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Karma miró varias veces a Gakushū durante el resto de las clases, intentando de alguna manera llamar su atención o incomodarlo al punto de que este tuviera que voltear a verlo, pero no tuvo éxito

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Karma miró varias veces a Gakushū durante el resto de las clases, intentando de alguna manera llamar su atención o incomodarlo al punto de que este tuviera que voltear a verlo, pero no tuvo éxito. El pelinaranja permaneció impasible y concentrado con la vista al frente todo el tiempo hasta que el timbre de salida resonó con fuerza.

El profesor se despidió de los alumnos y todos comenzaron a guardar sus cosas rápidamente; era viernes y tenían prisa por iniciar el fin de semana y dejar el estrés escolar al menos un par de días.

-¿No querías oír de Koro-sensei? -preguntó al aire, sabiendo que eso llamaría su atención.

-Ya no me interesa nada que puedas decir -se apresuró a tomar su mochila y comenzar a caminar hacia la salida del aula.

-Lo que tú digas, Gakushū~ -intentó jugar, pero su voz no salió como lo esperaba; fue baja y desanimada. Y, sobre todo, terminó siendo completamente ignorada.

El peli naranja salió del aula decidido a alejarse lo más posible de Akabane Karma.

Dobló un par de pasillos y bajó dos series de escaleras para llegar a la planta baja, dónde los alumnos se arremolinaban en masa, metiendo y sacando cosas de sus casilleros o simplemente despidiendose de sus amigos.

-¡Hey, Gakushū! -una mano lo detuvo por el brazo mientras intentaba atravesar el gentío hacia la salida. No se resistió; reconocía esa voz-. Mis padres no estarán en casa hoy, así que pensé que podríamos hacer... una pequeña reunión -el castaño sonrió-. ¿Qué dices? En mi casa a las seis.

-No estoy de ánimos, Ren.

-¿Estás de ánimos alguna vez? -alzó una ceja, sonriendo-. Vamos, solo un rato. Para distraernos un poco. Habrán chicas... y chicos, también.

Asano frunció el ceño, mirando a su mejor amigo con recelo.

-Y eso me importa porque...

-Vamos, hombre. Relájate un poco, no dejes a tu mejor amigo solo.

-Ren...

-A las seis en mi casa. Solo piénsalo, ¿Si? -finalizó con una palmada en el hombro de su amigo antes de sonreír y girarse hacía un grupo de chicas que iba pasando para invitarlas a su casa.

Asano suspiró y salió del edificio. El auto de su padre ya estaba listo, esperándolo en el estacionamiento. Caminó hasta allí y subió en la parte de atrás.

Gakuhoū aún no llegaba, como era usual; debía estar ocupandose de algunos últimos detalles sobre cualquier cosa y no tardaría en salir.

Recargó su cabeza sobre el respaldo y cerró los ojos con cansancio. Hacía tiempo que no se sentía tan agotado mentalmente; ni siquiera recordaba la última vez que había sentido tanta adrenalina. Estaba molesto, confundido, avergonzado y muchísimas otras cosas que ni siquiera sabía cómo describir.

1.11 [Karushuu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora