cabeza, sonrió.
Abrió sus ojos mientras se sentaba en la cama, viendo el desastre de ropa que había en el suelo. Definitivamente, no había sido un sueño. Gia aferrándose a su cuerpo mientras temblaba de placer, sus maldiciones entre gemidos, las sonrisas arrogantes cada tanto, las lágrimas por la sobre estimulación. Lo recordaba vívidamente, despertando a su entrepierna, y cuando escuchó el sonido del agua golpear la pileta de la ducha, se puso de pie, dispuesto a ayudarle a Gia en su rutina de limpieza.
Rápidamente entró al cuarto de baño, igual de amplio a la cocina, sorprendiéndose por la magnitud del penthouse de la mujer. Al acercarse a la ducha, vio el cuerpo desnudo y mojado de Gia, dándole la espalda mientras se enjabonaba.
— Una foto dura más — le dijo ella. No se había volteado ni un centímetro, pero sintió su presencia. Alex rio, por supuesto que lo notaría, llevaba embobado viéndola alrededor de cinco minutos.
— Las fotos no se sienten igual — respondió, acercándose hasta entrar al pequeño cubículo de cristal, sintiendo el vapor acariciar su piel. Gia se giró, quedando de frente a él. Ambos completamente desnudos bajo la vista del otro.
Se sentía diferente a la noche anterior, esta vez no estaban haciendo nada, tenían mucha iluminación y no había ninguna gota de licor en sus sistemas.
— ¿Dormiste bien? — preguntó, enjabonándose, totalmente despreocupada.
— Si a eso se le puede llamar dormir, entonces sí — Gia rio, abriendo la ducha sobre ellos. El agua tibia empezó a deslizarse por la cabeza y el cuerpo de Alex, mientras empezaba a ser enjabonado por la mujer — Qué atenta — dijo, con cierta burla en su voz. La espuma desaparecía poco después de ser formada en su piel, hasta que Gia cerró la llave.
— No te sorprendas demasiado, que hasta ahora empiezo.
Sus manos frotaron sus pectorales y abdomen, sin siquiera bajar la mirada a su pelvis, luego lo rodeó para dar inicio con su espalda.
— Qué lindo — se burló, pasando el jabón por cada rasguño. Todos eran superficiales, pero bastante notorios.
— Igual de lindo a tus pechos — le devolvió el sarcasmo.
Gia tenía tres chupones considerablemente grandes en el inicio de su escote, y otros más pequeños cerca de sus pezones y por todo su abdomen.
— Ya desaparecerán.
Rodeó su cintura, todavía desde su espalda, y lentamente bajó sus manos hasta el miembro de Alex, ya endurecido. Con una calma arrolladora, lo tomó con sus dos manos, empezando a masturbarlo.
— ¿Lo estoy haciendo bien? — susurró a su espalda. Alex echó la cabeza hacia atrás, sintiéndose pequeño ante su tacto.
— Sabes que sí — jadeó, sin saber en dónde poner sus manos. Gia sonrió, soltando su falo de repente.
— Entonces deberás ganarte tu orgasmo— volvió a hablar. Su voz era miel pura, tan magnética para sus oídos. Suspiró rendido, dándose la vuelta.
— ¿Qué quieres que…
— De rodillas — ordenó. Alex elevó las cejas, sonriéndole con sus perfectos dientes. Ok, definitivamente, Gia sabía cómo vengarse.
Primero puso una rodilla en el suelo, sintiéndose manipulado, luego puso la otra. Tomó la pierna derecha de la mujer y luego de lamer varias gotas de agua por toda su piel, la dejó sobre su muslo, permitiéndose un mayor acceso.
— Yo de ti, buscaría algo para apoyarme — dijo con suficiencia, agarrando sus caderas, evitando futuros movimientos.
— ¿Tan seguro estás de… Oh, mierda.
No tuvo tiempo de responder correctamente, luego de que la caliente lengua de Alex separara sus pliegues. Quería burlarse de ella, pero esperaría a tenerla chorreando sobre su boca.
Limpió cada rincón de su intimidad, sintiendo su polla palpitar al verla retorcerse, mordiendo su labio para evitar hacer algún ruido que pudiera subir su ego. Sus labios, húmedos e hinchados, tomaron el pequeño botón de carne y succionaron con fuerza.
— ¡Mierda, sí! — gimió con fuerza, su pobre cuerpo estaba al borde del colapso físico, pero ella quería más. Todo lo que él pudiera darle, ella lo recibiría.
Sus manos se enterraron entre sus rubios cabellos, acercándolo más a su entrepierna, y él obedeció gustoso.
Su lengua bajó hasta su entrada y luego de lamer un par de veces, empezó a empujar lo más profundo que pudo, causando pequeños gemidos por parte de Gia. Cuando a toda la diversión se unió su índice, masajeando el clítoris de la mujer, explotó.
— Ah, Dios mío — gimió, sintiendo sus piernas a punto de doblarse. Alex la sostuvo, recibiendo hasta la última gota del orgasmo en su boca. Su sabor era dulzón, realmente adictivo, como toda ella.
Cuando se puso en pie, levantó a Gia con facilidad y abrió la ducha.
— Muy bien, espero que tengas fuerzas para una ronda más — dijo, apoyando la espalda de la mujer en la pared de la ducha. Gia sonrió, con sus ojos aún cerrados por el reciente orgasmo.
— Para las que tú quieras.
Alexander se encontraba preparando el almuerzo, jactándose de sus excepcionales habilidades culinarias, luego de la casi interminable ducha con Gia. Mientras tanto, ella estaba leyendo los mensajes que Aaron le había dejado no hace mucho.
“Gigi, ya vamos a abordar el avión. Nos vemos mañana”
Por supuesto que no respondió, ya que el mensaje no llegaría. En lugar de eso, llamó a Sarah, ya que tenía varios mensajes de la noche anterior, preguntándole dónde se había metido, además de tres llamadas perdidas, un poco más recientes.
— ¿Gigi? ¡Dios mío! ¿¡Por qué carajos no respondiste mis mensajes!? ¿Estás bien? — preguntó, a punto de gritar en cuanto aceptó la llamada.
— Estoy bien, estaba… — volteó a ver a Alex desde la sala — ocupada.
— Casi no logré conciliar el sueño, realmente me preocupé por nada. Seguramente pasaste una noche llena de sexo y…
— Sarah — interrumpió, viendo la ciudad desde lo más alto de su edificio — ¿Cómo van las negociaciones?
El motivo principal del viaje de Sarah era un proyecto a gran escala con un magnate de la minería, quien deseaba empezar una cadena de hoteles en todo el mundo. Sin embargo, el hombre había pospuesto la reunión desde su llegada. Luego de averiguar un poco, Sarah descubrió que se estaba reuniendo con otras constructoras, las cuales, le ofrecían ofertas más económicas.
— Mal, estoy aquí desde hace dos horas. Al parecer va a posponer nuevamente — respondió desanimada.
— ¿Dos horas? Sarah, ¿Acaso tu tiempo no vale? — reprendió, molesta — Cancela esa reunión de inmediato. Comunícale a su gente que ya no habrá trato.
— Pero…
— Pero nada. No nos interesa trabajar con personas que no solo desperdician nuestro tiempo, sino que además nos menosprecian. Eres una de las mejores ingenieras, no pienso permitir que te rebajes. Fin — hubo un momento de silencio entre las dos líneas. Mientras Gia se calmaba, Sarah sentía las esquinas de sus ojos picar, gracias a las palabras de su amiga.
— Gigi… — dijo en un tono meloso.
— Sarah, ni se te ocurra llorar. De lo contrario…
— ¡Espera! Acaban de llegar, te hablo luego. Adiós — y colgó. Gia rodó los ojos exageradamente. Sabía que ese proyecto era uno de los más importantes para su amiga, pues no solo le daría una increíble comisión, también recibiría más prestigio del que ya tenía. Después de todo, se trataba de un proyecto enorme.
— El almuerzo está listo — llamó Alex desde el comedor. Había preparado salmón ahumado con salsa de naranja y verduras salteadas. Los platos lucían realmente apetecibles.
— Luce bien — dijo simplemente, llegando a la mesa. Ambos se sentaron, uno al frente del otro.
— Así que… No vas a permitir que menosprecien a tus empleados. Qué discurso conmovedor — se burló, bebiendo del vino recién servido.
— Sarah no es mi empleada, es mi colega. Además, ¿Se puede saber qué hacías escuchando una conversación ajena?
— Oh, aún más conmovedor — se rio.
— ¿Te estás burlando de mí?
ESTÁS LEYENDO
Dos cuerpos, un deseo || COMPLETA
RomancePolos opuestos se atraen... Pero, ¿Qué sucede si dos polos iguales se acercan demasiado? Poder, dinero, belleza, inteligencia... Cosas que cualquier persona desearía tener, y que a ellos les sobraba. Podían con todo, pero había una sola cosa que pod...