XVIII

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El aire estaba pesado

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El aire estaba pesado. Ante la orden del capitán Marco nos pusimos nuestras máscaras, asegurándome que quedara bien puesta y el aire no se filtrara. De igual forma ayude los demás. Todos íbamos a volver a casa. Chocamos nuevamente nuestros puños al llegar al lugar, los gritos se escuchaban desde todas direcciones. La muerte era perceptible al tacto y un mal presentimiento se apodero de mí, a medida que avanzaba sentía que algo no estaba bien. Nos quedamos ocultos entre los árboles comenzando a disparar a los no vivos, eran diferentes, demasiado. eran más rápidos que los que habíamos visto en Canadá. La piel tenía un tono verdoso oscuro y estaban completamente desfigurados. Era difícil ver con las máscaras, la visión se me nublaba. Pero aun así lograba distinguirlos, eran desagradables de ver.

Uno de mayor tamaño se abrió paso entre los de menos tamaño, directo hacia donde estábamos nosotros. No solo son más rápidos, son más fuertes y peligrosos. Marco hablo por radio hacia el helicóptero y no paso mucho para que un proyectil impactara sobre esa criatura haciéndola añicos. Sus restos estaban esparcidos por todo el lugar. Kang se mantenía en las alturas, asegurándose de que nada escapara o cruzara el perímetro asignado. Los no vivos debían mantenerse en el interior del aérea. Cubrí a Daniel quien comenzó a acercarse más llevando consigo una jeringa para poder obtener una muestra de sangre de uno de los cadáveres. Evitaba que los zombies se le acercaran disparándoles entre ceja y ceja. Sin fallar ningún tiro.

— Zona sur despejada. – Dijo Marco a través del radio. – Y muestra obtenida. Esperamos indicaciones para regresar al campamento. – Paso un rato y solo había silencio. El equipo de Chris no estaba respondiendo. El maldito mal presentimiento. – Capitán Redfield, espero respuesta... Equipo Alpha 1 espero confirmación. – Volvió a repetir. – Halcón, aquí Marco... ¿Ven al equipo Alpha 1 desde arriba?

— Negativo señor. – Menciono Nadia. – revisaremos la zona norte.

— Capitán ¿Debemos movernos? – asintió a mi pregunta.

Recargue mi arma manteniendo esta firme entre mis manos. Estaba intranquila, ese mal presentimiento se hacía peor a medida que avanzábamos por el destruido pueblo. En el centro los cadáveres comenzaban a acumularse y a apestar. Marco antes de continuar dio la orden de incendiar el lugar, si los animales salvajes del lugar comían a los cadáveres descompuestos, solo serviría para terminar infectados y propagar el virus por el país y los alrededores. Mientras nos habríamos paso hacia la zona norte, seguíamos intentando comunicarnos con el equipo Alpha 1, pero solo había silencio, un escalofriante silencio.

— Encontré a Fix. – Dije mientras caía de rodillas frente a él. El corazón se me apretó. Tenía miedo por Chris. Tenía que encontrarlo. Fix estaba clavado en un árbol a varios metros sobre el suelo. –

— Fue una emboscada.

— Hay que bajarlo, no podemos dejarlo ahí.

— Luego soldado. Debemos encontrar a los demás.

— Este es Moss. – Menciono Drex. Quien se inclinó hacia el para poder quitarle su placa.

— No bajen la guardia.

Avanzamos con calma y en total silencio para encontrar a Jill y a Chris, ahora eran nuestra prioridad. Frente a nosotros la entrada a un bunker, perfecto. Mas sorpresas de umbrella. Estaba bien oculto entre los árboles, cubierto con ramas y hojas, pero aun así la puerta resaltaba gracias al logo de Umbrella. Si ellos no están aquí, lo más probable es que estén encerrados ahí dentro, después de todo son agentes de alto rango, perfectos para ser usados en un experimento. Si entrabamos íbamos directo a la trampa.

— Preston, Anderson. Regresen al campamento.

— Si señor.

— Nosotros tres entraremos. – Drex y yo asentimos. Avance hacia Daniel.

— Ve con cuidado ¿Quieres? Por favor ve con cuidado.

— Les avisare cuando llegue. Suerte ahí dentro.

— Ve amigo. – Drex y él se abrazaron. – Anderson, lleguen bien.

— Rescaten al capitán. – Dijo este antes de apartarse.

— Andando. No perdamos el tiempo.

Dejar que Daniel se fuera solo no me gustaba. Era bueno con las armas y sabia defenderse bien, solo esperaba que llegará a salvo al campamento. Marco abrió la puerta metálica que no dejaba de rechinar, el interior del lugar estaba frio comparado con el exterior y al parecer el aire dentro era respirable, pero aun así no nos quitaríamos la máscara por precaución. Marco iba en frente asegurándose de que estuviera despejado y nosotros cubriéndole las espaldas y los flancos. Llegamos a una enorme sala de color blanco, el logo de umbrella en el centro del lugar y un hombre de traje de pie. Mantuvimos las armas firmes apuntando directamente a este.

— ¡No se mueva! – Grito Marco. – Manos en la cabeza y gire lentamente.

— Tan predecibles. Mi informante tenía razón, ustedes son predecibles. – La ira comenzó a apoderarse de mi al ver entrar a Francis desde otra puerta manteniendo una desagradable sonrisa en el rostro. Manteniendo su arma alzada lista para disparar. –

— Que mierda. – Dije sin entender que estaba pasando. –

— Mi querida Francis, mi hija. Debió ser una tortura estar en ese lugar con gente tan.

— Patética. – Comento mientras me veía fijamente. – Ni siquiera intenten comunicarse. Las señales están bloqueadas.

— ¿Dónde está el capitán? – Cuestiono Drex.

— Ni idea, tal vez vivo o muerto o convirtiéndose en un lindo zombie.

— Si le hiciste algo te vas a arrepentir.

— Uh ¿Es una amenaza Kennedy? De todas formas, no le interesas...

— Nos iremos en paz y les dejaremos un pequeño presente para su deleite. Una muestra del virus T mejorado. – Las puertas alrededor comenzaron a abrirse, criaturas humanoides con garras y grandes colmillos.

— Adiós, amigos. – Dijo con cierta ironía antes de desaparecer junto a ese hombre.

— Alina ve tras ella y encuentra al capitán.

— No voy a dejarte aquí con ellos...

— ¡Ve! Estaré bien. 

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