Capítulo 16

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Como era ya tradición querían ir a ver el primer amanecer del año, sin embargo, no podían ir solo ellos. A pesar de que eran valientes y fuertes, aun eran unos niños. Tomando el mando, Mikey le pidió a Shinichiro que los acompañara a todos a ir a acampar a un bosque cercano. Este viendo el entusiasmo de su hermano aceptó.

Los niños pidieron permiso en sus respectivas casas para pasar el día fuera con sus amigos. Shinichiro viendo el gran grupo que había estado a su cargo estaba un poco nervioso. Los dividió en grupos de 4 personas dejando en la misma carpa a los 3 hermanos Sano con Takemichi y al resto en otra. Esto solo reforzó en la mente de los niños que su amigo era un imán para esa familia.

Hicieron una pequeña fogata mientras conversaban. Mikey y Takemichi estaban agarrados de las manos, como lo hacían desde hacía meses. Cuando Shinichiro los vio dijo sonriente:

—Veo que por fin se hicieron novios

En eso Manjiro fue el que gritó:

—Por enésima vez, no somos novios. Todavía estoy chiquito—haciendo puchero hacia su hermano

Todos soltaron una sonora carcajada al escuchar esto lo que hizo que el rostro del rubio pasara por varios tonos de rojo. Intentando calmarlo Takemichi susurró cerca de su oído:

—No te molestes con ellos, sólo están bromeando.
Mikey sabia eso, pero no mermaba el sentimiento desconocido que tenía por su amigo.

Algunas horas más tarde, uno a uno los niños empezaron a cabecear por lo que Shinichiro les dijo que se fueran a dormir porque los levantaría temprano a ver el amanecer. Los últimos en acostarse fueron los de la familia Sano y Takemichi, que iban en la misma carpa. Emma y Manjiro estaban peleando sobre quien estaría al lado de Takemichi, por lo que al final este, resignado se tumbó boca arriba para que ambos pudieran tomarle las manos quedándose dormido.

La posición había sido tan incomoda que estaba adolorido, pero había servido para que esos dos no estuvieran riñendo el resto de la noche. Shinichiro se levantó para despertar al resto de los niños. Faltaban aun algunos minutos para que el sol saliera. El grupo estaba adormilado y se rascaba los ojos intentando mantenerse conscientes lo suficiente para ver el amanecer.

Lentamente el horizonte comenzó a teñirse de color rojo que se desvanecía en un hermoso color dorado hasta que el sol tímido se asomó entre ellos elevándose en el cielo. Los niños estaban fascinados de haber cumplido su objetivo, pero después de eso su cuerpo se resintió. Pidieron a Shinichiro que los dejara dormir un poco más antes de irse. Al verlos con los ojos casi cerrados asintió con una sonrisa. Él estaba afuera fumando un cigarrillo mientras que Emma, Takemichi y Manjiro dormían plácidamente dentro de la carpa. Parecía que después de la llegada del pelinegro había ganado otro hermano.

Unos de los días en los que se encontró con Kisaki, este se veía distante. Si bien Takemichi sabía que él era reservado, hoy era como si no estuviera presente. Se veía distraído pensando en algo por lo que preguntó:

—¿Sucede algo?

El otro con un tono apático respondió:

—No es nada extraordinario, solo que hoy es mi cumpleaños....

Con cierta molestia en su voz agregó:

—No quiero estar en casa hoy. De todos los días este es el peor

Takemichi no entendía a qué se refería, por lo que este dijo:

—Tuve un hermano mayor. El falleció hace algunos años en un accidente automovilístico. Era el orgullo de mi padre y su punto de comparación para conmigo. Kurui era perfecto en todo lo que hacía y eso me dejaba a mi como si fuera insuficiente. Mi padre me sobre exigía para que llenará las expectativas altas que él tenía, pero nunca lo conseguí. Ese día que me viste con moretones fue porque lo enfrenté. Estaba cansado de todo por lo que decidí ponerle un fin.

Preocupado, el pelinegro preguntó sujetando los hombros de Kisaki:

—¿Que pasó después?

Con una sonrisa a medias el otro contestó:

—Lo que debió suceder en un principio. Ese hombre ya no me reconoce como su hijo.

Su rostro se veía compungido recordando aquellas duras palabras dichas por el sujeto. Estaba conteniendo las lágrimas que asomaban en sus ojos azules. Takemichi lo tomó en sus brazos, consolándolo. Pocas veces había llorado tanto como esa vez. Estaba acostumbrado al maltrato por parte de su padre. Así había sido desde que él tenía uso de razón, pero después de conocer a estos nuevos amigos, sentía que él no merecía eso.

Takemichi buscando animarlo lo invitó a comer algo. En el camino se encontraron con algunos de los chicos del grupo. En cuanto vieron el semblante de Kisaki, abrieron los ojos, sorprendidos. El pelinegro explicó a grandes rasgos lo que había ocurrido. Los chicos decidieron acompañarlos al restaurante como una pequeña celebración para el cumpleañero. Por primera vez en su vida había tenido un buen festejo. Se sentía agradecido de tener amigos como estos. Ya no le importaba que su padre lo hallara deficiente, si los tenia a ellos de su lado.

Cuando Takemichi regresó a la escuela fue corriendo a revisar las listas de asignación de clases. Vio que compartía nuevamente salón con Takuya y no solo eso, en este también estaban Atsushi, Makoto y Yamagishi. En las diferentes líneas de tiempo ellos habían sido sus amigos quienes habían estado con él siempre sin importar que tan mala fuera la situación.
No recordaba como habían comenzado su amistad, pero sabía que tendría que encontrar la manera de acercarse a ellos. Estuvo pensativo durante el resto de la mañana. Takuya al verlo así preguntó:

—¿Sucedió algo?

Takemichi sacudió la cabeza, negándolo.

Algunos días más tarde, Takuya llegó antes al salón de clase dado que Takemichi no estaba listo cuando pasó por su casa.  Cuando colocó sus cosas en su escritorio se acercó a él un niño alto. Estaba de pie, observándolo intimidante:

—Tráeme una soda

Takuya se negó por lo que el niño sin decir más le dio un golpe que lo derribó. Justo cuando este estaba en el suelo Takemichi entró al salón. Sintió como hervía su sangre y dispuesto a defender a su amigo, sin embargo, en ese momento un pelirrojo se levantó interponiéndose entre Takuya y su agresor respondiendo al golpe.

Luego de esto, Takemichi se acercó a su amigo, quien se encontraba en el suelo aun ayudándolo a levantar. Cuando se puso de pie miró al pelirrojo diciendo:

—Gracias

El chico respondió frunciendo los hombros:

—No hay de que. No te defendía a ti en específico, sólo no me gustan esa clase de cosas.

Takemichi acompañó a Takuya a la enfermería. Al llegar preguntaron qué había pasado, pero ellos no dieron mayores detalles para evitar meter en problemas al chico que lo había salvado. Cuando terminaron de curarlo regresaron al salón. Atsushi se acercó hacia ellos rascándose el cuello. Se veía incomodo por lo que el pelinegro fue el que habló:

—Te invito el almuerzo por lo que hiciste por Takuya.

Los dos chicos que estaban ahí también quedaron sorprendidos. El rubio sabía que Takemichi lo estimaba bastante porque habían sido amigos desde hace varios años, pero nunca espero que hiciera algo así. El pelirrojo estaba sin palabras. A la hora del almuerzo se sentaron 5 personas en la mesa. El ambiente se sentía un poco tenso, pero el pelinegro dijo:

—Yo soy Hanagaki Takemichi. Señalando a los dos chicos a su lado en orden continuo: —Él es Takuya Yamamoto y él es Kisaki Tetta.

Ambos chicos saludaron cortésmente. Era el turno de los otros dos de presentarse. Hablo primero el pelirrojo:

—Soy Atsushi Sendo, pueden llamarme Akkun—Mirando al otro para que se presentara

Este al sentirlo levantó la vista:
—Y yo soy Makoto Suzuki

Después de presentarse, la tensión anterior se relajó descubriendo que tenían varias cosas en común. En eso Akkun preguntó:

—Él no está en el mismo curso que nosotros ¿Cómo se hicieron amigos? —Refiriéndose a Kisaki.

Takemichi iba a contarles cuando abruptamente el aludido habló:

—Me salvó de ser agredido por unos niños mientras estaba en la parte. En agradecimiento le di un regalo y después de eso nos hicimos amigos.

El pelirrojo estaba sorprendido después de escuchar esto observando con fascinación a Takemichi mientras este rascaba su cuello visiblemente incomodo por ser el centro de atención. Casi gritando dijo mientras se levantaba de golpe de la silla apoyando sus manos sobre la mesa:

—¿Sabes pelear?

Apenado el pelinegro respondió:

—No realmente—agregó rascando su mejilla: —Sólo no podía quedarme observando esa situación sin hacer algo al respecto.

En eso la hora del almuerzo había terminado por lo que todos tuvieron que volver a sus respectivos salones. Takemichi llevaba un año practicando artes marciales por lo que era bastante diestro en estas, sin embargo, el que podía considerarse un prodigio en eso era Manjiro. Había alcanzado un nivel que él no superaría, aunque luchara con todas sus fuerzas por ello.

Estaba contento de poder ver a alguien que podía defenderse a sí mismo. En el futuro no era un peleador hábil, ni siquiera podía dar un buen golpe. Su única ventaja radicaba en que podía aguantar muchísimo tiempo en combate sin perder la conciencia a pesar del dolor que sintiera.

Última oportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora