XXII

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Con mi abrigo de piel en los hombros bajamos del auto que habíamos rentado

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Con mi abrigo de piel en los hombros bajamos del auto que habíamos rentado. Hora del show y mostrar mis dotes actorales. Sostuve a Mathew de la mano entrelazando nuestros dedos para poder avanzar con calma por las largas escaleras que llevaban a la entrada principal. Deje que él se encargara de comunicarse con los de seguridad en su idioma natal, no entendía nada, tan solo algunas palabras que él me había enseñado para poder comunicarme en caso de ser necesario.

— ¿Ves a los hombres en la mesa del fondo? – Mathew giro disimuladamente sosteniéndome de la cintura. – Son dueños de las farmacéuticas Cleven. Si están aquí el virus también, los investigue, estuvieron asociados a Umbrella antes de los acontecimientos en Raccoon.

— Es posible ¿Deberíamos mezclarnos?

— Por el momento no, vamos a la barra por un trago.

— Claro querida.

Nos estábamos mezclando entre los egocéntricos y poderosos del mundo, Mathew estaba jugando muy bien su papel, serio y comprometido con la misión que teníamos ahora. nos separamos por un momento para poder investigar por nuestra cuenta y yo ya tenía mi objetivo en la mira, tome uno de los tragos avanzando con él para terminar chocando con ese sujeto, un hombre dueño de una corporación farmacéutica y con demasiados negocios ilegales de por medio, miembro de un club de elite en los Estados Unidos, Clarence Donovan. Quien era conocido por comprar mercancía en el mercado negro. Choque con el luego de fingir haber tropezado dejando caer el trago sobre mi propio vestido asegurándome de no mojar la cámara.

— Oh, santo cielo lo siento tanto. – Me escuse totalmente apenada, si claro. – mis disculpas, tropecé con este estúpido vestido.

— Una servilleta por favor. – Menciono este hombre mientras me sostenía. - ¿Por qué usar un vestido que la hará caer?

— Mi esposo insistió en que este era el indicado para esta velada.

— Permítame invitarle otro trago ¿Señorita?

— Kim, Anna Kim.

— Clarence Donovan.

Junto a Clarence fuimos hasta la barra, ya tenía un nuevo trago en mi mano y la compañía de este hombre que no dejaba de ver mi busto, como si nunca hubiera visto uno antes. Jodido idiota. Tenía que fingir interés en estar cerca de él mientras charlábamos e intercambiábamos información relevante, mencione lo de querer invertir el dinero de mi padre y su rostro se ilumino por completo cuando mencione la cantidad de dinero que estaba dispuesta a gastar, claro que aún tenía dudas con respecto en que área sería más apropiado dejar mi fortuna. El por su parte menciono estar interesado en el armamento militar, los militares pagaban bien por nuevas armas. Y en especial hoy estaba bastante interesado en comprar el nuevo producto para producirlo en masa.

— Cariño, aquí estabas. – Mathew apareció de un costado. – quiero mostrarte a algo.

— Deja que te presente antes, señor Donovan, él es mi esposo Jeong Kim. Cariño, él es dueño de las farmacéuticas Cleven y mi posible socio.

— Un placer señor Kim, permítame decirle que su esposa es un encanto y muy lista.

— Lo sé, su inteligencia fue la que me enamoro. En fin, cariño, la subasta va a iniciar. – Dijo Mathew mientras sostenía mi mano.

— Claro. Ha sido un placer conocerlo señor Donovan. Ya tengo su tarjeta, me comunicare con usted si decido invertir en su negocio. –

— Estaré esperando por su llamada. – Curve mis labios en una sonrisa mientras nos apartábamos.

— Bien ¿Algo?

— Armamento, tiene armas para la venta y piensa comprar lo que van a subastar ¿Y tú?

— Vi a un hombre con un maletín, el logo de umbrella estaba ahí. Imagino que puede ser el virus.

— Haremos esto, no podemos comprarlo. No tenemos el dinero, pero si podemos obtener la identidad del comprador. Aunque es posible que sea ese tipo.

— ¿Para seguirlo?

— No podemos seguirlo, no tenemos las herramientas y seguramente causaríamos un escándalo.

Nos acomodamos en el auditorio donde se llevaría a cabo la subasta, de forma discreta observaba todo a mi alrededor, había guardias por todos lados, aunque muy bien camuflados, pero sus armas resaltaban demasiado bajo sus ropas. Al menos unos veinte, no tengo dudas que son hombres de Umbrella, entrenados y con fuerza para golpear y hacer daño a quien quiera intervenir. Desde un rincón Donovan dedicándome una sonrisa y un saludo con su mano, de mala gana correspondí al gesto de este.

— Hay al menos veinte guardias por todo el auditorio. Diez en el piso superior y otros diez abajo. – Susurre lo más bajo posible para que solo me escuchara a través del audífono.

— Los veo y el capitán se pondrá celoso. – Alce las cejas viéndolo confundida. – creo que le gustaste a Donovan, no deja de mirarte.

— Si le dices algo a Chris te golpeo. Aunque es mejor que ni se entere que estamos haciendo esto. Se pondrá histérico.

 Se pondrá histérico

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