XXIV

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El día lunes había llegado, para mi mala suerte tuve que coger el autobús ya que León había salido temprano de casa por una emergencia en la casa blanca, al trabajar directamente para el presidente debía estar ahí sin demora

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El día lunes había llegado, para mi mala suerte tuve que coger el autobús ya que León había salido temprano de casa por una emergencia en la casa blanca, al trabajar directamente para el presidente debía estar ahí sin demora. Agradecía que el clima fuera agradable. El sol brillando en las alturas y la brisa fresca golpeando mis mejillas. Estaba por ingresar a la base, pero fui detenida de inmediato por Drex quien me jalo fuera llevándome a unos varios metros lejos del lugar.

— Venga que yo igual te extrañe Drex, pero esa no es forma de recibirme.

— Por tu bienestar te recomiendo no entrar.

— ¿Qué ocurre?

— El capitán esta furioso.

— ¿Le contaron?

— Tuvimos que, no dejaba de preguntar por ti desde que le dieron el alta y nos amenazó a mí y a Daniel con mandarnos a la Antártida y con solo un cuchillo para defendernos de los osos, ah y desnudos si no le decíamos donde estabas.

— No hay osos en la Antártida.

— Lo sé, pero ese no es el punto. Esta furioso Alina.

— Carajo.

— Si carajo, ha estado insoportable, tortura a los nuevos reclutas y patea todo a su paso.

— ¿Así de mal?

— Si, bueno es entendible, no tuvimos noticias de ustedes en más de una semana ¿Al menos consiguieron algo?

— Ob... - No alcance a terminar. El auto de Chris se acercaba a toda velocidad. Empuje a Drex cayendo tras unos arbustos para poder escondernos. – si se ve enojado.

— Te dije. Esta enojado, parece un maldito león enjaulado.

— ¡Ya llego la agente Kennedy! – La piel de los brazos se me erizo al escuchar su fuerte grito.

— Estoy muerta.

Le quite la sudadera a Drex para poder cubrirme con esta, tenia que usar mis habilidades para infiltrarme en la base y evitar ser atrapada por Chris, me iba a matar, estoy segura de eso. Después de todo la misión fue mi idea, irnos a Corea y todo el plan fue mío. Aunque claro tuve que pedir autorización al director que de mala gana accedió a dejarme ir, pero era por el bien común de todos nosotros, para salvar al mundo. Gire la mirada al verle acercarse, de sus ojos salían llamas ante lo enojado que estaba, las venas en sus manos resaltaban mientras apretaba los puños intentando controlar su propia ira desenfrenada. En estos momentos temo por mi vida. El da más miedo que los muertos vivientes. Me apresure a saltar sobre el escritorio de Cristine justo antes de que el volteara hacia donde él estaba.

— Si ves entrar a Kennedy me avisas de inmediato. – Dijo este. – Se supone que llega hoy.

— S...si Capitán Redfield. – Abrace mis propias piernas intentando no perder la cordura.

— ¿Ya se fue? – Susurre bajito.

— Fue hacia el gimnasio.

— Dios, voy a enloquecer.

— Nunca lo había visto así de enojado.

— Eso sí que me consuela, gracias Cristine.

Asome la cabeza tan solo un poco asegurándome de que no estuviera por ningún lado. Gire la mirada al ver llegar a Kang, idiota, no debería llegar así como si nada. Debió haberse quedado conmigo, bueno no es como si supiéramos que nos iban a recibir así. Jale a este de la mano para comenzar a correr hacia el elevador explicándole todo lo que estaba pasando en el camino. Tarde o temprano tendremos que enfrentarlo, no voy a poder pasarme toda la vida corriendo por la agencia para ocultarme de él, aunque ahora pensándolo bien un traslado suena como una buena idea, estar en Europa bien lejos de su persona, así no tiene posibilidades de matarme. A menos que sea tan obsesivo que me siga hasta allá para acabarme.

Logre llegar a mi habitación sana y salva, no paso mucho para que la puerta se abriera. Mi querido amigo Drex quien solo rodo los ojos antes de arrojarse a la cama junto a mi viendo de forma fija hacia el techo. Apoyo una mano sobre mi frente en un vano intento de hacerme sentir más tranquila, pero ni eso servía, estaba tan nerviosa que hasta comencé a morder mis uñas. Nos quedamos un rato en silencio antes de darle un ligero golpe en uno de sus hombros, me había cubierto las espaldas y ahora tenía una enorme deuda con él.

— Tenemos que reunir al equipo para revisar la información que obtuvimos.

— Incluido al capitán.

— El capitán no es parte de esta misión, es nuestra. Y yo estoy a cargo.

— lo estabas Alina, el tomo el cargo luego de que le dijimos donde estaban.

— Mierda. Estoy jodida. Iré con el director y tu ve con Daniel y los demás. Nos reuniremos en la sala B.

Me cambie de ropa, ya no servía de nada ocultarme en la habitación. Tarde o temprano tendría que afrontar a Chris enojado Redfield. Mientras avanzaba hacia la oficina del director, continuaba pensando en lo que habíamos hecho en Seúl. Habíamos hecho un muy buen trabajo y nadie nos había descubierto. Mathew y yo habíamos hecho un muy buen trabajo. Me quede en silencio mientras el director daba vueltas en su oficina como perro buscando su hueso, daba vuelta archivos y los volvía a meter en su lugar, al parecer mi presencia no era relevante para el en esos momentos.

— Señor... tengo información sobre quien compro las muestras del virus.

— Bien, muy bien. Aquí esta. – Avanzo hacia mi poniendo un archivo frente a mí. – esto es el expediente de tu hermano.

— ¿Qué tiene que ver mi hermano con esto?

— Necesito que hables con el e intentes convencerlo de venir y trabajar con nosotros.

— León no va a acceder. Ni siquiera quiere que yo este aquí.

— Necesito que al menos lo intentes. Tu hermano tiene experiencia con los no vivos. Te dejo esa tarea Kennedy.

— Claro, señor. 

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