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Narra Yeonjun:

Apagué el cigarro en el cenicero sin dejar de mirar por la ventana. Lo mejor que había hecho fue reformarla la agrandé permitiéndome ver más el cielo, tuve que trabajar en un bar durante todo diciembre y enero para poder pagarlo; pero no me arrepentía de nada. Los atardeceres se veían preciosos, eso era lo bueno de ese barrio; los edificios eran bastante bajos y el cielo se veía a la perfección.

Eché un vistazo a mi bandeja de mensajes, Wooyoung invitaba a toda la clase a una fiesta, Kai me preguntaba si tenía pensado comer fuera y Beomgyu me insistía en que le contara qué hice con Soohael hacía un par de días. Fue una noche fascinante, hacía mucho que no me sentía tan liberado, comprendido y tranquilo; era el poder de aquella chica. Con sus silencioso y pequeñas sonrisas te llevaba a un mundo de pura tranquilidad. Subí las piernas sobre el escritorio y agarré los apuntes que había imprimido de lo que habían dado en la última semana de clases; eran unas cincuarenta hojas por ambos lados; tenía pocos días para estudiármelas. Eché mi cabellera hacia atrás mientras subrayaba las primeras hojas y tarareaba la canción que sonaba por mis altavoces. Mi habitación estaba hecha un desastre, si mi madre entraba me mandaría a buscar la escoba de inmediato. Escuché algo caerse, miré hacia atrás viendo a Inna jugar con una grapadora, ¿La había tirado? Me levanté alejando a mi gata de mis cosas, tuve que dejarla en la cama. Últimamente estaba muy revoltosa. Subí la grapadora al escritorio y volví a sentarme en mi silla; la mitad de mi habitación estaba así de desastrosa por culpa de esa gata diabólica.

—¿Yeonjun?

Dejé los apuntes sobre la mesa y esquivé todos los libros, ropa y zapatos del suelo. Salí de mi habitación asomándose a la izquierda viendo a mi madre doblar ropa recién planchada.

—Llévate tu ropa, y por favor—se tapó la nariz—Fuma en la calle y no en casa.

—Estaba la ventana abierta.

—Dije que fumes fuera, no hay más que hablar.

Agarré mi ropa y temí al recibir un empujón de mi madre que casi tiraba mi ropa al suelo. Me di la vuelta encontrándome con la sonrisa juguetona de mi madre, me pidió que después fregara mientras ella abría la peluquería.

—Lo dejaré como los chorros del oro—grité abriendo la puerta de mi habitación. Cerré tras de mí y miré el desastre de habitación que tenía. Dejé la ropa sobre la cama y llamé a Beomgyu, pulsé el altavoz y comencé recogiendo la ropa del suelo.

—¿Qué quieres viejo?

—Hijo puta—siempre molestándome llamándome viejo, era un año mayor, debería tenerme más respeto—Respétame.

Doblé la ropa limpia sobre la cama y seguí organizando mis botas.

—Sigue soñando, ¿Necesitas algo?

Necesitaba alcohol, un par de cigarros y a lo mejor un lío de noche; porque mi mente no salía de Soohael comiendo ramen y se me antojaba preguntarla si hacía algo...y creo recordar que estaba de exámenes.

—Kai me dijo de comer fuera, ¿Eso te incluye? Porque no quiero escuchar como habla de su novia solo.

Colgué un par de chaquetas y tiré unos papeles a la basura. Abrí un par de cajones escuchando la risa de Beomgyu a través de mi teléfono.

—Eres un cabrón, Yeonjun.

—Piensas lo mismo que yo, no hace falta que me mientas—agarré el celo y me subí de rodillas a mi mesa asegurándome de no caerme por la ventana mientras pegaba unos periódicos con noticias sobre unos videojuegos nuevos realmente prometedores. Me gustaba llenar las paredes de periódicos y como a mi madre se los regalaban cada mañana, yo aprovechaba para informarme de la moda y novedades antes de pegar lo que me interesaba en las paredes.

PARADISE, FULL OF LIES - YEONJUNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora