Capítulo 48

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Takemichi había decidido que quería que sus amigos se unieran a la ToMan, pero tenía miedo de comentarle esto a Mikey. Ellos eran algunas de las personas en quiénes más confiaba incluso cuando algunas divisiones se negaron a seguir sus órdenes contra Tenjiku ellos se habían mantenido firmes. En todos los futuros dónde podía recordarlos, eran así de unidos. Esa tarde mientras paseaba con Mikey en su motocicleta este le preguntó:

—Mikey-kun ¿Podrían unirse mi grupo de amigos de secundaria a la ToMan?

El rubio claro sabía a quienes se estaba refiriendo. Desde la primera vez que los conoció tenía una mala impresión de ellos porque parecían demasiado cercanos a su novio, sin embargo, dejando sus celos de lado dijo:

—Si, está bien. Quedaran bajo tu cargo igual que los de Black Dragon ¿Entendido?

El rubio teñido respondió:

—Por supuesto

En eso Mikey añadió:

—Habla con Mitsuya para los uniformes

Había logrado su cometido sin que se le fuera la vida en ello. A la mañana siguiente les dio la buena nueva en cuanto los vio:

—Chicos...

Los cuatro voltearon a mirar al rubio con sospecha. Yamagishi se acomodó sus lentes diciendo:

—¿Sucedió algo bueno?

En eso Takemichi susurró aproximándose lo suficiente para que nadie más escuchara:

—Ahora ustedes son parte de la ToMan

Los chicos lo miraron incrédulos. Era imposible pensar que tipos como ellos pudieran formar parte de una de las pandillas más reconocidas de la zona. Supusieron que él les estaba jugando una broma por lo que lo dejaron pasar. A la salida de la secundaria Takemichi los arrastró hacia donde se encontraba Mitsuya. En este punto ellos comprendieron que era verdad lo que les había dicho en la mañana. Sintieron una corriente eléctrica recorriendo sus músculos. Estaban emocionados por lo que estaba sucediendo.

Unos días más tarde fueron presentados oficialmente al resto de los miembros durante una de las reuniones. Mikey los había dejado bajo el mando de Takemichi por lo que estaban tranquilos. La insatisfacción entre algunos de los presentes era obvia. Sintieron que era solo un capricho del líder hacia su novio permitir semejante estupidez. A leguas se veía que ninguno de ellos era rival para el miembro más débil de la ToMan, pero no podían oponerse a las decisiones de Mikey si querían seguir dentro de la pandilla.

El grupo de chicos se quedó conversando después de que la reunión acabara. Mikey estaba junto a Takemichi, como ya era costumbre. Akkun sintió curiosidad recordando que había pasado unas semanas atrás. Mirando a su amigo preguntó:

—¿Ustedes están saliendo?

Sabía cuál sería la respuesta dada la actitud posesiva que tenía Mikey, sin embargo, quería confirmarlo. Takemichi cayó en cuenta que nunca les contó sobre eso a ellos. Con su rostro totalmente rojo respondió:

—Si, nosotros estamos saliendo.

En eso llegó Kisaki acompañado de Hanma. Habia alcanzado a escuchar la pregunta del pelirrojo. Él se había dado cuenta hace mucho que Mikey y su amigo se gustaban, así ambos hicieran lo que fuera por negarlo. Cuando ellos formalizaron su relación no se sorprendió en absoluto. Esperaba este final para el héroe llorón. En eso el chico más alto dijo en tono burlesco:

—Eres un idiota. A este par se les nota que son algo más que amigos desde hace tiempo

En eso Kisaki le dio un codazo en el estómago sacándole el aire:

—Cállate de una maldita vez, por lo menos ellos se declararon de una forma normal no golpeando a la otra parte como nosotros

Los presentes rieron con el comentario. Hanma solo miró a Kisaki con una expresión que hizo que se le erizaran los vellos de la nuca mientras llevaba sus manos a su abdomen. Presentía que él cobraría ese comentario en algún momento por lo que tendría que estar preparado. Alrededor de las 8 pm el grupo se dispersó. Akkun, Makoto, Yamagishi y Takuya se fueron caminando hacia sus casas. Takemichi se fue con Mikey a la casa de este último como era lo habitual. En algún punto Hanma desapareció de la vista de todos sin siquiera despedirse, aprovechándose de esto Kisaki se escabullo con rumbo a la suya antes de que su novio le diera por aparecer de nuevo. No contaba que él estuviera escondido, esperándolo cerca al santuario. El chico de ojos dorados había sido lo suficientemente ingenioso como para seguirlo sin que él lo notará. Antes de que doblará la esquina para su casa Hanma aprovechó un descuido de este para tomarlo entre sus brazos y llevarlo a su casa. Kisaki se asustó al ser levantado tan repentinamente por alguien. Al percatarse de quién era comenzó a patearlo con fuerza dándole en el pecho mientras gritaba:

—¡Maldito! ¡bájame de una buena vez!

Por su parte, el alto disfrutaba viendo el comportamiento descontrolado de su pareja. Sabía que lo estaba provocando de más, pero no podía evitarlo. En ese momento tenía una clara ventaja sobre el otro que pensaba usar a su favor.

Al llegar a la puerta de su casa, rebuscó las llaves entre sus bolsillos y la abrió sin soltar a Kisaki quien todavía luchaba. Este, viendo que no lo liberaba por mucho que gritara y pataleaba se asustó. Hanma era alguien impredecible e incontrolable, justo por esa razón se había fijado en él. Atravesaron el umbral caminando hacia la habitación del fondo. El chico de ojos azules sentía que su corazón iba a salir de su pecho por el miedo que sentía en ese momento. Su cabeza se llenó con ideas de posibles reprimendas por parte de Hanma por haberlo humillado antes. Cerró con fuerza los ojos cuando sintió que él lo bajaba temiendo lo peor, no obstante, este lo coloco en la cama y se acostó a su lado diciendo:

—Bienvenido a mi casa—hizo un además con su mano como si quisiera que Kisaki viera todo al detalle

La habitación en cuestión apenas tenía decoración alguna. Lo más destacable dentro de ella era una de las paredes que estaba inundada con fotografías. Esto llamó la atención de Kisaki, quien se levantó de la cama y avanzó hacia ella, unos minutos más tarde Hanma se colocó detrás de él su voz sonaba ronca y plana mientras describía cada una de las imágenes frente a ellos. Escucharlo daba la sensación de que estaba narrando la vida de alguien que no era la suya, aunque claramente él aparecía en cada una de ellas. En aquellas fotos se veía feliz jugando en el mar acompañado de una mujer que lucía bastante similar a él. Notando lo concentrado que estaba Kisaki en esto dijo con aburrimiento:

—Ella es mi madre

No hubo variación en su voz. La emoción que debería representar esa palabra no estaba por ningún lado. Siempre había tenido el presentimiento de que su situación era parecida, pero esto era más de lo que él esperaba. Tenía la sensación de que si preguntaba al respecto recibiría solo evasivas de la otra parte. Hanma habló de nuevo sacándolo de sus pensamientos:

—No te preocupes, ella no viene mucho por acá. Siéntete como en tu casa.

Dicho esto, el chico de ojos dorados dio el tema se dio por cerrado dejando a Kisaki en su habitación. Cuando reaccionó corrió hacia donde estaba él tomándolo del brazo. Hanma giró abruptamente mirándolo con los ojos muy abiertos e inyectados de sangre. Un grito rompió el silencio:

—¿Qué mierda quieres?

Kisaki soltó al chico retrocediendo unos cuantos pasos, asustado. Desde que conocía a Hanma nunca había mostrado esa expresión hacia él por lo que temía que las cosas escalaran a mayores. Dio media vuelta y se echó a correr hacia la puerta, pero fue detenido por este:

—No me respondiste ¿Qué quieres Kisaki?

Última oportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora