Apenas ayer

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"El gran problema de las heridas de la infancia es que determinaran la clase de adultos que seremos".

Las exigencias airadas y amenazas sin sentido de su esposa sobrepasaron a Carlos, que agradeció la oportuna intervención de los enfermeros para suministrarle un calmante y que de ese modo no se lastimara, su comportamiento lo tomó desprevenido le pareció desmedido, reventando su paciencia en una fracción de segundos, al parecer Bruno, logró dejarlo sin reservas.

Él también estaba lidiando con sus propios sentimientos encontrados, los ojos anhelantes de súplica de su hijo no dejaban de volver a él en ciclos, apareciendo como fragmentos de las diferentes escenas durante el largo camino que había recorrido para llevarlo a la hacienda de las encinillas, si los demás pudieran entender, si tan solo Elisa, el mismo Bruno pudieran comprender, cuánto le costó dejarlo ahí, lo difícil que fue auto convencerse de que era lo mejor, esa mirada era la misma que él le dedicó a su padre en tantas ocasiones; sacudió la cabeza para que esos pensamientos fueran relegados a un rincón, al olvido de ser posible.

No aguardó más allá de lo necesario para escabullirse de esa habitación de Hospital, Elisa, ahora estaba dormida se le veía pálida y frágil, lo cual solo lo mortificaba más, era la primera vez en su vida que la veía convaleciente, y aunque no lo demostró, el hecho lo asustó, una necesidad angustiosa por salir de allí se apoderó de él.

No la dejaría sola, no se alejaría, no del todo, solo necesitaba pensar, abandonó la habitación y fue a sentarse a la banca metálica de aluminio del pasillo, apenas estaba organizando sus ideas e intentando darle orden a sus emociones, cuando vio a Noemí la madre de Elisa, asomarse al pasillo, cerró la puerta con cuidado y enfiló hacia donde él estaba, en unos cuantos pasos se le unió, tomó asiento a su lado y tras un breve silencio.

—Estuvo preguntando por ti y por los niños en cuanto recobró la conciencia —habló despacio eligiendo las palabras con cuidado —está susceptible y emocionalmente endeble, debes ser paciente y entender, todo lo que ha pasado no ha sido sencillo, y verse sola al despertar solo la afectó más.

—No estaba sola, estaba con usted —contesto cortante.

La mirada aguda de ella, le devolvió sin palabras un reproche implícito, que lo obligó a guardar silencio y dejar esa actitud defensiva, escuchó en silencio el relato de cómo se mostró abatida ante su ausencia, de la forma en que la angustia de que no respondiera a sus llamadas mermó su fortaleza y terminó rompiendo en llanto en un par de ocasiones, sin importar lo mucho que su madre la consoló e intentó apaciguar sus temores, repitiéndole que Carlos estaba con Bruno, que era su padre y jamás haría algo que pusiera en peligro a su propio hijo, que confiara en su esposo, ya cuando viniera, hablarían y seguro tendría una buena justificación para no estar a su lado, haber dejado a Adrianita a su cuidado y para llevarse a Bruno consigo, sin embargo ella no dejaba de repetir que tenía un terrible presentimiento instalado en el pecho.

Conforme su suegra avanzaba en su relato, le fue imposible que la culpa no clavará sus ojos al piso imposibilitado para enfrentarse a la mirada de un azul ártico en la que se refractaba, los ojos de Noemí, alojaban una profundidad en la que él mismo terminó por tambalear su seguridad respecto a las decisiones que tomó en los últimos días, si había hecho lo correcto o no, ya no importaba, estaba hecho y no podía retractarse de lo contrario dónde quedaría su hombría, las palabras de su padre allanaron su mente «eres el hombre, debes hacerte respetar», no obstante se sentía abatido su cuerpo adoptó, casi por sí solo una postura de hombros caídos como un niño reprendido que esta fidedignamente arrepentido.

—Carlos, la dejaste cuando más te necesitaba, te llevaste a Bruno sin avisarme, solo dijiste que volverías en un par de días, desconocíamos tú paradero, no tomabas las llamadas, entiendes la desesperación que significó para ella, también es su hijo y la única razón por la que manejo en carretera de noche fue para ir por él y traerlo de esa fiesta a la que se fugó, y después de lo que paso con Andréi, bajo condiciones similares, tú mejor que nadie debiste darte cuenta de lo alterada que se encontraba, ella no estaba en condiciones para conducir —dijo con un nota de reclamo y continuó —y si hubieras tenido la prudencia de no discutir con ella en plena carretera y bajarte en esa estación de servicio, quizás ella no habría tenido este accidente.

Bruno y los elegidos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora