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Al otro día, ambos fueron realmente felices a la escuela.

Rubius veía a su hijo desde el espejo del auto, iba viendo la ventana, con una sonrisa en su rostro. Su colita moviéndose de emoción no pasó desapercibido para él.

No dijo nada, miró al frente y siguió conduciendo, ahora con una felicidad inmensa en su ser. Se niño podía ser feliz con alguien finalmente.

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── Spreen. ── Le llamó la atención antes de que entre a su salón. ── Suerte hoy, hijo. ── Dijo con una sonrisa para luego irse.

Spreen le agradeció, aunque lo sintió extraño, como si le hubiera deseado suerte en otra cosa, no en sus clases.

Meh, seguramente era su imaginación.

El día transcurrió con normalidad. Como todos los días, Roier había llegado tarde y saludó a todos, incluso a él, solo que.., las mejillas de ambos se tiñeron de rojo al hacerlo.

── ¿Por qué estás rojo? ── Preguntó serio Shadoune hacia el oso.

── ¿Eh? ── El oso salió de su trance y volteó a verlo. ── No estoy rojo. ── Mintió. Sentía sus mejillas arder.

── Sí, si lo estás. ── Shadoune frunció el ceño.

── Y que sé yo, amigo. ── Contestó. Rodó los ojos y miró al frente.

Shadoune continuó mirándolo en silencio por un momento, hasta que su mirada fue hacia el frente también.

Spreen ya no lo aguantaba.

Él solo continuó viendo hacia el profesor explicando, aunque, de vez en cuando su mirada se posaba por un corto tiempo sobre el castaño.

En su cabeza todavía de repetía la escena de cuando le dijo que le gustaba.., y de como luego salió huyendo de la vergüenza y los nervios.

Roier no parecía molesto, ¿O tal vez estaba ocultandolo? No, él es muy malo en eso. Parecía más que nada.., ¿Tímido? Wow, Roier y tímido en una misma frase, quién lo diría.

Spreen pensaba en una y mil cosas, tanto buenas como malas, haciendo que su estómago se revuelva de los nervios.

── Spreen. ── El castaño se posicionó en frente de su asiento, quedando, casi, cara a cara. ── ¿Quieres ir a la plaza hoy? Antes de ir a Ed. Física. ── Lo invitó Roier mientras se rascaba la nuca y miraba para otro lado. Sus mejillas estaban teñidas de rosa y sonaba tímido, como Spreen había pensado.

── ¿Puedo ir? ── Interrumpió Shadoune antes de que el oso conteste.

Roier dirigió su mirada a él, cierto, él existía, pensó. Frunció el ceño y abrió la boca, listo para echar a patadas al francés, pero, alguien más se le adelantó.

── No. ── Le contestó, firme, Spreen. Era su oportunidad de estar a solas con Roier, no iba a dejar que ese idiota se lo quitara. ── Si vos te vas con tu mamá, no te va a dejar. ── Continuó. ── Encima vamos nosotros dos nomás, ¿No? ── Preguntó lo último hacia Roier, suavizando un poco su tono, pero sonando insistente para que le siga el juego.

Y Roier no se negó.

── Ajá, solo somos nosotros, queremos ir para charlar un rato. ── Contestó el castaño.

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𝐀𝐦𝐢𝐠𝐨𝐬...¿𝐎 𝐚𝐦𝐚𝐧𝐭𝐞𝐬? &gt;&gt;𝐒𝐩𝐢𝐝𝐞𝐫𝐁𝐞𝐚𝐫&lt;&lt;Donde viven las historias. Descúbrelo ahora