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Era de conocimiento público que una vez Karma Akabane estaba involucrado en algo, cualquier cosa, atraería problemas

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Era de conocimiento público que una vez Karma Akabane estaba involucrado en algo, cualquier cosa, atraería problemas. Y, claro, ver al pelirrojo con la chica con la que acababa de hablar hacía cinco minutos, no le dejaba otra opción más que sospechar que era todo una broma suya. De muy mal gusto, por cierto.

Le habían dicho al peli naranja varias veces que su mirada era bastante fuerte, jamás supo lo que significaba hasta ese momento. Parecía haber mirado a Akabane por más tiempo, o de manera más intensa, de lo necesario, porque este había girado su cabeza hacia él tan rápido y seguro como si Asano mismo lo hubiese llamado.

Gakushū no apartó la mirada, hubiera sido sospechoso. Alzó una ceja, pidiendo respuestas indirectamente.

El oji cobre aprovechó la ocasión para hacer lo usual; sonreír, hacer un gesto con la cabeza a manera de respuesta, y después guiñar. Y Gakushū hizo lo usual, también; rodar los ojos con hastío.

-¿Cómo llegó tan rápido? -preguntó Ren, refiriéndose a la pelinegra-. Esto se pone cada vez más extraño... -señaló, sin apartar la mirada de la pareja que seguía hablando como si nada hubiera pasado.

-Por una vez en la vida, tienes razón -suspiró.

Decidieron no darle más importancia; no pasarían el resto del receso mirándolos como idiotas chismosos.

Ambos se dirigieron a la barra para servirse comida y luego caminaron alrededor de la atestada cafetería en busca de un lugar disponible; la situación con la pelinegra definitivamente les había quitado tiempo valioso.

La única mesa con asientos disponibles se alzó frente a sus ojos: la mesa donde se sentaban el resto de los Cinco grandes. Asano puso su mejor sonrisa falsa y ambos se dirigieron allí.

Luego de un par de asentamientos de cabeza, los recién llegados comenzaron a comer.

-Dame las notas -dijo Ren con la boca llena.

-No.

-Oh, vamos, solo quiero verlas -rogó-. ¿Por favor?

Asano rodó los ojos y las sacó de su bolsillo. Les dió un ligero vistazo antes de extenderlas hacia Ren; sin embargo, solo una nota llegó las manos del castaño.

-Vaya, vaya~ -dijo Karma, arrebatando el último papelito de las manos del peli naranja. No había ni rastro de ese semblante triste que había visto antes-. ¿Llegó otra?

-Damelas, Akabane -murmuró Asano entre dientes.

No estaba escondiendo el hecho de que alguien le estaba dejando notas en el casillero, pero tampoco tenía intenciones de que todo el alumnado se enterara; parecía que Karma, sí.

-"¿Sabías que cuando te enojas frunces la nariz como un conejo y tus mejillas se ponen rojas? Tierno" -repitió.

Sakakibara casi escupe su jugo al escuchar a Karma leerlo tan alto, y Gakushū intentó no ahogarse con su saliva al escuchar específicamente esas palabras salir específicamente de esa boca con específicamente esa voz.

1.11 [Karushuu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora