19-Kamilla Drácula

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- Maldición - dije por lo bajo.

Sofía me había besado y el problema no había sido el beso, sino que ese beso me encanto. Hace siglos no sentía algo con un beso, Sofía solo con su cercanía hacía que cada molécula de mi cuerpo se alterara, y cuando decidió besarme no solo le correspondí, si hubiera seguido no iba a poder detenerme.

Ninguna mujer con la que he estado me había hecho sentir tanto como ella, su beso significo tanto que borro cada pensamiento y cada objeción que mi cuerpo hacía. Salí de ese hospital aparentando estar en orden, pero por dentro era todo lo contrario, ella había derribado cada barrera que había interpuesto hace mucho tiempo, me había desarmado. Y eso me aterraba y me gustaba.

Llegue a mi casa de la ciudad, no tenía tiempo de ir al castillo, tampoco me consideraba en condiciones de viajar, mi mente estaba en ese armario, en esa mujer, en esos labios, en esos besos. No iba a poner en riesgo una vida humana por mi imprudencia. Había llevado alguna que otra ropa para tener en ese lugar y un vestido que tenía para la ocasión, debía tratar de seducirle y solo si tenía oportunidad robarle una gota de sangre. Me arreglé lo mejor que pude y a las 6 de la tarde ya estaba lista, estaba nerviosa, solo Sofía podía ponerme así. Decidí que debía calmarme y sabía como lo haría.

- Hola - dije

- Hola - silencio - ¿está todo bien?

- Si, si - suspire - no, realmente está todo mal.

- Lo que haces es por una buena razón, debemos proteger al pueblo y debes protegerte a ti también.

- No me importa lo que pase conmigo - dije segura - solo no quiero que nadie le haga daño.

- No estaríamos en esta situación si... - no la deje terminar.

- Lo sé - gruñí - pero no puedo matarla.

- Ya es tarde para eso - suspiro - haz todo rápido, y luego solucionaremos todo.

- Me tengo que ir - dije terminando la conversación.

- Está bien - dijo Mackenzie - ten cuidado.

Corte.

Yo quería esta cita, pero también era impórtate para darme cuenta si Sofía podía ser un ángel y qué tipo de ángel. Conduje a su casa, con más nervios de lo normal pero con una cosa en mente.

Toque su timbre. Dentro de la casa escuchaba claramente como se despedía, suspire y me arme de valor, hoy debía ser Kamilla la egocéntrica y sería.

La puerta se abrió y me dejo helada, tuve que tragar saliva, Sofía se venía más sexy de lo normal, su vestido negro tallado al cuerpo un poco más arriba de sus rodillas y con sus tacones se veía un poco más alta de lo normal. Estaba hermosa, mi corazón no dejaba de latir como un loco sin frenos.

- Sofía - me deleité.

- Hola - dijo algo tímida.

- Estas - jodidamente apetecible - estás muy hermosa.

- Gracias, tú también.

Le di mi mano, la quería tener cerca de mí, aunque fuera de esta manera.

- No me hagas pecar esta noche - realmente no quería hacer nada de lo que me iba a arrepentir.

- No prometo nada - Mierda.

«Kamilla no lo hagas» eso había sonado como una situación sexual, y si ella seguía de esta manera no podría controlar la bestia que llevaba dentro de mí, ya tenía más de 4 meses sin sexo y Sofía no ayudaba a mi autocontrol.

Mirada CarmesíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora