Bruno y los elegidos.

Las catacumbas parte final

ESA MISMA MADRUGADA.

Elisa POV

Las noches en la cama del hospital se volvían eternas, la inactividad de esas horas las percibía diseñada para hundir el dedo de la angustia dentro de la infinidad de preocupaciones que me dominaban. Entre el silencio de los pasillos y el ruido de los monitores, mi mente adquirió una fascinación por amedrentarme durante las madrugadas mis temores se agitaban, crecían y mutaban, siendo transformados en ideas inquietantes, sin importar lo mucho que Carlos me repitiera:

Que Bruno, estaba en excelentes manos "seguro y a salvo".

«Desconocidos para mí, gente que en mi vida había visto, en un estado del país distante».

Los meses que estará en la hacienda serán una experiencia única en su vida.

No me gustaban los internados, como referente tenía a Carlos mi propio esposo que de niño y adolescente paso todos sus veranos y periodos vacacionales en campamentos o internados, alejados de su familia, aquello abrió un abismo entre él y sus padres; y por supuesto no quería que eso le pasara a Bruno.

Ya verás, nuestro hijo será otro, al volver.

«Esa frase en particular me estremecía, porque encerraba tanto, y podía responder a significados ambivalentes, llenos de múltiples aristas. Y es que yo no quería que fuera otro, amaba a mi niño, tal y cual era».

Sin embargo, de todo su repertorio de argumentos el que más detestaba:

¿Quién mejor para cuidar de él, para instruirlo y regresarlo al buen camino que nuestra propia comunidad?

«¿¡Quien?! Nosotros sus padres, a nuestro lado, en su casa, con su familia a donde pertenece».

Mes y medio en el hospital y no contaba con una estimación de fecha para mi alta y aunque lo quisiera irme, por mucho que lo deseara, mi condición era delicada las consecuencias del síndrome de aplastamiento implican una isquemia y metabolismo anaerobio que puede llevar a una rabdomiólisis, si el tratamiento no se lleva al pie de la letra, lo miré con una expresión en blanco y deje que el silencio se extendiera, dándole una pausa para que ubicara que era su paciente y no un colega, esbozo una transitoria sonrisa apenada y me hablo en castellano

—Necesita guardar reposo, hacer terapía una de las complicaciones más graves podría ser muerte muscular o daño renal, menos mal ya no presenta arritmias, pero la fatiga persistirá por los siguientes meses, esa palabra reverberó en mis tímpanos «meses»,

—De cuánto estamos hablando —le pregunte.

—En casos como el suyo de 3 a 6 meses.

—Por supuesto no puede viajar ¿verdad, doctor? —pregunto Carlos.

—Oh, no. Mucho menos un viaje en avión, sobre todos los primeros meses previos al alta, por precaución.

—Y si manejará ¿podría? —le planteé.

Carlos elevó una ceja y me miró estudiándome, me conocía lo suficiente para saber lo que cruzaba por mi mente en ese momento «Ir a buscar a mi hijo a esa hacienda, yo misma».

—¡Manejar! Me temo que pasara un tiempo para que pueda estar detrás de un volante, incluso después del alta, deberá seguir acudiendo a rehabilitación de forma externa, no olvide que tiene múltiples lesiones en los ligamentos del brazo izquierdo aunado a la cirugía por la fractura que le practicamos. Eso lleva tiempo en sanar.

Dormía cuando el cansancio me derribaba, aunque para que eso sucediera pasaban largas horas en vela en las que rumiaba dentro de mis ideas: decisiones, errores que había cometido, las omisiones, hurgaba en el pasado en un intento de desentrañar como llegue a este punto de mi vida, para volver en un bumerang al presente, esta noche en particular estaba más inquieta, la sensación llego en un aleteo silencioso, se posó sobre mi pecho sin que me diera cuenta, para cuando fui consciente, ya se había convertido en ese peso como el de una plancha de acero, me sofocaba, «oprimía mi tórax de tal forma que debía inhalar y exhalar pausadamente, todo estaba en mi mente, era otra de las consecuencias del accidente, según mi doctor "una especie de episodios de temor posteriores al trauma del accidente, que se desvanecerían con el paso del tiempo hasta desaparecer».