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Y luego de dos noches sin mucho descanso, llegó el lunes

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Y luego de dos noches sin mucho descanso, llegó el lunes. El temido lunes que todos odiaban, pero sobre todo un chico en específico; un peli naranja, oji violeta, gruñón, llamado Asano Gakushū.

Caminó por el pasillo principal de la escuela en busca de su casillero. Lamentablemente para él, al parecer la mayoría de los alumnos habían decidido despertar temprano y llegar a la escuela a la misma hora que él.

No pasó desapercibido, por mucho que le hubiera gustado; alguna que otra persona de la reunión del sábado lo miraba de manera extraña. Sabía que Karma y él no habían tenido una discusión muy discreta, pero tampoco creyó que hubiera sido para tanto. Tuvo que luchar contra sí mismo para no sonrojarse; ¿Qué tanto habían escuchado de esa conversación en la cocina? ¿Karma estaría molesto si comenzaban a resonar rumores por ahí? ¿Él estaría molesto?

-Asano -Seo lo saludó al pasar junto a él; después de todo, sus casilleros estaban juntos.

-Buenos días -intentó sonreír, pero fue en vano. Al abrir su casillero, toda pizca de tranquilidad quedó drenada de su cuerpo. Había una nota.

"Si creíste que iba a rendirme así de fácil y dejaría de molestarte después de cómo me trataste el sábado, no me conoces tan bien, Gakushū~"

Esta vez no había números ni códigos extraños al final. Era una firma, grande y clara: Karma Akabane en tinta negra.

Su corazón comenzó a latir rápidamente y se estiró de inmediato para tomar la nota y guardarla en su bolsillo, donde nadie pudiera verla. ¿Cómo se atrevía a dejar otra nota, y con ambos nombres, el suyo y el de Karma, completamente expuestos? Sabía que no tenía vergüenza, sabía que no aceptaba un no por respuesta, sabía que era un maldito terco, pero eso había sido estúpido. Casi peligroso.

Tomó el libro de inglés, cerró su casillero y miró a su alrededor en busca de una cabellera roja, pero no tuvo éxito. Se dirigió al aula; Karma seguramente ya estaría ahí solo para molestarlo, con una sonrisa burlona de oreja a oreja y un comentario perspicaz para sacarle de sus casillas.

Pero no fue así. La silla de Karma estaba vacía, por completo. No había rastro ni de él ni de sus cosas.

Apretó la mandíbula. Si el oji cobre llegaba después del profesor, tendría que esperar hasta el receso para poder hablar con él. Pero aunque hablara con él, ¿qué iba a decirle? Ya ni siquiera tenía palabras, no podía creer que hubiera dejado otra nota después de lo molesto que había estado el sábado.

Suspiró rendido y se sentó en su banca esperando a los demás alumnos. Tal vez Karma llegaría después; en la secundaria solía llegar tarde todo el tiempo a pesar de los reportes que, siendo honestos, todo el mundo sabía que no le importaban mucho.

Para su desgracia, las clases comenzaron y no había ninguna señal del pelirrojo. Tampoco se presentó a la segunda hora, ni a la tercera, ni después del receso. Para ese punto, era más que obvio que no planeaba asistir a clases.

1.11 [Karushuu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora