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17 de Junio 2017

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17 de Junio 2017.

Hoy él era el primer día de mi nueva vida. Había terminado mi servicio en el ejercito con honores, graduándome como la mejor. Estaba orgullosa por mi gran logro y por la oportunidad de demostrar a diario que podía hacer cualquier cosa sin importar mi género, muchos me habían puesto en duda solo por ser una chica, siempre es así. Creen que por nuestro genero somos débiles e incapaces de hacer lo mismo que ellos. Pero cuan equivocados quedaron al ver mis habilidades, era ágil, rápida y sobre todo lista. Muy lista, capaz de resolver acertijos en poco tiempo y armar un plan en minutos.

Fui nombrada capitana de mi escuadrón, ser líder y estar a cargo de un grupo de soldados no era nada fácil, pero era un honor serlo. Y había hecho un buen trabajo en cada uno de los trabajos que se nos había designado. Papá estaría orgulloso de todos mis logros y como me había sobrepuesto a todas las adversidades. Mientras terminaba de empacar mis cosas para ir a casa, veía hacia afuera del edificio donde los nuevos reclutas comenzaban a ordenarse. Había cumplido una etapa y ahora iba por más, había enviado mis papeles a la BSAA, una agencia especializada en bioterrorismo, claro que tal cosa no fue del agrado de mi hermano, bueno este aun no sabe que he sido aceptada. En fin, había quedado dentro y debía presentarme dentro de dos semanas para iniciar mi entrenamiento.

— ¿Ya te vas? – Gire la mirada hacia la puerta. – no te vayas. – Menciono Davis con un ligero puchero en los labios. - ¿Quién me va a recordar lavar mis calcetines?

— Venga, ya tienes edad suficiente como para lavar tus calcetines por tu cuenta.

— Mi única amiga me abandona por irse a las ligas mayores.

— Ven acá llorón. – Dije mientras abría mis brazos para recibir a mi amigo. A pesar de que media casi dos metros de altura y que poseía un enorme físico, conmigo se comportaba como un niño. Sostuve su rostro entre mis manos apreciando con nostalgia sus ojos verdes antes de dar un golpecito en su hombro. – Tienes que llamarme seguido.

— Lo prometo. Dame eso, lo llevare por ti. – Menciono mientras tomaba mi equipaje para sacarlo del cuarto.

— Bien... fueron unos buenos dos años. – Me dije a mi misma mientras abandonaba la habitación.

Mis compañeros salieron a despedirme, al igual que mis superiores. No quería llorar, pero no niego que extrañare los constantes gritos y regaños de mi comandante. Abrace con fuerza a Davis, bueno el me abrazo a mi, se negaba a soltarme. Idiota consentido. Nos vimos a los ojos por última vez antes de subir a la camioneta que me llevaría de regreso a la ciudad. Veía por el retrovisor la base donde había pasado los últimos cuatro años de mi vida, esforzándome por aprender todo lo necesario para ser un soldado de elite y lo había conseguido, las medallas en mi uniforme así lo acreditaban. Todo el sudor y las lágrimas habían valido cada maldito segundo.

Abrí los ojos ante el golpe en mi hombro por parte del soldado a mi lado quien solo me dedico una sonrisa. Observe por la ventana viendo mi amado hogar. La casa donde había crecido y vivido mis mejores momentos. Mis cosas ya estaban en la entrada, dándome a entender que había llegado hace unos cuantos minutos. Estire los brazos lo suficiente como para sacar la pereza de mi cuerpo. baje finalmente de la camioneta para avanzar hacia la entrada.

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