𝟎𝟐

1.2K 96 53
                                    

Algunas semanas habían pasado ya. La amistad de estos ya había crecido más.

A pesar de que no estuvieron tanto tiempo ahí, Roier entró muy rápido en confianza. Muy, muy rápido.

── ¡Ayy, Spreen! Que lindo estás hoy. ── Dijo el castaño mientras lo abrazaba por el hombro.

── Salí, boludo. ── Lo apartó un poco, aunque tampoco se resistió mucho, solo se dejó.

── ¿Qué dices? Si tú me amas. ── Este hizo lo opuesto, solo se pegó más a él. Era muy insistente, Spreen quería dar la apariencia de que no le importaba o le molestaba, pero en el interior, le agradaba y le parecía muy tierno.

El híbrido de oso ya no se resistió, sabía que iba a ser inútil, así que solo siguió con lo suyo, mientras que el otro lo seguía 'jodiendo' (según él).

Roier lo acariciaba, le coqueteaba y de más. Para todos ya era normal eso, lo hacía con todos ahí, o bueno, con la gran mayoría.

── Míralos, re gays. ── Dijo una chica a su amiga, que estaba sentada junto a ella, completando las actividades. La otra chica los miró y asintió.

── Y después andan diciendo que son hetero. ── Esto le causó gracia a la otra, provocándole una carcajada.

Volviendo a los otros dos; Roier se "separó" de Spreen cuando la profesora volvió a hablar. Debían prestar suma atención, Biología no era tan fácil como parecía.

Roier participaba mucho en las clases.

Spreen no, el era sumamente callado.

Roier hablaba con todos, hablaba hasta por los codos.

Spreen apenas les hablaba a sus (nuevos) amigos.

Roier era alegre e infantil.

Spreen era serio y cortante.

Ambos muy diferentes. Pero como dicen por ahí: "Los opuestos se atraen".

[✰]

Por fin habían terminado las clases. El oso ya había terminado de guardar sus cosas, y vio como Roier no, por andar hablando con otros chicos del otro lado del salón. Era muy inquieto, ni siquiera tenía un lugar fijo en el salón como la mayoría ahí, nunca se sabía donde se iba a sentar o con quien, es más, hasta en medio de las clases se cambiaba. Spreen solo negó con la cabeza y siguió en lo suyo, no quería salir tarde, tenía que tomar el colectivo y no quería perderlo.

── ¡Ay, no! ¡Mis cosas! ── Dijo el castaño volviendo a ver la mesa llena de sus cosas por todos lados. Había un gran desorden ahí.

Spreen lo volvió a ver.

── ¿Te ayudo? ── Le preguntó.

Roier negó repetidas veces con la cabeza.

── Nonono, yo lo ordeno solo, no te preocupes, pero gracias, Spreen. ── Le sonrió. Probablemente la sonrisa más linda que Spreen vería nunca. ── Ya te me podrás acercar más tarde, guapo. ── Le guiño el ojo después de decir eso, ganándose un gruñido por parte del otro. Este solo se rió de él.

Spreen se había alejado de él, volviendo a su mesa. Sentía sus mejillas arder.

Carrera se acercó a él. Este ya estaba listo desde antes que la profesora diga que guardaran.

── ¿'Tas bien, amigo? Tenés la cara roja. ── Le preguntó. No tenía taaan roja su cara, pero era notable.

── Sí, sí. Estoy bien, ¿Ya nos vamos? ── Dijo este, no quería hablar del tema.

── Capaz te vas a enfermar. Y no sé, la profe no dijo nada todavía. ── Respondió.

Spreen solo suspiró. Ya quería irse.

Todos estaban parados y amontonados en la puerta, esperando a salir. No veían la hora de irse. El oso agarró su mochila, se la puso y se acercó a la puerta con Carre.

[✰]

Por fin eran libres. Estos se encontraban yendo hasta la parada del colectivo. Iban junto con Mariana, Aldo y Roier; este último no necesitaba tomar el colectivo, su casa quedaba a una o dos cuadras de la parada, así que acompañaba a los chicos.

Spreen aún no entendía como es que vivía, prácticamente, casi a lado de la escuela y todavía así, llegaba tarde. Eso era un misterio. Uno que no le interesaba saber, la verdad.

El colectivo por fin había llegado. Roier se despidió de ellos y siguió su camino. Todos subieron, pagaron sus boletos y se sentaron; Mariana con Aldo y Carre con Spreen. Los tres iban charlando, bromeando y riendo, ¿Y por qué digo los tres? Pues, creo que es más que obvio, Spreen ni hablaba, aunque si reía por las ocurrencias de sus amigos.

[✰]

Por fin estaba cerca de su casa. Al bajar del colectivo, se despidieron de Aldo y Mariana. Cuando estuvo cerca de su casa, se despidió de Carrera. Siguió su camino de manera silenciosa y sumergido en sus pensamientos.

Al entrar a su hogar, fue recibido por su padre; Vegetta. Este le devolvió el saludo y subió a su cuarto. Dejó su mochila, se cambió y se lanzó a su cama. Estaba realmente cansado, así que una siesta le vendría bien.

Se acomodó en las sábanas y frazadas, hasta quedarse profundamente dormido.

── ¿Cómo te fue hoy, Chiq- ── La pregunta del mayor había sido interrumpida por él mismo al ver a su hijo dormido. Le dedicó una sonrisa, y después de arroparlo bien, salió de ahí cerrando la puerta. Ya le preguntaría más tarde como le fue.

٭──────────────٭

𝐀𝐦𝐢𝐠𝐨𝐬...¿𝐎 𝐚𝐦𝐚𝐧𝐭𝐞𝐬? >>𝐒𝐩𝐢𝐝𝐞𝐫𝐁𝐞𝐚𝐫<<Donde viven las historias. Descúbrelo ahora