20- Kamilla Drácula (parte 2)

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Maldición, no podía ser ella, me había estado prácticamente drogando con esa sangre, me volví loca tratando de saber de quién era y sin saber que mi banco de sangre favorito había estado justo frente a mis narices.

- Como pude ser tan idiota - grite en el auto.

Había salido despavorida de la situación con Sofía, estaba tan cegada que no me di cuenta de que había mordido su labio, no era así como había planeado sacarle la sangre. Iba a esperar fuera de su casa hasta que se durmiera, habría entrado por algún lado de su casa y pincharle el dedo y tomarlo en algún frasco, pero se salió de control, sus besos hacen que pierda toda la concentración y cordura que necesito. Casi la marcaba en ese momento.

Había decido que no podía esperar más hasta mañana, había dejado mi coche en la casa de la ciudad, cambie mi ropa a una más cómoda para correr. Primero fui al castillo a buscar lo que necesitaba, había estado guardado un poco de su sangre, mierda no sabía si quería volver a probarla, yo me había hecho adicta a ella sin saber que lo que consumía salía del cuerpo de la mujer que sería mi perdición.

Era la una de la madrugada y ya me encontraba frente a la casa de la bruja, me costaba decidir si entrar o no, sabía que ambas estaban ahí, pero no sabía que tanto estaban haciendo. «Ni modo» pensé, abrí la puerta. Joder la casa está tan caliente que creí que se estaba quemado y luego el olor a sexo invadía cada espacio de este lugar, lo peor fue cuando mi vista dio hacia el sofá donde muchas veces me había sentado. Mackenzie estaba totalmente desnuda, con las piernas abiertas sobre los hombros de mi amiga, se la estaba comiendo, ni siquiera notaron que estaba ahí, la bruja parecía que no podía parar de gemir. Me sentí un momento con envidia, yo deseaba tomar a Sofía y hacerla mía, pero mis problemas estaban de por medio y estas dos cogiendo sin frenesí.

- Interrumpo - carraspeé, quería joderlas.

- Maldición - dijo Vanessa.

- Carajos - gruño Mackenzie, cuando Vanessa había parado de comerle la vagina.

- ¿Qué quieres? - dijo ahora la bruja cubriendo su cuerpo.

- Tengo la sangre - dije levantando ambas cejas.

- Quieres salirte y esperar afuera - dijo Vanessa - al menos deja que nos cambiemos.

Me reí a carcajadas, ya me cobraría cada una después de esto.

Me salí de la casa y me puse a pensar que pasaría ahora, estaba claro que Sofía sí presentaba un problema para mí, y el hecho de que sea un ángel celestial era peor, ella bien podía tener la misión de matarnos y nosotros ni podríamos hacer nada, no sabíamos que era ella, si Mackenzie no hubiera intervenido ese día, ahora seguramente estaría en otras condiciones con Sofía.

- Entra - dijo la mal humorada de Mack.

- Perdona si no te deje terminar - dije entre risas - se notaba que estabas a punto.

- Maldita - sentencio - un día me las pagarás.

- Ya, ya - dije bajando las manos - seguro que Vanessa terminara lo que empezó.

- Cuando te largues lo haré - dijo segura.

Ellas tomaron asiento juntas y entrelazaron sus dedos, ¿desde cuándo estaban tan unidas? Pensé que ellas solo tenían sexo, pero veía que había algo más.

- Dime como la conseguiste - empezó la bruja.

- De hecho ya la tenía - dije encogiéndome de hombre.

- ¿Cómo?

- Una de las veces que fui a recibir las bolsas de sangre - explique - me dieron unas de además y pues resulta que una no tenía nombre, y ahora me doy cuenta de que era la de Sofía.

Mirada CarmesíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora