5- Sofía Miller

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Me sentía muy enfadada, parece que ella hizo esto a propósito y ahí estaba ella hablando con mi hija sin que le importará lo que había hecho. Nunca me había pasado esto, siempre fui cuidadosa al momento de separarme de mi hija. Cuando me toco empezar a trabajar, siempre la cuido la misma persona. Yo era muy estricta en su cuido, y muy posesiva con ella. Era mi bebe. En el fondo sabía que esa mujer no le quería hacer daño, pues bien me lo dijo si quisiera se lo hubiera hecho, pero no pude evitar sentirme, agobiada cuando no la vi donde yo la había dejado.

La señora egocéntrica que tenía frente a mí, se veía relajada como que si se conocieran de toda la vida. Sentí un pequeño dolor en mi pecho, pues mi hija tuvo una conexión con ella tan rápido. Sí, si me sentía celosa.

— Disculpa, no es mi intención interrumpir— se los dije a ambas— pero ahora que lo pienso no sé tu nombre— era cierto, soy estúpida, no le había preguntado su nombre, prácticamente la insulte y no sabía su nombre.

Su mirada encontró a la mía y mi corazón comenzó a latir tan rápido que creí que saldría corriendo de mi pecho, mis manos picaban por tocar su rostro, me sentía embriagada por su aroma y su mirada tan profunda, sentía que perforaba mi piel en busca de respuestas. Jamás me paso esto con nadie, era inexplicable, solo tuve una relación en mi vida y fue con el padre de mi hija, pero jamás sentí esto. Nunca considere a las mujeres como opción para relación, no es que me desagrade, solo que no creí sentirme así por nadie, menos por una mujer.

Es hermosa, sin duda, su piel pálida, el verde azulado de sus venas en su cuello, su cabello negro como la noche, sus brazos largos y su perfil tan delicado que me dieron ganas de morder su mandíbula. Mierda que me está pasando. Estaba embobada que no me di cuenta de que su rostro había cambiado, estaba levemente son su ceño fruncido, una línea en su frente tan delgada que apenas se veía, y me cuestiones. ¿Será que esta mujer está cansada? Rápidamente, vi su mano y ella lo noto porque oculto su mano, pero logre ver sus dedos largos y perfecta manicura, ella no tenía anillo. Me emocioné, creyendo que era una señal. Tonterías ella no podría gustar de mí. Me saco de mis pensamientos cuando hablo

— Claro, me llamo Kamilla Drácula— extendió su mano, la tomé, sentí que mi sangre corría a mucha velocidad, y mi mente abandono mi cuerpo asientos de kilómetros, mi cuerpo entero se estremeció a su propia voluntad, mi mano la sentía tan caliente que quemaba, mi pecho subía y bajaba como si hubiera tenido un ataque al corazón. La vi, vi sus ojos y estos cambiaron a un rojo carmesí, me perdí en su mirada y quería ser la dueña de su mirada siempre. No sabía qué pensaba, solo tenía un impulso en mi corazón de arrojarme a los brazos de esta mujer que tenía enfrente y besarle, comerle la boca a besos y tomar todo lo que quisiera. Pero no podía, no era correcto, yo era mujer, ella era mujer, no era correcto. Reprimí cada impulso que tuve y quite mi mano de su agarre, como pude trayendo toda mi fuerza a mí pude hablar.

— Un gusto Sofía Miller— tenía que salir de aquí, me sentía mareada, quería correr, quería llorar, quería quedarme a contemplarla, quería hacer tantas cosas y a la vez no quería hacer nada, en ese momento recuerde como la había tratado. Maldije por lo bajo porque ella no tenía culpa de lo jodida que estaba mi mente, de como me sentía respecto al abandono, y ver que mi hija no estaba, me sentí sin vida. Ella no tenía culpa de nada. Tenía que hablar y disculparme.

— Yo, solo siento tanto Señora Kamilla— dije esto y ella hizo una mueca, seguro fue porque le dije señora, pues no sabía su edad— debo agradecer que haya podido ayudar a mi hija, muchas gracias.

— No te preocupes, solo la vi y quise ayudarla— miro directo a mi hija— quien dejaría a esta pequeña niña linda sin poder ayudarla.

Nuevamente, sus ojos estaban en mí, estaba estudiando mis expresiones, al igual que yo con ella, pero era difícil, ella no tenía emociones en su rostro, era casi inerte. Me molestaba que no mostrara ninguna emoción.

—Tú eres linda— mi gran boca hablo por sí sola.

Mierda, mierda, mierda.

— Quiero decir, tu hija mía eres linda— vi a mi hija, quien me sonrió, pero yo estaba muerta de nervios. Tengo que salir de aquí, pero ya.

— Creo que es hora que me vaya— gracias al cielo hablo ella, su voz tan dulce, pero ronca a la vez— un gusto conocerlas, espero volver a verlas.

— Un gusto, señorita Kamilla— dijo mi hija, cuando la vi ella le estaba dando un abrazo a Kamilla, es raro, ella no muestra afecto a nadie más que no sea yo o la señora que la cuida.

— Un placer, Señora Kamilla— dije esto levantándome, tenía que salir de aquí o cometería una estupidez, por mi impulso hacia ella.

— Solo dime Kamilla— casi pude ver una sonrisa en su rostro, me derritió por dentro.

— Kamilla— dije yo.

— Sofía— dijo ella.

No podía más, si seguía viendo sus ojos iba a perderme. Tome en brazos a mi hija, y salí de ahí como pude, con mi corazón acelerado y mi mente confusa. ¿Acaso dijo Drácula? Qué apellido más extraño. Por un momento pensé que me dijo mal su nombre, pero no se veía de las personas que mienten, así que tenía que investigar.

Llegamos a casa, no sé cómo pude conducir sin arriesgarnos a un accidente, pues en mi mente estaban esos ojos color carmesí que me había atrapado. Pero me reprendí mentalmente, pues llevaba la vida de mi hija en mis manos.

— Alexia, cariño, vamos a bañarte, y descansar un rato— ella tomó mi mano y subimos a mi habitación.

Siempre hacía esto, me metía a la bañera con mi hija y nos bañábamos juntas, no lo veía raro, pues muchas madres lo hacían con sus hijos. Sabía que en un par de años ella sería mucho más independiente de mí y no permitirá que yo hiciera estas cosas. Siempre dejaba mi ropa interior puesta, y ella ponía un traje de baño, pues simulábamos que estábamos en la playa.

— Mamá, verdad que la señora Kamilla, se mira buena persona— ella me saco de mis pensamientos y me veía con su carita toda mojada, sus rizos casi lacios por la humedad, jugueteaba con su patito de hule.

— Si, se ve muy buena persona— pero debía hablar con ella, no podía pasar lo mismo otra vez— escucha hija, esto no puede volver a pasar otra vez, puede que ella no quisiera hacerte daño, pero no todas las personas son así de buenas, hay gente mala, por favor no vuelvas hacer eso— solo asintió, sabía que hablaba en serio con ella y que estaba mal lo que hizo.

Terminamos de ducharnos, hice un caldo de pollo como me lo enseño la señora Lucia, a mi hija le encanta, comimos y ya era tarde. Yo tenía que trabajar mañana, ella se quedaría aquí con Nancy porque necesitaba recuperarse. Esta noche la traje a dormir conmigo, la abracé sentía su respiración tan relaja y supe que dormía. Absorbí su peculiar aroma, me encantaba, ella seguía oliendo a bebe. Mi bebe.

Quedándome dormida, y sus ojos aparecieron, me permití dejarlos en mi mente, pues era la única manera donde los vería solo para mí.

Me quedé dormida.

Me quedé dormida

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Mirada CarmesíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora