Luego de un largo baño y un buen desayuno, Gia, Alex y Louise se fueron a recorrer la ciudad. Mientras que Christophe y Felix se encargaban de ultimar los detalles del after party, ya que ellos mismos serían los anfitriones.
— ¿No es muy revelador? — preguntó Louise, refiriéndose al vestido que acababa de comprar para la fiesta de su hermano.
— Para nada, te queda perfecto — respondió Gia.
El dichoso vestido era de seda negra, corto y a diferencia de su cuello alto, tenía un sensual escote en la espalda.
— Es que… es la primera vez que compro algo tan escotado — mencionó, insegura de su decisión; pero, luego de que su hermano pusiera una mano en su hombro, a modo de apoyo, dicha inseguridad desapareció.
— Relájate, ni siquiera notarás ese escote en la fiesta — respondió Gia, viendo la última pieza del atuendo que usaría.
Un top de mangas largas y hombros descubiertos, con escote en V; el cual iría acompañado de un pantalón wide leg en cuero y unas sandalias de un muy alto tacón.
— ¿Te llevarás ese? — preguntó Louise, completamente sorprendida. El top era demasiado corto, con un gran escote frontal y prácticamente nada atrás.
— Sí, con esto ya no tengo que seguir buscando más — respondió, llamando a la asistente de la tienda — quisiera llevarme este, por favor.
— Es muy decidida — susurró la menor a su hermano, viendo como en pocos minutos, Gia regresaba con la bolsa de compras.
— Así te veo en unos años, hermanita…
Cuando la noche llegó, Louise regresó al apartamento, mientras Gia y Alex se quedaban en el centro de la ciudad, bajo la encantadora luz de la torre Eiffel.
— Mañana… será un día pesado y difícil, para los dos — susurró Alex.
Iban caminando por el tranquilo sendero del parque Champ de Mars mientras la nieve caía sobre sus abrigos, derritiéndose segundos después.
— ¿Tú crees?
Mientras ella estaba tan calmada como siempre, él sentía la ansiedad y los nervios a flor de piel, aunque no lo demostró para no preocuparla.
— Gia — suspiró, deseando decirle todo, pero el pensar en las consecuencias que eso desembocaría lo acobardaba — esas personas son unas completas víboras, y con tal de envenenarte en mi contra, serán capaces de decir…
— Alex — interrumpió — ¿Tienes algo que esconder? — preguntó, mirándolo fijamente.
Alexander se puso pálido, sintiéndose expuesto en un instante, pero luego de que Gia riera, su corazón volvió a latir correctamente.
— No te preocupes, tengo un buen carácter. No me suelo dejar llevar por palabras vacías.
Palabras vacías, ¿Realmente lo eran? Más allá de eso, ¿Solo serían palabras? De ser así, podría manejar la situación con un chasquear de dedos, pero ¿Y si no? Había una pequeña posibilidad de que el respaldo a esas palabras se presentase ante ellos, ¿Qué se podría hacer de ser ese el caso?
— Tienes razón, solo serán palabras vacías — repitió, utilizando aquella frase como su mantra temporal.
A la mañana siguiente, el día fue bendecido con un radiante sol, sin nevada.
El jardín secundario de la gran mansión Dubois estaba decorado con hermosos tulipanes y azucenas blancas, y en medio de aquel hermoso espacio, había una larga mesa, llena de deliciosos platillos.
Alrededor de la gran mesa se encontraba Viviane Roux y Christophe Dubois, junto a sus seis hijos, más el esposo de Roxanne y la novia de Nathan. Sin embargo, dos de los asientos estaban sin ocupar.
— Querido, ¿Esperamos a alguien más? O ¿Por qué aún no hemos pasado a la mesa? — preguntó Viviane, sin sospechar quién era el último invitado.
— ¿Padre no te dijo? El bastardo y su amante — le susurró Roxanne al oído. No le gustaba que su marido la escuchara hablar de tal forma.
— ¿Qué? — preguntó, alterándose inmediatamente — Christophe, ¿Cómo te atreves a…
— ¿Llegamos tarde?
Todos voltearon al oír la voz de Alex, mientras entraba con Gia del brazo.
— Como siempre — respondió Louise, sonriendo al verlos entrar. Parecían una pareja de recién casados.
Mientras Gia llevaba un vestido negro sin mangas, una camisa blanca debajo de este, y unas botas rectas del color del vestido; Alex tenía un pantalón y zapatos de vestir negros, una gran gabardina del mismo color, y una camisa de seda blanca con botones.
— Sean bienvenidos, por favor — saludó el patriarca de la familia, acercándose para estrechar las manos de su hijo y su acompañante.
— Es todo un placer conocerle, doctor Dubois. Soy Gia Evans — respondió ella, causando una enorme sonrisa en el hombre.
— Oh, me conoce.
— ¿Cómo no hacerlo? Si es el mejor abogado de toda Francia — halagó.
Por supuesto, sabía cómo poner a la gente como él de su lado. Sin embargo, se ganó un desprecio automático por parte de Roxanne y Alphonse.
— Por favor, hará que me sonroje.
— Christophe, será mejor que pasemos a la mesa, o tus invitados morirán de hambre — llamó Alex, viendo al resto de su familia.
Miradas de odio, desprecio, de felicidad y orgullo. Una familia dividida por su existencia.
— ¡Claro! Pasen, por favor.
Luego de que todos se sentaran a comer, las miradas furtivas hacia Gia no se hicieron esperar.
¿Quién era aquella desconocida? ¿Por qué acompañaba a Alex? ¿Por qué estaba con él? ¿Sabía de la existencia de Evangeline?
— Señorita… ¿Evans? — llamó Roxanne, viéndola como si se tratara de alguna atracción de circo — Disculpe mi ignorancia pero, ¿Quién es usted? Digo, jamás había oído hablar de usted o su apellido.
La aristocracia era reconocida por sus apellidos; por lo tanto, si alguien no pertenecía a una familia influyente, no era nadie. Era la excusa perfecta para humillarla.
— No es su ignorancia, señora de Blois — respondió, disfrazando la intención del comentario en una sonrisa — no vengo de ninguna familia aristócrata, y mi vida la he mantenido privada para evitar… personas entrometidas.
La sonrisa que Roxanne se había esforzado por mantener desapareció, mirando a Gia con seriedad.
— Entonces, ¿A qué se dedica la… señorita? — preguntó Alphonse, curioso por la mujer que acababa de callar a su hermana.
— Soy arquitecta.
— Oh, igual que Nathan — respondió Aria Bernadotte, una importante modelo greco francesa, y la pareja de Nathan.
Gia asintió, devolviéndole la sonrisa a la mujer.
— ¿En qué constructora trabaja? — preguntó Viviane, queriendo confirmar la información que poseía de la mujer.
— Oh, madre. No te lo imaginas — habló Felix, tan emocionado como un niño.
— MGSA Constructions — respondió, sorprendiendo a todos los que no sabían.
— ¿En serio? ¡Nathan trabajó allí!
Aria estaba más que emocionada, pues aunque ya sabía quién era ella, ver la sorpresa en el rostro de las personas que la despreciaban por ser modelo era simplemente magnífico.
— ¿Entonces se conocen?
— Ella era mi jefe — respondió Nathan.
— Oh, ¿En serio? ¿Coordinadora? — preguntó Bastian de Blois, esposo de Roxanne.
— CEO.
Todos quedaron en silencio, tratando de asimilar lo que Gia había acabado de decirles.
— CEO… la… ¿La presidenta de MGSA? — preguntó Roxanne, sin poder creerlo.
— Así es.
— entonces, es un gran honor conocer a tan importante figura — respondió Christophe — y mejor aún, si está al lado de mi hijo.
Alex rodó los ojos, causando una risa por parte de su padre.
— ¿No es bastante joven para estar al frente de semejante empresa? — preguntó Alphonse.
— Si semejante empresa, como usted le dice, es tan grande gracias a mi liderazgo, ¿Por qué lo sería? — el hombre se calló, fulminándola con la mirada.
— ¡Por supuesto! Se ve que es una mujer muy capacitada — habló Bastian, haciendo sentir mal a Roxanne.
— Después de todo, el poder atrae poder — añadió Alex, levantándose del asiento, tendiéndole la mano a la mujer — si nos disculpan, llevaré a Gia a conocer la mansión — finalizó, yéndose del jardín con la mujer.
— ¡Qué mujer tan grosera! — dijo Roxanne en cuanto se fueron — madre, ¿Viste cómo me habló? ¡Es igual que ese estúpido!
— ¡Roxanne! ¿Qué es esa forma de hablar? ¿No sabes que es de mala educación hablar a las espaldas de las personas? — respondió Bastian, molesto con su esposa.
— Además, fuiste tú la que empezó con los comentarios mal intencionados, ella solo te respondió de la misma manera — añadió Gabriel.
— ¡Ya no más! Compórtense los dos — reprendió Viviane — pediré que recojan la mesa, así que vayan a preparase para el almuerzo.
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Dos cuerpos, un deseo || COMPLETA
RomantizmPolos opuestos se atraen... Pero, ¿Qué sucede si dos polos iguales se acercan demasiado? Poder, dinero, belleza, inteligencia... Cosas que cualquier persona desearía tener, y que a ellos les sobraba. Podían con todo, pero había una sola cosa que pod...