XIII

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En un rápido movimiento me gire apuntando con mi arma, lista para disparar

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En un rápido movimiento me gire apuntando con mi arma, lista para disparar. Rodé los ojos gracias a esa maldita rata. Sin más me levante para poder abrir la puerta indicándole al equipo que ya todo estaba despejado. No paso mucho para que los demás ingresaran a la casa, en la mirada de Chris había cierto toque de preocupación. Solo sonreí antes de seguirlos para poder bajar, mientras bajaba por las largas escaleras, que parecían no tener fin. Chris se comunicó con Jill para que ingresaran y cubrieran la zona en caso de que alguien nos quisiera hacer compañía. Encendimos nuestras linternas una vez que estuvimos abajo, además de apestar, estaba oscuro, apenas si podía ver la punta de mi nariz.

— Tardaste mucho en abrir la puerta. – Me regaño este.

— Si me hubiera atacado algo, ese algo ya estaría muerto.

— No te confíes. – Rodé los ojos. – avancen tras de mí, atentos a cualquier movimiento.

Los minutos solo me ponían más tensa de lo que ya estaba. El silencio era desagradable, escuchaba nuestras pisadas hacer eco en las murallas de ese túnel. Me mantuve como cola del grupo, avanzando de espaldas, no me confió y siento que en cualquier momento aparecería algo tras nosotros. Continuamos avanzando, Chris abrió una puerta que nos llevó a una gran sala de color blanco bastante iluminada, había camillas en donde anteriormente habían estado personas atadas, la sangre fresca evidenciaba eso. Jeringas esparcidas por el suelo junto con frascos con un líquido azul casi transparente, en la etiqueta se leía claramente "virus T" umbrella sigue haciendo de las suyas después de tanto tiempo.

En la pared un mapa de una de la ciudades de Canadá, marcada con rojo. Un pequeño pueblo ubicado a unos cincuenta kilómetros, espero no tengan intención de usar el virus en ese lugar. Continuamos avanzando por la única puerta disponible que daba a un pasillo del mismo color, marcas de manos ensangrentadas en las paredes, las luces parpadeando desde el techo y lo peor, gritos de dolor provenientes de alguna de las tantas puertas esparcidas por todo el camino. Un escalofrío recorrió toda mi espalda ante los gritos guturales que erizaban toda la piel del cuerpo. Chris y los demás avanzaron, al parecer no habían escuchado nada. Me quede de pie luego de que ellos doblaran. Sin esperar mucho o alguna orden abrí una de las puertas.

— Oh mierda. – Exclame al ver las jaulas entreabiertas con los soldados de reconocimientos apenas atados con cadenas oxidadas. Sus ojos blancos, sin pupilas, sus rostros completamente desfigurados, pero eran ellos. Podía notarlo por lo uniformes y el logo de la BSAA. La sangre escurriendo de sus bocas, mezclado con ese liquido negro que caía al piso en grandes cantidades. – Capitán... ¿Capitán? Mierda perfecto. No hay señal. – Uno de ellos intento lanzarse fuera de la jaula, pero aquellas caderas les sostenían bastante bien. Pero no resistirían por mucho rato. Eso espero. No quiero tener que lidiar con ellos, pero será mejor asesinarlos de una vez antes de que logren zafarse. La boca de uno de ellos comenzó a abrirse, dividiéndose en cuatro. Era jodidamente escalofriante. – Lo siento chicos. Lo siento. – Sostuve con firmeza mi arma disparándole a uno directamente en la frente. Eran de los nuestros, pero ya no son racionales. El segundo cayo y el tercero. Solo uno más... el último logro romper sus cadenas y ahora corría directamente hacia mí dispuesto a morderme, ira irracional, listos para asesinar sin piedad alguna. Estaba dispuesta a disparar, más mi arma termino atorada. – Oh carajo. – Lo esquive dando una vuelta para terminar de rodillas en el interior. Ese soldado cayo frente a mi luego de que una bala lo impactará por atrás.

— ¿Qué parte de no te alejes no entendiste? – Me regaño nuevamente. –

— No me aleje. Ustedes avanzaron sin mí. Encontré a tus hombres. Capitán. – Dije molesta mientras me ponía de pie golpeando con fuerza su brazo al pasar por su lado.

Seguimos revisando el laboratorio. Demasiadas habitaciones y poca gente en el lugar o al menos eso creíamos, los muertos vivientes que estaban enjaulados no eran los únicos seres dentro del laboratorio. En una sala de pruebas varios científicos y en unas camillas dos sujetos de prueba con los que estaban experimentando, uno de los hombres tenía todos los órganos vitales expuestos mientras algunos gritos escapo de su boca ante la tortura a la que estaba siendo expuesto. Un par de esos maniáticos con mascara comenzaron a inyectarle ese liquido color azul. Francis estaba grabando todo lo que estaba pasando, esperamos la orden de Chris para terminar entrando en ese lugar apuntando a cada uno de los idiotas dentro de esa sala.

— De rodillas. Todos. – Ante esa simple orden todos dejaron de hacer lo que estaban haciendo. Nadia tomo un par de muestras guardándolas dentro de una caja metálica. – quieto. – Esa advertencia fue demasiado tarde, una trampilla se abrió en el piso, no sé cómo no me di cuenta de que eso estaba en el suelo. - ¡Alina! 

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