Donde Gakushū tiene un admirador secreto que firma bajo el nombre de "1.11" o donde Karma piensa que Gakushū es demasiado tonto por no descifrarlo.
»Creditos de la preciosa portada a @Markil_Fox
No. 1 en #gakushu el 22/06/23
No. 2 en #asakaru el 13...
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Cuando Gakushū llegó al aula, ni siquiera lo saludó. No, ni siquiera lo miró.
Karma se giró sobre su silla —después de haber estado un rato mirando al frente, sintiendo la mirada de Gakushū en su nuca. Era obvio que así no podría concentrarse en lo que la profesora de Lengua comenzaba a explicar.
—¿Qué pasó con el idiota ese? —preguntó en voz baja.
—Pon atención a la clase.
Akabane alzó una ceja, sorprendido por la frialdad de sus palabras.
—No puedes dejarme así, Gakushū —chilló. Por sobre su voz, la docente hablaba sobre el significado de morfología—. Tengo wasabi en la mochila, por si…
—Intento poner atención, Karma.
Si el peli naranja hubiera sonreído y rodado los ojos, Akabane hubiera reído también, pero no fue así; Su expresión estaba seria, con la mandíbula rígida y un gesto casi culpable adornando su rostro.
Iba a preguntar de nuevo, pero su pareja bajó la mirada y comenzó a escribir notas en su cuaderno que Karma estaba seguro que ni siquiera necesitaba. Lo estaba evitando. Excelente.
—Bien —dijo—. Como quieras. —Se dio la vuelta hacia el frente y se cruzó de brazos, mirando al pizarrón pero sin poner atención.
¿Por qué su pecho dolía? Gakushu era así, ¿no? Él sí disfrutaba poner atención a los profesores y hacer notas a pesar de saber todo de memoria. Le gustaba ser el primero de la clase y estudiar por horas.
Karma siempre había sido consciente de cuán distintos eran entre ellos; lamentablemente, también tenían cosas en común. Ambos eran igual de tercos y orgullosos, así que cuando las clases terminaron y ninguno de los dos le dirigió una mirada, ni una palabra al contrario, cada uno salió del aula solo, con la cabeza gacha.
Akabane caminó con las manos relajadas a sus costados y levantó la cabeza después de alejarse unos pasos de su pareja. Ambos eran expertos en fingir que todo estaba bien, después de todo. Conocían muy bien, también, el sentimiento de soledad.
No tenía ganas de caminar al lado de Gakushu por más de cinco calles, uno al lado del otro, cada uno sumido en sus pensamientos y sin cruzar palabra, así que tuvo una idea mejor.
Dio vuelta en la primera calle, viendo por el rabillo de ojo cómo Asano alzaba la mirada, confundido. Apretó la mandíbula y usó toda su fuerza de voluntad para no girarse a enfrentarlo.
Caminó recto por algunas calles, sintiendo la nostalgia llegar poco a poco, como si esta se acumulara a medida que llegaba a su destino. Se mordió el labio inferior cuando llegó al pie de la montaña, pero no se detuvo. Brincó la pequeña barda, construída torpemente para que nadie subiera a ese mítico aulario, y siguió su camino.
La piscina de la Clase E, esa donde habían descubierto que Koro-sensei le temía al agua, estaba sucia, abandonada y congelada. Incluso la escalinata estaba totalmente cubierta por la nieve y las ramas que caían de los árboles. Cualquiera podría creer que en realidad no había un camino para subir.
Al llegar arriba, traspasó las cintas policiales de clausura y, luego de maniobrar un poco con un pequeño gancho, abrió la puerta principal del aulario y entró.
Solía subir a la montaña y pasar tiempo entre los árboles cuando se sentía intranquilo, pero no había entrado a ese lugar en dos años. Sabía que sus ex compañeros lo hacían de vez en cuando para mantener el edificio en pie; él siempre encontraba excusas para no hacerlo.
Abrió la puerta del aula principal y caminó entre los pupitres hasta llegar al que solía ser suyo. Dejó su mochila en el piso y se sentó mirando al frente.
Imaginó, por un segundo a ese ser amarillo, allí, detrás del escritorio. A ese ser amarillo al cual había querido como un padre, que lo había apoyado cuando más lo necesitaba, que lo había aconsejado. El único que jamás lo hizo sentir como un estorbo, como un delincuente, como una persona que no merecía amor. El único que no se había ido de su lado por voluntad propia.
Una vez su mente fue capaz de ver a su profesor ahí, quiso imaginar que su boca se abría, que hablaba, que lo aconsejaba. Que le decía por qué todo el mundo lo dejaba atrás, por qué se sentía en el cielo una mañana y en el infierno la siguiente. Pero no pudo.
La imagen de su figura paterna estaba ahí, inmovil, mirándolo con esos pequeños ojos negros y su característica sonrisa, sin decir una palabra. Después de todo, su imaginación no podía darle las respuestas que él mismo no sabía.
Apoyó sus codos en la madera y se cubrió la cara con las manos, dejando que las lágrimas salieran al fin junto a algunos jadeos.
—¿Por qué no estás aquí? ¿Por qué no estás conmigo? —sin referirse a alguien en específico y a todos a la vez.
Koro-sensei, sus padres, Gakushū.
Esa tarde, lloró sobre su antigua mesa por horas, hasta que sus ojos estuvieron demasiado hinchados como para disimular, hasta que las lágrimas ya se habían acabado y hasta que sintió cierta paz después de la tormenta. Hasta que el aulario pareció volverse cálido para él en medio del frío invierno, sin saber que no estaba solo.
Había alguien ahí que acariciaba su cabello y lo miraba con cariño a pesar de que el pelirrojo no pudiera verlo.
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YO TAMBIÉN ME ODIO POR ESCRIBIR ESTO, LO SIENTO 😭 Estaba editando el capítulo mientras desayunaba y terminé llorando JAJAJAJAJ. En este perfil no superamos a Koro-sensei todavía y no lo haremos nunca.
¿Cuáles son sus teorías sobre lo que pasó con Gakushū y el imbécil idiota pendejo malnacido de Takeshi? Les leo🧐
Espero que les haya gustado el cap, déjenme sus votos y comentarios si fue así~ Me despido con una imagen preciosa que vive en mi cabeza 24/7:
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