37- Kamilla Dracula

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Se había quedado dormida, ni siquiera se dio cuenta de que se había acostado en su propio jugos, sé qué me había pasado, ella no es un vampiro, su resistencia no es tanta como la mía, pero jamás imagine que estando en este estado con ella estaría sin control, quería estar dentro de ella a cada momento, se sentía jodidamente bien. Cuando cambie tuve que alejarme de ella, el cambio es doloroso para mí, mi piel quema, mi cuerpo parece que se quiebra y quiero solo estar sola, por eso me había ido a un parque que estaba solitario y ahí fue mi cambio.

Cuando regrese iba directo a la habitación, pero Vanessa me llamo informándome que habían llegado los vampiros, yo anteriormente le había mandado la foto de Patrick, así me dijera si lo llevaban, en efecto me confirmo que si lo llevaban, pero ya no era Patrick, lo habían convertido eso solo sería un problema más. No pude matarlo porque cuando iba hacia la celda, Sofía me llamo y no pensé dos veces y deje todo y fui con ella, ahora pagaba las consecuencias de ese acto. Le dije a Vanessa que en dos días iría al castillo de Rumana, que al regresar se vendría conmigo, es muy peligroso que ella esté sola en un lugar lleno de traidores.

Mackenzie estaba molesta conmigo, empezaba a descuidar mis obligaciones, solo quería estar con ellas y protegerlas, por eso mismo decidí llevarla conmigo a Rumania, si me voy y las dejo les pueden hacer algo, aunque llevarlas implica que pondría en riesgo mi propia vida, no me importaba, su seguridad era primero.

Se empezó a mover en mis brazos, apenas solo tenía 30 minutos dormida, la atraje más a mi pecho sintiendo ese aroma que se puso. Maldición, ese aroma me tenía demasiado embriagada, no sabía que tenía, pero me hacía querer estar a sus pies.

- Hola - susurré

- Hola - dijo con voz perezosa - ¿ya amaneció?

- No - acaricié su rostro - apenas solo has dormido media hora.

- Oh... parece que dormí como días - eso quiere decir que se siente bien.

- ¿Cómo te sientes?

- Perfecta - me sonrió - espérame un momento, debo ir al baño.

No la dejaré ir, aprovecharé esa oportunidad. Se levantó y yo me levante aún más rápido, me posicione frente a ella impidiéndole el paso.

- ¿Qué pasa? - ladeo la cabeza.

- No harás eso - me pegué a ella - al menos no en el baño.

Comencé a besarla, mientras ella forcejaba conmigo por zafarse de mi agarre, yo la acorrale entre la pared y mi cuerpo, había algo que debía hacer. Mi miembro fue creciendo, hasta sentir lo doloroso que era tenerlo tan erecto y eso solo ella podía saciarlo, recorrí con mi nariz el sendero desde su oreja hasta su cuello, su aroma me ponía mal, deje besos húmedos en su piel, baje hasta sus pechos y los estruje con mis manos hasta quedaron las marcas de mis dedos, bese mordí y chupe sus pezones, me tome el tiempo en cada uno, ella era solo gemidos.

Deje sus pechos para bajar hasta su vientre, deje marcas en su abdomen, marcas que recordara en muchos días, me fui arrodillando para quedar entre sus piernas, pase una por mi hombro, dejándola sostenerse en un solo pie, eso le dará que pensar y se dejara ir. Hundí mi nariz en su vagina, ella contrajo su vientre, tenía su aroma y el mío juntos, pase la lengua por sus piernas hasta llegar a su centro, hice lo mismo con la otra, pase mi lengua desde atras hacia delante, no tocaría su parte trasera, ya la había dejado muy sensible.

Comencé con chupadas fuertes, se escuchaba en la habitación cada vez que succionaba sus labios y los soltaba, toda su vagina estaba tan hinchada, quería dejarla aún más. Metí mi lengua en su entrada, dándole vueltas en ella, sintiendo como salía más de sus jugos, pase a su clítoris donde lo tome con mis labios y apreté un poco, ella con su mano empujo más mi cara para quedar más adentro.

Mirada CarmesíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora