Capítulo 41

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Fue a su habitación y se sentó en su cama a pensar lo que acababa de hacer. En su cabeza había un conflicto enorme sobre el concepto que tenía del amor. Desde pequeño se había enfrentado a la violencia de su padre y a la negligencia de su madre por lo que siempre pensó que en eso consistía el amor, pero eso cambio después de unirse a la ToMan. Recordaba cada una de las veces que su padre borracho lo llegó a golpear como saco de boxeo hasta que me cansarse solo por haber tenido un mal día en el trabajo. Ese abuso constante de parte de este género en él sentimientos de odio y miedo a partes iguales. Decidió dejar de pensar en ello por un rato, tomó un abrigo de su armario y se encamino a casa de Chifuyu.

Baji y Chifuyu estaban esperando en casa de este último a qué Kazutora llegara. Pasadas alrededor de dos horas sonó la puerta. Al abrirla se dieron cuenta que era el chico. Vieron que su rostro estaba cubierto de rasguños y magulladuras. Sus ojos lucían vacíos, lo que los preocupó. Kazutora se dio cuenta que estaban los dos y dudo un poco en entrar, pero suponía que los chicos le dirían que así que recogiendo los pedazos de su corazón siguió a la sala. Chifuyu se escabullo al baño buscando el botiquín para atender las heridas del chico, por su parte Baji se quedó cuidándolo. Cuando el chico de cabello bicolor llegó se arrodilló frente a Kazutora para desinfectar sus heridas. Este no se movió ni un poco a pesar de lo incómodo que era. Al terminar Chifuyu dijo:

—Tora, ¿Esto lo hizo tu padre?

El chico no respondió nada confirmando así las sospechas de los otros dos. La mano de Chifuyu se deslizó por la mejilla de este provocando que se alejara con aversión. El rubio estaba desconcertado por esto, pero también supuso que era algo normal. Se levantó del suelo y exclamó:

—¿Qué quieren de comer?

Baji dijo sin ningún aspavientos:

—Quiero Yakisoba

Escuchar esto provocó una risa en el rubio quien respondió:

—Si pudieras solo comerías eso el resto de tu vida Baji-san

Kazutora no dijo una sola palabra. Se sentía desconectado al estar en este lugar. Era como un invasor. Se levantó del sillón caminando hacia la puerta. Al ver esto Chifuyu se alarmó:

—Tora, quédate a comer con nosotros

Está vez el chico hablo:

—No me siento cómodo estando con ustedes dos. Sé que debo entender que de ahora en adelante ustedes están saliendo, pero de momento necesito procesar mis emociones.

Baji suspiró. Esperaba está reacción de su parte. Se acercó dónde él estaba bufando:

—Fuyu y yo no estamos saliendo

El rostro del mencionado se tiñó de un leve rubor rosa. Kazutora lo miró fijamente dándose cuenta de que lo que decía el pelinegro era verdad. No entendía que era lo que estaba pasando. En eso Chifuyu tomó su mano llevándolo hacia el comedor:

—Te lo contaremos después de comer

El chico de ojos dorados asintió. Chifuyu se fue a la cocina a preparar la cena mientras los otros dos lo esperaban. Pasados unos 40 minutos el chico colocó delante de ellos la comida y fue por su plato para comer todos juntos. Al finalizar Baji se ofreció a lavar los platos dejándolos solos. Cuando este regresó secándose las manos con una toalla dijo:

—Tora ¿Recuerdas lo que me dijiste aquella vez?

El chico de ojos dorados sabía a qué se estaba refiriendo, pero no quería que Chifuyu se sintiera mal por lo que evitó la pregunta. Dándose cuenta de esto Baji agregó:

—Mencionaste que yo te gustaba

La cara del chico se puso pálida temiendo lo peor, sin embargo, Chifuyu tomó la palabra está vez:

—A mí también me dijiste lo mismo

Kazutora sentía que se quedaba sin aire al oír esto. No sabía que decir, se sentía acorralado. Su cuerpo comenzó a temblar inconscientemente rememorando todas aquellas veces que su padre lo había castigado por cualquier cosa. Lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos. Los chicos estaban asustados de verlo en ese estado. Intentaron acercarse dónde él estaba para acariciarlo, pero resultó peor. Chifuyu se levantó de la mesa, tomó al chico entre sus brazos sin importarle que este le diera golpes con sus manos intentando separarlo. Sentir la dulzura del chico hizo que se tranquilizara lentamente. Su voz se quebró:

—Me gustan los dos. Lo lamento, no pude evitarlo.

Las lágrimas volvieron a cubrir su rostro. Chifuyu tomó su cara entre las manos y las limpio con su pulgar. Luego de eso le dio un pequeño beso en los labios diciendo:

—Tú también me gustas

Baji que estaba atento a la escena dijo:

—También a mí

Kazutora los miro a ambos sin comprender nada. Viendo su expresión perdida los chicos hablaron:

—Después de que Chifuyu se me confesara me dijo que también le gustabas—dijo Baji

El rubio añadió:

—A lo que él respondió lo mismo. Así que decidimos que lo adecuado sería confesarte nuestros sentimientos.

Kazutora exclamó un tanto dudoso:

—¿Eso quiere decir que puedo quedarme con ustedes?

Una sonrisa radiante apareció en el rostro de los otros dos quienes respondieron al unísono:

—Por supuesto que sí

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