Cambiando el eje del destino

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Pov Carlos

Esto tenía todo el sello de uno de los mal elaborados e impulsivos pretextos de Bruno, fue esa la razón por la cual, al verme a solas con él en su habitación, no dude en utilizar esa falsa amenaza, la cual sorpresivamente detuvo los quejidos fingidos de ese supuesto dolor de estómago que hasta hace unos minutos le hacía imposible según él, asistir esa mañana al colegio. Su rostro compungido de sufrimiento crónico se difumino convirtiéndose en esa mueca de verdadero asombro, dejó de entrelazar su estómago con sus manos, sus pupilas se dilataron y sus labios imitaron la acción formando una "o" no vacilo en absoluto en un instante ágilmente arrojo los edredones y salió corriendo a toda velocidad, huyendo directo al pasillo

—Mamá, mamá ayúdame es Carlos lo hemos perdido, que alguien lo agarre, no dejes que se me acerque, ahora sí que no es broma papá perdió la razón, alguien quien sea ayúdenme —gritaba desaforado por todo el pasillo

Jueves 7:30 am así iniciaba mi día, me rasque la cabeza preguntándome sí, yo le armaba tremendos dramas a Octavio a esa edad, no tarde en recordar un par de situaciones bastante similares, aunque en mi caso no recuerdo haber contado con esos dones histriónicos de mi hijo que me hacían difícil mantenerme serio en momentos como este, «a esa edad yo era frenado rápidamente y mi madre jamás intervenía, deje esos recuerdos donde debían estar, sepultados en el pasado» respire hondamente y apresure el paso, llegando a tiempo para escuchar como los gritos exagerados de Bruno se diseminaban por todo el pasillo tomando a Elisa por sorpresa quien venía subiendo el último escalón con las manos ocupadas cargando una bandeja con el té que había bajado a prepararle y algo ligero para el desayuno de mi hijo.

Bruno paso de largo tambaleando un poco la bandeja en el instante que prenso ambas manos a la cintura de su madre y se escondió detrás de ella, viéndome de reojo con la cabeza escondida detrás de su hombro

—Bruno, ten cuidado con lo que haces, casi tiras a tu madre —le llame la atención preocupado. Elisa coloco la bandeja sobre la mesa de media luna a mitad del pasillo

 —Bueno que sucede aquí, de que va todo este escándalo que se traen —nos preguntó viéndome a los ojos, Bruno deshizo el abrazo con el que se mantenía prensado a su cintura sin dejar de usar a su madre como una barrera entre nosotros me observaba atónito, ya algo exasperado le conteste

 —Tú hijo, que además de mentiroso es un exagerado, estoy seguro que se está inventando todo lo del dolor de estómago y la fiebre, no sería la primera vez que pone el termómetro al foco para alterar la lectura de su temperatura 

—Yo no hice eso, no esta vez —respondió elevando los ojos en un claro recuerdo de todas las ocasiones que nos timó, Elisa suspiro e intercedió por él con una voz serena 

—Carlos el niño te está diciendo la verdad, yo misma le tome la temperatura y aunque no es muy alta sí tiene un poco de fiebre, llevo su mano hacia atrás llamándolo 

—ven Bruno regresemos a tu habitación, usted debería estar guardando reposo y no armando alborotos corriendo por el pasillo—, bajo la mirada enfocándose en sus pies descalzos y torciendo la boca —señalo —mira nada más Bruno, no puede ser contigo, sales de la cama cuando apenas te está bajando la fiebre y además descalzo, total sí tu padre, duda de mí te vuelvo a tomar la temperatura enfrente de él y asunto resuelto —le explico con tintes de indignación hacia mi

Bruno que ya había sujetado su mano dando un paso a su lado, se soltó y negó efusivamente 

—No mamá, no quiero, no así, no por favor —imploro 

debí morderme la lengua y hacer un esfuerzo colosal para relajar mis facciones pues sentía como las comisuras de mis labios luchaban por elevarse y la risa quería emerger desde lo profundo de mis cuerdas bucales, Elisa se giró hacia donde estaba nuestro hijo colocó sus manos sobre sus hombros y elevando las cejas, lo cuestiono contrariada

Bruno y los elegidos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora