Un colapso anunciado y en medio el amor de hermanos

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La cadencia de su voz había generado un estado de adormecimiento en mi psique, la supuesta sabiduría que proclamaba tener con una respuesta a todas y cada una de las preguntas a mis dudas, genero un estallido de dopamina en mí, sedándome, fue como pase de estar platicando con él en completa privacidad, aún protegida dentro de mi muralla, que creía inquebrantable, a ese instante que una sola de sus frases, había sacudido mi eje, emulando un fuerte aplauso a un lado de mi oído, incluso creí escuchar como colapsaron uno a uno los ladrillos de mi supuesta fortaleza, que no era más que una burbuja de jabón que estalló, en un débil plac, de una forma tan ridícula como una pequeña hormiga es aplastada por un zapato.

Ahora sentada a su lado en esa mesa, atestada de personas que parecían mosquitos atraídos por una luz brillante e incandescente, que su simple presencia parecía emanar, entre las sonrisas y los asentimientos de los presentes deje de escuchar, una revolución se suscitaba dentro de mi mente. Siempre fui una mujer de firmes convicciones, sin embargo jamás cerrada al cambio, donde otros solo habrían la boca para juzgar desde su miope y carente percepción, yo siempre veía la oportunidad de explorar nuevos horizontes, abrirme a ellos, claro sin abandonar los pilares de los valores que me había costado más de media vida cimentar, bajo mis propias reglas por las cuales, había pagado durante mucho tiempo "el precio de ser yo misma" en contra de muchos de los clichés e ideales prestablecidas con el único estandarte de vivir con autenticidad... Pero aquella noche, algo me sucedió, permití, sin darme cuenta que aquel hombre mirara dentro de mí, conforme tomaba el control de la conversación, yo volví a sentirme como en la preparatoria, dándome el lujo de pensar que quizás, podía reinventarme como en esos años, que una tarde soñabas con ser una astrofísica reconocida capaz de grandes hallazgos y a la mañana siguiente una pintora afamada montando una exposición en el museo de Louvre.

Me sentí viva, de nuevo viva, cargada de energía y llena de esperanzas y el efecto en masa que todos a mi alrededor producían era como un generador de miles de voltios irradiando una energía que solo recordaba de los conciertos y las protestas por causas justas en las que yo elaboraba los "slogans" en la Universidad, dejé de sentirme sola, para por un instante formar parte de algo más grande que yo misma.

Carlos me veía con ese éxtasis, entre emocionado y excitado, por la forma tan casual que yo debatía e intercambiaba opiniones con el pastor Enrique, me agradaba lo que veía dentro de las miradas de mis observantes sobre todo de las mujeres, las mismas que siempre me han juzgado por no ser "como el protocolo dicta" al final siempre estaba al fondo de sus pupilas, más allá de la envidia, ese brillo innegable de admiración.

Había sido drogada con algo peor que el alcohol, los psicodélicos o los alucinógenos "admiración, inclusión, pertenencia a un grupo, pero sobre todo con la esperanza de un nuevo futuro".

«Supuestamente los cambios en la vida son paulatinos, no lo creo algunos irremediablemente son en un chasquido de dedos, así fue, como la vida me arrebato a mi hijo y de la misma forma, ahora yo tenía una invitación por boca del propio pastor Enrique, quince días después para asistir a esa iglesia, donde aseguro tener designados para nosotros asientos al frente pues por fin, explicaría de forma detallada en qué consistía, conducir de forma correcta a los hijos, mantenerlos alejados de las amenazas, además de que aseguro que algunos de los comunicados de ese día eran inherentes a nuestra familia».

Sin embargo, ya habían pasado semana y media, el shot de adrenalina en mi sangre casi desaparecía, las dudas, habían dado paso a respuestas lógicas, de todo lo que había experimentado aquella noche, después de todo ya lejos del fervor del momento mi cabeza se enfrío, en mi profesión era imperante conocer técnicas de persuasión y aunque la gran industria del marketing jamás lo aceptaría nuestra piedra angular como método supremo era la coerción mental y la manipulación de las masas, así que ahora tenía sentimientos ambivalentes y de extremo a extremo, por otro lado Carlos parecía cada vez más endiosado con la idea de formar parte de dicha iglesia, hablaba casi a diario con Antonio desde el teléfono de la sala hasta altas horas de la noche, incluso compro cuatro biblias para cada uno de los integrantes de la familia.

Bruno y los elegidos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora