8-Kamilla Dracula

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Después de lo que me había dicho Mack, no podía seguir esperando más, pase tres días vigilándola, no hacía más que ir al hospital y cuidar de su hija; como haría para saber con qué tipo de amenaza es a la que me enfrento. Esta mujer no hacía nada mal, cuidaba de los enfermos, cuidaba de su hija, la única cosa mala que la vi hacer fue, estacionarse mal.

Vi su rutina, (si la estoy acosando lo sé), no podía hacer más.

Estaba en mi coche esperando, vi una mujer que llevaba de la mano a una niña, su olor llego rápido a mis fosas nasales, porque ellas tienen el aroma tan fuerte. Era mi oportunidad, Sofía no iba con ellas, así que debía ser rápida e inteligente. Me les acerqué, tenía que hacer algo para estar más cerca de Sofía, para seguir mi investigación.

— Señorita Kamilla— me llamo la más pequeña— tiene hijos, yo vengo a este colegio, voy en primer grado.

— Hola, pequeña — quise sonreírle amablemente, pero creo que la asuste, porque dio dos pasos a tras — no tengo hijos, pero quiero invitarte.

No sabía qué hacía, pero me pareció la mejor idea.

— ¿Invitarme?, ¿A dónde? — ya lo logre.

— A mi casa, sé que te gusta el helado — está mal si lo sé — ¿Quieres venir un día?

— Siiiiii... pero le tengo que decir a mi mami — ¡bingo! Está hecho

Mi plan iba viento en popa, solo faltaría que Sofía acepte, y mi plan en seducirla para tenerla cerca estaría en marcha, no pienso enamorarme de ella, pero debo mantenerla cerca y si es una amenaza cumpliré mi promesa.

— Claro, pequeña, tú dile y ella que me informe que diga irán a verme.

Sin más me despedí de la niña y de la mujer que no sé quién es. Hoy debía ir al hospital por mis bolsas de sangre. Me hubiera encantado saber de quién es esa sangre, cada vez era más adicta a ella, solo bebía sorbos pequeños, así tendría para más rato.

En el hospital me fue muy bien, ya no tuvieron más errores, el director me dijo que la expansión de la nueva clínica para donaciones de sangre iba muy bien, me alegre porque eso quiere decir que tendremos más.

Mi vista y mi olfato, dieron con la dueña de mis dolores de cabeza, y mis preocupaciones, se veía hermosa, algo agitada. Ella no logro verme, (eso creo), pero esos escasos segundos no pasaron desapercibidos por mí. Entrado a la oficina del director, me informo que debía hablar conmigo, que era algo importante.

— Bien, señor, dígame que es lo crucial que debo saber — tome asiento, no quería seguir más de pie.

— Verá, señora Kamilla, tenemos un problema — otra vez con sus problemas

— Si va a empezar nuevamente que ocupa más diner...

— Sofía Miller, está investigando sobre su persona — no me dejo terminar — ella vino a mí preguntando, cosas...

— ¿Que cosas? — ella no debería saber sobre nuestra existencia, eso podría ir muy mal.

— Ya sabe, si usted es un vampiro, y por sus familiares — carajos, como pudo dar con esa idea.

Sé que es obvio por mi apellido, pero no pensé que llegaría tan rápido a esa conclusión, esto no es nada bueno.

— ¿Qué le dijo usted, exactamente? — si estaba asustada y enojada — espero que no le haya dicho nada.

— Claro que no, no quisiera que ella se vea en vuelta en este mundo — me quede asombra por su revelación — ella es una excelente persona y muy amable, pero ha investigado y dudo que ella se detenga.

Mirada CarmesíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora