Despertares y ¿amistad?

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"Dejo de verme con magia, dejo de amar mis errores, dejo de ser un buen padre; y ahí fue cuando deje de amarlo yo" 

Dido83.

Pov Elisa

Existieron unos breves segundos de desconcierto que experimente eternos al abrir los ojos y verme en una habitación de paredes blancas rodeada de monitores, conforme la lucidez irradiaba con mayor fuerza, también despertó el dolor, aunque era amortiguado por los analgésicos no dejaba de estar presente en cada uno de mis movimientos, empecé a recobrar sensibilidad por secciones, moví los dedos de los pies y las manos deteniéndome por la pesadez que me poseía, un cansancio desmedido me sometía, mi cuerpo tumefacto como un pez globo, me pareció ajeno a mí, desistí de mis intentos, para evitar que el dolor renaciera.

Mi primer pensamiento articulado fue Bruno, cuando todo paso, conducía en la carretera para ir en su búsqueda. Ahora cientos de preguntas pugnaban por ser respondidas:

 ¿Qué me había sucedido?, ¿Dónde estaban mis hijos?

Poco a poco las imágenes llegaron, la carretera, el momento en que me agaché por la cajetilla, esos hashes de luz de los faros traseros del camión, la colisión. De haber podido, habría reventado en una risa nerviosa e histérica, cuando las palabras de Carlos irrumpieron en mi cabeza.

"Esa porquería, terminara por matarte"

Apreté los dientes y me mantuve quieta, de no hacerlo el mínimo movimiento azotaría cada una de mis articulaciones. Era hilarante, al parecer todo en mi vida, ahora lo era. Yo era el chiste favorito del destino, de la vida, de Dios.

Al mirar en retrospectiva inicié a fumar por imitación; y no, por esa forma adolescente de encajar, en las fiestas, no... Noemí mi madre empezó a buscar en mí a su confidente cuando, yo tenía quince años y siempre lo hacía ofreciéndome un cigarrillo, que yo no podía despreciar "una charla de madre a hija lo ameritaba"

Carlos también era fumador, pero de los que se catalogan mustios, esos que desde que en el 2000 se prohibieron los anuncios de cigarrillos, lo hacen a escondidas y lo niegan en público. ¡Me preguntaba que otras cosas mi marido me ocultaba!

Todas las veces que me dijo con un tono de padre enfadado que el cigarrillo me mataría, pensé en algo más obvio, ya saben "cáncer de pulmón" o "EPOC" pero no en un accidente por agacharme a recoger la cajetilla. Estaba en esas ideas apelmazadas, ridículas y mal estructuradas cuando la puerta se abrió.

—Elisa, mi amor —pronunció con una suavidad ajena a él desde hace años.

«Esté ingrato, algo había hecho, apestaba a culpa».

Se aproximó a la cama.

Antes de que tomará mi mano, como vi que buscaba hacer, mi pregunta lo dejo estático.

—¿Dónde están mis hijos?

—Con mis padres.

Giré la cabeza para ver a mi madre, su expresión era de sospecha y desconocimiento.

Tomó mi mano, su tacto era diferente, algo entre nosotros, había cambiado, el agujero que sentía hace tiempo, ahora había abierto paso a un hueco, que me hizo querer llorar, me contuve lo primero era obtener respuestas.

—Tráemelos. Necesito verlos.

Me miró con esa forma condescendiente que le brindas a un moribundo.

—Adrianita no puede pasar y Brunito está en el cole.

«"Brunito" Carlos tenía tiempo de referirse a nuestro hijo sin diminutivos. Algo serio pasaba aquí».

Bruno y los elegidos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora