Celos...

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Las horas pasaron y la fiesta estaba un su punto máximo. Todos bailaban o bebían alegremente, mientras conocían a nuevas personas.

Mientras Daniel y Juliette estaban bebiendo en silencio, simplemente disfrutando del ambiente, Gia había salido a bailar con un desconocido que la había invitado; por otro lado, Alex seguía “hablando” con Sabrina, que ya tenía unos tragos encima.

— No sé porqué les agrada tanto esa italiana, para empezar ¿Quién diablos es ella? — la pregunta iba para todos — O sea, repentinamente Julie la invita personalmente a su desfile, Daniel la trata como si fueran los mejores amigos y tú… — señaló a Alex — No solo vienes con ella al desfile, además de eso se visten en combinación. Tú, que jamás aceptas mis invitaciones a cenar, y siempre llegas solo a todas las reuniones.

— Sabrina, creo que deberíamos pedirte un taxi.

— ¿¡Por qué!? Siempre que trato de hacer parte de su círculo y unirme a ustedes, mantienen la distancia. Pero llega una aparecida y mágicamente todos la adoran — su voz empezó a alterarse y en poco tiempo ya estaba gritando, llamando la atención de varias personas a su alrededor.

Cuando Gia regresó a la mesa, las cosas se complicaron aún más.

— ¡Tú! — se levantó de su asiento, señalándola. Gia solo la observaba con indiferencia, completamente en silencio.

— Sabrina…

— ¡No! Esta aparecida se cree el centro del universo. O sea, ¡Mírenla!

— Sabrina, cálmate y baja la voz — ordenó Alex, interponiéndose entre las mujeres. Gia sonrió al notarlo, acto que enfureció aún más a la pelirroja.

— Sabrina, vamos al baño. Necesitas despejarte — Juliette la tomó delicadamente de los hombros y la guio hasta los baños.

— Gia… En verdad lo sentimos, no pensamos que Sabrina se alteraría así — se disculpó Daniel.

— Si quieres, nos vamos a casa — habló Alex. Gia sonrió tranquilamente, provocando un mal presentimiento en los dos hombres.

— No te preocupes, ya regreso.





Gia entró en el baño de damas en silencio. No había nadie en los cubículos, y la única persona en el lavabo era Sabrina. Su rostro estaba húmedo y lucía más sobria. Sin embargo, aún se veía molesta.

— ¿Dónde está Juliette? — preguntó con frialdad, acercándose a los lavabos, dejando uno de distancia entre las dos.

— Salió — respondió, cortante — ¿Qué quieres? — su actitud cambió a una defensiva al darse cuenta de que no había ido en busca de Juliette o a retocarse el maquillaje, sino por ella.

— Hablar contigo — ambas quedaron frente a frente, mirándose fijamente — ¿Cuál es tu fijación conmigo?

— ¿Disculpa? — se rio, sin gracia.

— Eso, ¿Qué carajos te pasa conmigo? Recién nos conocemos y ya me has insultado de mil maneras, sin hablar de las otras faltas de respeto.

— No quieras jugar al papel de víctima, no te queda — Gia rio, acercándose un poco.

— Para ser la víctima, primero debe existir una amenaza. ¿Tanta estima te tienes? — se burló.

— Eres una maldita víbora.

— Claro que lo soy, pero prefiero serlo a disfrazarme de oveja siendo una zorra — respondió. El gris de su iris se intensificó, brillando peligrosamente.

— ¿Quién mierda te crees que…

— Por favor, señorita Martin, deje de creerse la chica mala — la interrumpió — escuché sus lamentables gritos de perra ardida. Entiendo que se sienta amenazada por mi presencia, es un efecto normal — chasqueo la lengua con arrogancia — pero, mírese. ¿Por qué caer tan bajo por un hombre? Perdió su dignidad y orgullo de la manera más patética posible.

— Usted…

— Yo, exactamente. Yo soy la causante de que la atención que le pertenecía antes le fuera arrebatada. Yo soy a la que Alex le presta atención. Yo y solo yo — el rostro de Sabrina se empezó a tornar del color de su cabello, a medida que la ira aumentaba.

— ¿Y qué? ¿Solo porque la trajo hasta aquí ya se siente importante? — Gia negó, con su sonrisa llena de arrogancia.

— No. Él no me trajo, me acompañó. Me preguntó si podía asistir conmigo. Mientras usted le ruega por migajas de atención, yo la obtengo sin siquiera quererla.

— Muy bien, siga con esa arrogancia — se acercó a su oído — en cuanto la folle, la botará, igual que a todas.

— ¿Todas? Entonces creo que usted es la única excepción — se burló.

En ese momento sucedieron dos cosas. Sabrina levantó su mano para cachetearla, y Juliette entró al baño. Sin embargo, la mano fue detenida por la de Gia, que al mismo tiempo se acercó a ella.

— Y no solo eso. De ser como usted dice, Alexander me habría dejado hace mucho.

— ¿Qué está pasando aquí? — ella se alejó tranquilamente de la pelirroja, manteniendo su sonrisa. Al mismo tiempo, Sabrina había quedado sorprendida por las palabras de la mujer — Sabrina, el taxi ya llegó. Lo mejor será que te vayas a casa.

— Yo me retiro — respondió Gia, saliendo del baño.

Al salir, no fue directamente hacia la mesa, sino que tomó la mano del chico con el que anteriormente había bailado y lo arrastró a la pista de baile.

Alexander estaba hablando con Daniel, intentando ocultar su preocupación por lo que pudieran hacerse las dos mujeres dentro del baño, pero su foco de atención cambió al ver a Gia bailando nuevamente, con el mismo tipo que se la follaba con la mirada desde que habían llegado a la fiesta.

— Bailas muy bien — halagó el tipo, con sus manos bien posicionadas en la cintura de la mujer.

— Ya lo sé — respondió con una sonrisa. Había visto de reojo la pequeña reacción de Alex a lo lejos.

— ¿Podría saber tu nombre? — preguntó, sintiendo como el calor se apoderaba de su cuerpo al ver y sentir los ágiles movimientos de Gia. Estaba empezando a imaginar cosas.

— Mejor no, lo incógnito me gusta más — lentamente empezó a bajar por el cuerpo del hombre, perfectamente consciente de que Alex la estaba viendo.

— Oh, por Dios — cuando Gia volvió a subir, su falda estaba un poco más arriba, y su respiración chocó contra los labios del tipo. Lastimosamente para él, la canción había llegado a su fin — ¿Quieres seguir bailando?

Antes de responder, una mano atrajo a Gia por la cintura, de manera posesiva. La mujer sonrió triunfante.

— Lo lamento, tiene asuntos pendientes conmigo — y sin decir más, se la llevó.




Dos cuerpos, un deseo || COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora