Capítulo 11

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Takemichi se dio cuenta que estaba con sus amigos quienes habían visto lo ocurrido anteriormente y su rostro enrojeció. Sabía que ahora si lo molestarían por ello. Un silencio pesado cayó.

Minutos después Kisaki cortó el ambiente tenso diciendo:

-Chicos, tengo que irme a casa. Nos vemos mañana.

Salió corriendo seguido de cerca por Takuya dejando a Takemichi sólo con el grupo. Maldijo para sus adentros la cobardía de sus amigos, pero no los culpaba. Mikey era demasiado intimidante. Viendo que lo habían dejado solo el rubio tatuado bufó sarcástico:

-¡Que buenos amigos te gastas!

Takemichi salió en defensa de sus amigos:

-Cualquiera saldría huyendo despavorido si viera la expresión que tiene ahora Mikey-kun, parece que se los fuera a tragar vivos de un bocado.

El mencionado hizo un puchero hacia el pelinegro actuando agraviado. Se comportaba de forma infantil sin contenerse delante de ellos. Ver esto hizo que el pelinegro sintiera una calidez en su corazón.

Draken viendo esto comprendió la buena relación que tenían ellos. Los cuatro fueron caminando hacia la casa de Takemichi despidiéndose de este cuando llegaron a la puerta. El pelinegro sonrió hacia ellos mientras sacudía su mano y entró a su casa.

En el camino de regresó Baji, que no había dicho una sola palabra finalmente habló:

-Parece que en verdad te gusta bastante

El cuerpo de Mikey se tensó ante ese comentario, pero no podía chistar nada al respecto después de como se había comportado ese día. Draken también se había percatado de esto. Sabía que esos dos estaban desarrollando sentimientos que en algún punto sobrepasarían una amistad, sin embargo, decidió que lo mejor era no meterse en ello.

La normalidad fue cayendo de nuevo en la vida de los niños. Poco a poco se Takemichi se había hecho cercano a Baji, quien en un principio lo rechazaba con fuerza mostrándose reacio a ser su amigo.

Tal vez porque vio que cada vez que el pelinegro estaba cerca de Mikey, este parecía más perceptivo y amigable que antes o porque sentía que este chiquillo haría lo que fuera por ellos, aun si tenía que sacrificarse a sí mismo para lograrlo.

Las vacaciones de verano llegaron de pronto y con ellas el festival. Mikey fue corriendo a casa de Takemichi para invitarlo junto con el resto. Este pregunto si era posible que Takuya y Kisaki se unieran al grupo. La idea no le agradaba del todo al rubio, pero si eso hacia feliz a la otra parte lo toleraría.

Dado que aun eran niños no podían salir solos por lo que Shinichiro se ofreció a llevarlos. En el grupo estaban: Emma, Baji, Draken, Takuya, Kisaki, Takemichi y Mikey. Todos estaban emocionados caminando entre los puestos de comida dispuestos por los alrededores del santuario.

En algún momento Mikey aprovechó la oportunidad para tomar la mano de Takemichi y salir corriendo hacia un puesto de dorayakis que quedaba más adelante. Viendo esto Shinichiro soltó una risita baja por el comportamiento de su hermano menor.

Deteniéndose en frente del puesto el rubio miró con ansias los dulces frente a él. Se percató entonces de que sus manos aún estaban juntas haciéndolo sonrojar, pero al niño a su lado parecía no importarle esto por lo que no lo soltó por el resto de la tarde incluso cuando las miradas de su grupo se posaban en ellos.

Cuando la noche comenzó a caer el grupo se dirigió a la orilla del rio para ver los fuegos artificiales que iluminaron el cielo de múltiples colores y formas, sin embargo, los ojos de Mikey estaban fijos observando a la persona a su lado quien estaba con su mirada en el cielo azul.

Luego de la última de que bengala estallara en el cielo el grupo se dirigió a la casa de los Sano donde pasarían la noche. Era muy tarde para que regresaran a su casa por lo que Shinichiro llamó para avisarles a los padres sobre esto.

Mikey estaba emocionado de poder dormir junto a Takemichi, sin embargo, su hermano tenía otros planes acomodando futones en la sala para cada uno de los niños. Viendo esto el decidió dormir también ahí. Arrastró el suyo desde su habitación colocándose al lado del pelinegro tomando una de sus manos entre las suyas.

Cayó en un oscuro sueño. En este recorrían un apartado lugar en ruinas que el conocía muy bien. Era un edificio abandonado que apenas se mantenía en pie. Al entrar había una pila de escombros y sobre ellos un hombre joven. Cuando vio su rostro supo de inmediato en donde se encontraba. Sus manos temblaron cuando el escenario cambió sosteniendo a Mikey en sus manos mientras el calor se extinguía de su cuerpo. Sus manos estaban cubiertas con su sangre mientras él le rogaba que se quedara a su lado. Sus ojos oscuros se apagaron de pronto.

La persona a su lado sintió que el chico se revolvía inquieto. No sabía que estaba soñando exactamente, pero viendo lo alterado que estaba suponía que no era nada bueno por lo que lo tomó entre sus brazos, consolándolo. Sentir el olor familiar del otro lo calmó alejándolo de esa penumbra en la que estaba sumido después de repetir aquella desoladora escena una y otra vez.

Para cuando Takemichi abrió nuevamente los ojos se dio cuenta lo cerca que se encontraba de Mikey. Esto lejos de desagradarle, lo hacía sentir mejor. Verlo dormir tan tranquilo le hizo desear desde el fondo de su corazón que esa inocencia nunca desapareciera. El resto de los niños seguían profundamente dormidos, por lo que él se acomodó un poco y cerró los ojos.

Sobre las 11 am Shinichiro despertó a los niños para que desayunaran antes de que se fueran cada uno para su casa. Mikey estaba muy apegado a Takemichi. Quien no parecía notarlo o si lo hacía no le interesaba que fuera así con él.

Última oportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora