18- Sofía Miller

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Desde la noche que pase con Kamilla, mi sueño se repetía una y otra vez. Lo mismo de siempre alguien me perseguía y ella me defendía, no sabía si eso sería bueno o malo, pero el solo hecho de presenciar como Kamilla me defendía, mi cuerpo reaccionaba estremeciéndose.

Cuando dieron dos días y Kamilla no había aparecido, maldije por lo bajo. Habíamos quedado que vendría a verme. ¿Por qué siempre hacía lo mismo?

Me armé de valor y saliendo del trabajo pasé por su casa, si Mahoma no va a la montaña, la montaña irá a Mahoma. Pero fue inútil, no había nadie, fue cuando recordé que ella me había dicho que vivía a tres horas de la ciudad ¿Y si estaba con esa mujer? ¿Consiguió novia tan rápido? Porque con Kamilla todo era tan difícil y misterioso. Maldición.

Me encontraba firmando expedientes y programando citas de pacientes, cuando una enfermera vino a verme.

- Doctora - llamo a la puerta - la buscan en recepción.

- ¿Quién? - no esperaba a nadie, había dicho que hoy me dedicaría al papeleo.

- Una mujer - dijo frunciendo su ceño - dijo que se llama..... Kamilla.

Y como si con su nombre sanara todos mis males, mi cuerpo se erizó con solo escuchar su nombre. ¡Al fin, Había venido!

- Bajaré pronto - dije mostrando un poco de cordura.

Entre a mi baño y me retoqué el maquillaje, busque en mi uniforme si no había ninguna mancha. Y poniéndome a pensar, Kamilla jamás me ha visto usando otra cosa que no sea uniforme, excepto ese día, que me vio en mis bragas.

A lo lejos, mientras caminaba, vi a una mujer alta y con porte imponente, era ella. Fruncí mi ceño cuando me di cuenta de que estaba hablando acaloradamente con Erick. ¿Qué hacía él con ella? Apresure mi paso para llegar cuanto antes y evitar que él dijera algo que nos comprometiera diciendo algo sin sentido.

- Kamilla - le sonreí

Ella me vio y me devolvió una hermosa y reluciente sonrisa, es tan hermosa.

- Cuidado - dijo Erick cuando se acercó a mí. Pero qué rayos le pasaba a él.

Paso por mi lado y se fue, di gracias al cielo porque no hizo ninguna estupidez.

- Hola, Sofía - dijo.

- ¿Te molesto? - pregunté con cautela.

- Para nada - le resto importancia - ¿tienes tiempo?

Asentí

Nos dirigíamos a la cafetería, cuando en él trayendo una enfermera iba con un carrito rojo de emergencia a una de las camillas, ocasionándome casi caer al suelo, Kamilla no sé cómo hizo, pero con un movimiento rápido me tomo de la cintura atrayéndome a su cuerpo, por un momento deje de respirar, su cercanía ponía mi sistema nervioso más nervioso, mis piernas se sentían de gelatina y yo..... yo, pues estaba completamente ida en su rostro.

Ella los maldijo por no fijarse, yo solo di las gracias porque sin ellos no estaría en los brazos de esta mujer. Esto es una maldita suerte.

- ¿Estás bien? - dijo cerca de mi rostro.

Quise decirle que sí, pero no articulaba ninguna palabra ¿Desde cuándo era tan tímida con ella? Me limité a asentir.

- Te soltaré - dijo con cuidado mientras ponía mis piernas firmes - bien - dijo con una sonrisa.

Seguimos el camino y yo solo quise que otro accidente nos dejara en la misma situación, pero ya dos veces seria mucha avaricia de mi parte.

- Te traeré un...... jugo - dije dudosa.

Mirada CarmesíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora