Días grises

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Pov Carlos

Al llegar al Hotel, debí ocuparme de las prioridades, aproveche para llamar por teléfono a la madre de Elisa mientras Bruno se duchaba y cambiaba de ropa, no quería que se percatará de la llamada o comenzaría a pedirme que le pasará a su abuela y las incesantes preguntas sobre el estado de salud de su mamá reiniciarían.

Pude comunicarme sin problemas al teléfono móvil de mi suegra y constatar, para mi alivio que ya se encontraba en la sala de espera, el Doctor a cargo había hablado con ella, informándole lo mismo que a mí. Su estado era grave. Cuando el accidente se suscitó el primer auto quedo incrustado debajo del camión, cuando el auto de mi esposa impactó sobre este el golpe no fue tan fuerte, el colapso de la caja de arena del camión materialista devino cuando el camión que conducía detrás de ella, impacto a una velocidad desmedida en un efecto domino la caja de arena colisiono dejándola sepultada dentro del auto, el médico insistía en que debía ser un milagro que la arena no hubiera quebrado el parabrisas dejando una zona libre como una especie de capsula con aire para que ella respirara, sin embargo su cuerpo desde los pies hasta el pecho estuvieron sometidos al peso de kilos de arena oprimiéndola, lo que le provoco algo denominado "Síndrome de aplastamiento".

La rescataron aproximadamente 25 minutos después de la colisión, su respiración era débil y su pulso apenas perceptible, pero estaba con vida y era capaz de respirar por sí misma.

Esa primer, mañana fue agónica, solo me dejaron pasar a despedirme de ella. Sí a despedirme, ya que la cirugía a la que la someterían en las siguientes horas era critica, explicado en términos sencillos: La presión ejercida por la arena, sobre sus órganos vitales era como estar sumergido a varios metros debajo del agua del mar y al sacarla fue como subirla a la superficie de golpe, sus órganos ahora se descomprimían y en un segundo se inflamaban mostrando todos los daños internos causados en "ipso facto" de allí que debió entrar a quirófano de inmediato. No fui al Hotel a reunirme con Bruno hasta por la noche cuando la cirugía termino y la llevaron a terapia intensiva, mi único aliciente fue que ella estaba viva, delicada pero viva, las palabras que le dije a Bruno antes de llevármelo a comer hamburguesas fueron las del médico "es una mujer fuerte".

Estaba sentado al borde de una de las dos camas individuales del Hotel, cuando escuche sus pasos y la puerta del baño cerrándose.

No postergaría más esto, me puse de pie y camine a la cómoda donde había dejado la vara, Bruno se sentó a la cabecera de la cama más cercana del baño, dejando sus muletas recargadas sobre la mesa de noche, lo vi de soslayo y sentía sus ojos sobre mi nuca.

Carraspeé aclarando la voz y dándome valor, di media vuelta

—Terminemos con esto —dije caminando en medio de las dos camas, saque una de las almohadas de la cama libre y la coloque en medio de la cama donde, él estaba sentado.

Me miro de una forma extraña, arqueando una ceja y... con un fuego que me dio la pauta para saber que toda la libertad, que Elisa le había impregnado a lo largo de su vida, solo le haría el proceso de la trasformación al camino de los elegidos más dolorosa. Era un rebelde, como yo lo fui y los sentimientos que levantaba en mi eran ambivalentes. Deje mis elucubraciones de lado cuando una sonrió mordaz delineo sus labios.

—¡Ya soy un chico grande, que honor! ¿Esta vez será sobre la cama?

Termino de secarse el cabello dejando la toalla húmeda sobre la cabecera, tomo las muletas y con más entereza de la que creí podía demostrar se levantó, camino a los pies de la cama, volteo a verme y me pidió ayuda con su particular forma —Aunque quisiera hacerlo, inclinarme y tumbarme yo solo, no puedo, el pie me duele, así que necesitare que tú, me coloques sobre esa almohada.

Bruno y los elegidos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora