9- Sofia Miller

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Ya tenía rato de haber llegado al hospital, ayer pase con mi hija todo el día, estuvimos viendo películas, ayude hacer sus deberes y salimos un rato al parque. Realmente tuvimos un día tranquilo como hace mucho no teníamos.

Estaba hablando con el doctor Erick, realmente en un punto de la conversación dejé de prestarle atención, pues una mujer con ojos intensos no dejaba de verme, para ser honesta me ponía los nervios de punta. El doctor se me acerco más y es cuando logre volver a poner atención a su conversación.

— Entonces, ¿que dices Sofía? — mierda, no preste atención, ahora que le digo.

— Disculpa, ¿que me dijiste? — dije apenada — me desconecte un rato.

— Si, claro, te entiendo — dijo un poco como ¿molesto? — te decía, si hoy querías venir a tomar una copa o un trago al bar de al frente.

¿Quería? No sé qué quería, mientras tenía una mirada intensa en mí, no sabía que quería, solo quería dejar de hablar con él.

— Claro, porque no — no lo pensé bien, solo quería que se fuera.

— Perfecto, paso por ti, terminando el turno — le sonreí amable.

Se me acerco aún más peligrosamente, me quede congelada y no sé por qué si fue por su cercanía o por la mujer que me miraba que quería matarme ¿Qué le pasa a ella? Se despidió de beso en la mejilla y sentir raro debo admitirlo. Bueno, al fin se fue, es hora de seguir en lo mío. Iba a seguir mi camino, pero escuche unos tacones detrás de mí, así que baje mi ritmo, y me di la vuelta.

— Kamilla, hola — le di una sonrisa picará — dime por qué invitaste a mi hija tomar un helado.

Tenía que hacerlo, necesitaba saber como alguien como ella invita a mi hija de 6 años a su casa y un helado, está loca o que.

— Hola, Sofía — saluda educadamente — yo quería invitarte a ti, pero no sabía como, así que le dije a tu hija y sabía qué te diría.

Así que ese era su plan, pero aún no entiendo su interés en mí.

— ¿Por qué? — dije haciéndome la ingenua.

— Quiero conocerte — dijo sin más — ¿tengo oportunidad?

Que si tenía oportunidad dijo, carajos, hace mucho alguien, no me decía algo así, y en este mes ya van dos personas que tienen interés en mí. Debo admitir que no tenía interés en Erick, pero con Kamilla no sabía si podía ser interés o solo curiosidad, digo nunca salí con mujeres, pero con ella podría intentar. Me quedé perdida en mis pensamientos, que casi olvide que ella estaba frente a mí hasta que hablo.

— Si no quieres está bien — su actitud de siempre apareció, maldita egocéntrica — no tienes por qué hacer un silencio incómodo.

— ¿Yo? — pero sí, ella y sus preguntas — fuiste tú con tu propuesta.

— Claro — dijo con indiferencia — ya tengo tu respuesta.

Pero si no di ninguna respuesta, la vi que iba a irse así que la tome del brazo, Jesús, esa corriente de nuevo, ni siquiera tome su brazo descubierto, fue encima de la tela. Ella lo noto, abrió grande sus ojos, y vi ese leve color carmesí, aparto su mirada de mí, ¿Por qué? Si tanto me gusta.

— Espera — ya sé, me escuché desesperada, y claro que lo estaba — yo no dije nada.

— Ya, tampoco dijiste que si — su tono de voz, pone mis nervios a mil.

— Pero porque tú no me dejaste procesar todo — debía ser honesta — Solo me dijiste, quieres salir conmigo, y de pronto dices ya sé tu respuesta.

Mirada CarmesíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora