32 - Kamilla Dracula

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Desde hace tantos años que no logro dormir tan bien, tan en paz, me he olvidado de todo lo que me rodea, me deje llevar y es que con Sofía es todo tan fácil.

Sentía una sensación de que alguien me observaba, tuve que abrir mis ojos para darme cuenta de que un par de ojos grandes y color miel me observaban curiosos, instintivamente agarre con más fuerza la sabana, solo llevaba una camiseta por debajo, en algún punto de la noche Sofía me obligo a ponérmela y ahora entiendo por qué.

- Buenos días - murmuré apenada.

- Buenos días - movió su cabeza de lado.

Nos quedamos calladas viéndonos la una a la otra, trate de leer su mente y todo era risas y gritos. Estaba extasiada de encontrarme de esta manera, se acercó más a mí y me tomo con sus dos manos el rostro, apretando mis mejillas.

- Te quedaste - afirmo - pensé que te habías ido.

- Bueno... si me quede - dije nerviosa - tu mamá me dio permiso.

Se acostó al lado donde Sofía había estado hace... bueno no sabía hace cuanto se había levantado, levanto sus manos al techo y comenzó a contarme qué había soñado, básicamente soñó que tenía un hermano y que se parecía mucho a su madre... yo solo la escuche atenta, no podía ni siquiera moverme, me sentía intimidada por una niña de 6 años.

- ¿Crees que mamá quiera tener un bebé? - me miro ahora a mí.

- No lo sé - de verdad que las ocurrencias de ella me llevaban al límite - deberías preguntarle.

- Para tener un bebé, mi mamá se debe casar, ¿verdad? - ahora si palidecí - pero sería con una chica o un chico.

- Dos chicas pueden tener un bebé - dije analizándolo desde mi perspectiva.

- ¿Sí? - me miro asombrada - ¿cómo? Mi maestra dice que los bebés nacen del amor de una mujer y un hombre.

Por Drácula, ahora que le decía.

- Es cierto - parpadeé viendo el techo - aunque también hay mujeres que cuando se aman pueden tener bebes.

Esta había sido la conversación más extraña y más interesante que había tenido en mi vida, nunca te imaginas estar hablando con la hija de tu novia, en la cama, recién levantada y media desnuda.

- ¿Tú amas a mi mamá? - se sentó para verme mejor.

- Eh... - mierda, mi mente estaba en blanco.

- ¿No? - bajo su cabecita.

- Claro que la amo - dije levantando su rostro - pero no le digas, aún no se lo he dicho.

- Está bien - aseguro energéticamente - si la amas y ella te ama, ¿cuándo tendrán un bebe?

No podía más con esta conversación, si seguía hablando sabía que metería la pata con ella, se me podía escapar algo, o si avanzaba mucho me haría más preguntas.

- Tu mamá, ¿dónde está? - pregunte cambiando de tema.

- Haciendo el desayuno - se bajó de la cama - me iré a cambiar, deberías hacer lo mismo, se pone furiosa cuando el desayuno está listo y no he bajado.

Camino hasta la puerta, regreso su mirada a mí y me sonrió. Cuando la puerta cerro, deje escapar todo el aire de mis pulmones, me lleve la sabana a la cabeza cubriéndome con ella, maldiciendo por lo bajo a Sofía por no haberme levantado. De los nervios que tenía ni siquiera pude bañarme, solo me cambie y lave la cara, tuve que buscar en todos los cajones del baño algún cepillo de dientes, hasta que encuentre uno, hice todo lo que debía hacer en el baño y salí de la habitación.

Mirada CarmesíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora