XXVI

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Me encomendé a todos los dioses que conocía antes de girar hacia él, mantenía esa expresión de ira en su rostro, sus ojos oscuros solo me ponían más nerviosa

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Me encomendé a todos los dioses que conocía antes de girar hacia él, mantenía esa expresión de ira en su rostro, sus ojos oscuros solo me ponían más nerviosa. Su ceño fruncido por alguna razón lo hacia ver jodidamente bien, esa mirada lograba erizarme la piel por completo. Chris ahora luce como el hombre más atractivo del mundo y muero de ganas de poder estar con el todos los sentidos posibles. Idiota, me tiene perdida e indiscutiblemente enamorada, mi capitán me tiene a sus pies y no tengo miedo de decirlo, porque es así, estoy sumida ante ese hombre alto con grandes brazos que se ve jodidamente intimidante, pero que en el fondo es tan blando como un cachorro.

— Bien ¿Qué quiere capitán? ¿Le quedo alguna duda?

— No. Bueno si ¿Cómo supiste de la subasta?

— Tengo mis contactos.

— Tu hermano...

— Si. Me dijo que escucho dentro de la casa blanca, que solo eran rumores. Me puse a investigar y bingo.

— Eres increíblemente lista.

— Ya me conozco esta parte Chris, te portas lindo y amable y en un abrir y cerrar de ojos me vas a gritar la vida entera como si no hubiera un mañana.

— Es porque estaba realmente preocupado...

— ¿Y por eso estas enojado?

— Y porque fuiste a una misión sin consultarme...si algo te hubiera pasado.

— Pero no paso, créeme fuimos discretos.

— ¿Tienes algo que hacer mas tarde? – Negue. – vamos por esa cena, hay un restaurante nuevo y Podemos ir juntos.

Antes de salir de la sala Chris se acerco a paso lento hasta acorralarme contra la pared más cercana. Mi corazón estaba bombeando a toda prisa sangre a mis mejillas que no tardaron en ponerse rojas, podía sentir su respiración cada vez más, menta fresca y limón, su perfume se metía por mis fosas nasales haciendo que cada parte de mi se descontrolara por completo, las piernas no dejaban de temblarme y todos esos nervios desaparecieron al sentir sus labios presionar los míos. Lo odio, definitivamente lo odio por hacerme sentir así de débil. Así que tonta. Maldito seas Chris Redfield.

Sali de la base vistiendo un pantalón de tela y una blusa holgada. No es como que tuviera demasiada ropa aquí en la base, es más mi sentido de la moda no es el más femenino, me acostumbre a usar la ropa de camuflaje del ejercito y ahora el uniforme color azul de la agencia, así que es lo que hay. Peine mi cabello para que quedara decente, algo de maquillaje casual y boom. Chris estaba apoyado contra su auto, alce las cejas ante esa postura tan sex boy de su parte. Un jeans claro ajustado que no dejaba demasiado a la imaginación, una camiseta de cuello largo que resaltaba demasiado todos sus músculos.

— ¿Tu ropa se encogió con el lavado?

— Es difícil encontrar ropa de mi talla. Pero así te gusto ¿No? – Susurro sobre mi oído logrando que cada parte de mi se erizara por completo.

Chris abrió la puerta del copiloto para mí, ser capitán de la BSAA tiene sus ventajas al parecer. Un hermoso deportivo color negro, un BMW que no cualquier persona puede costearse. No se compara con el auto en el que me llevo a casa la ultima vez, aunque imagino que ese era de la agencia. No imagino cuantos ceros tiene en su cuenta bancaria. La mía debe ser una completa burla, sin ingresos para absolutamente nada más que lo básico. Bueno, pero al paso que voy podría convertirme en capitán, tengo las habilidades como para serlo, soy buena líder, organizo buenos planes y veo cosas que los demás no logran percibir.

Llegamos a ese nuevo restaurante ubicado en la zona centro de la ciudad. El lugar no se veía para nada sencillo, pero con un buen ambiente. Demasiados lujos y yo vestida de esa forma. Junto a Chris avanzamos luego de que este aparcara el vehículo unos cuantos metros más allá. Las risas eran contagiosas por parte de ambos, nos la estábamos pasando bien aun cuando ni siquiera había iniciado la cena, pero de algo estaba segura, entre ambos había una química innegable. Me detuve de golpe ante la mala suerte, debe ser una jodida broma o demasiada casualidad junta para tener que encontrarme con esa persona justo en este momento.

— Mierda.

— ¿Qué ocurre?

— Es Donovan. – Apunte al tonto que venia saliendo y que termino viéndome. – finge que eres mi chofer y mi guardaespaldas.

— ¿Qué? Ni loco.

— Solo hazlo ¿Quieres? Si no lo haces me va a descubrir...

— Señorita Kim. Quien imaginaria que el destino nos volvería a encontrar. – Dijo mientras sostenía mi mano atrayéndome hacia él para depositar un beso en cada una de mis mejillas.

— Lo mismo digo señor Donovan. El mundo es pequeño ¿Qué hace aquí? No tiene sede en esta ciudad.

— No, estoy por negocios. Probare mi producto pronto. – Curve mis labios en una sonrisa al entender a lo que se refería. – He estado esperando por su llamada.

— Oh si, lo lamento tanto. He estado con tantas ocupaciones.

— Entiendo ¿Y su esposo? Lo recuerdo bien y no se veía así. – Dijo mientras veía a Chris de pies a cabeza. Mismo que mantenía sus brazos cruzados totalmente intimidante. – se ve un poco grande. – Dijo este entre risas, gire hacia Chris notando su expresión. Estaba molesto.

— Esta en una junta con inversionistas, quiere abrir nuevos hoteles dentro del país. – Dije con total seguridad. – y él es Wallace, mi chofer, guardaespaldas y amigo de la familia. Si es algo grande, es que consume esteroides, le he dicho que son malas para su salud. – Susurre apenas provocando risas en él.

— ¿Y que hace por estos lados?

— Vengo a cenar, me dijeron que habían abierto un nuevo restaurante. Uno de mis placeres culpables es la buena comida.

— Tengo el mismo placer. En fin, debo dejarla. Tengo que tomar un vuelo a Chicago, pero estaré volviendo pronto. Reunámonos en mi próxima visita.

— Por supuesto, conozco un lugar donde sirven la mejor comida griega.

Eso había sido incomodo, pero algo bueno había sacado de ese inesperado encuentro. Donovan planeaba usar su producto aquí. El equipo del laboratorio tenia que ponerse a trabajar con más prisa para encontrar una cura, debíamos estar listos para poder combatir ese virus. Tenemos el elemento sorpresa, ya sabemos lo que planean hacer, solo nos falta saber cuándo. Supongo que tendré que reunirme a solas con Donovan e intentar sacarle más información, no es demasiado listo por lo que he visto. Junto a Chris nos adentramos en el restaurante, tenía lista una reservación para ambos. Creo que ya lo tenia planeado.

— Quería golpearle la cara a ese tipo. No dejaba de ver como si fueras un pedazo de carne.

— ¿Celoso?

— Demasiado celoso. Eres mía. – Alce las cejas al escucharlo. – Y por cierto, no uso esteroides, esto. – Menciono mientras apuntaba su propio cuerpo. – Son años de entrenamiento.

— Claro capitán. Y no soy tuya.

— Lo eres, de pies a cabeza. Quiero que tu cabeza solo haya espacio para mí, así como tu ocupas la mía. 

 

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