CAPÍTULO 4.

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El carruaje dió una pequeña sacudida mientras se detenía. El sargento me lanzó una mirada irritada y luego la puerta fue abierta por un guardia real con un uniforme negro y rojo que nos inspeccionó a ambos antes de hablar.

—El rey solicita su presencia en la sala del trono, sargento Odell — dijo con voz apremiante.

Levanté un poco la cortina oscura y miré afuera, la oscuridad había envuelto a la ciudad y las brillantes estrellas teñían el cielo como una alfombra plateada.

Estábamos en una de las calles de la ciudad de Mariehamn, las lámparas altas proyectaban una suave luz dorada a las elegantes mansiones.

—¿Justo ahora? —preguntó con voz molesta el sargento Odell.

Me encogí de hombros en mi lugar cuando su mirada azul cayó de nuevo sobre mí.

—Sí, el rey ha solicitado que vaya inmediatamente a la casa real.

—Mierda, ese maldito Eadred, ¿Qué se supone que quiere ahora? — gruñó.

Lo observé con nerviosismo. No había escuchado a nadie en todo el reino de Loramendi hablar del rey de esa forma, incluso mi padre con todo su odio no se atrevía a hablar de aquella forma del soberano de nuestra nación.

—Bien, llevemos hasta el palacio.

—¿Qué hay de la chica? — preguntó el guardia con una expresión cautelosa en el rostro.

—La chica hará lo que se le ordené, ¿verdad? — preguntó, me moví incómoda en mi lugar y asentí despacio.

—Bien, ahora vámonos, no quiero que el rey se sienta ofendido por mi culpa — dijo con desdén, el guardia dudó un poco, pero al final volvió a cerrar la puerta del carruaje volviéndonos a sumirnos en una suave luz.

Cerré los ojos.

Todo aquello estaba comenzando a volverse una locura.

Solo quería volver a aquel horrible lugar al que llamaba casa y dormir.

Quería ver a Theresa una vez más y saber que estaba bien, decirle que haría todo lo posible por encontrarla.

Las lágrimas se agolparon en mis ojos, respiré hondo y me las tragué, porque lo último que quería era llorar frente a ese hombre que me miraba como si quisiera arrancarme la ropa en cualquier momento.

❁❁❁❁❁❁❁❁❁

El carruaje se detuvo una vez más después de lo que pareció mucho tiempo.

—Vas a quedarte dentro del carruaje, ¿Entendiste? — preguntó el sargento Odell mientras su mano se deslizaba suavemente por mi pierna, me sentí horrorizada.

Asentí despacio.

—Esperemos a ver qué es lo que el rey quiere y después volveré contigo, cariño — dijo, su mano apretó mi muslo y me guiño un ojo, me tragué la repulsión que aquellos gestos me causaron.

Tenía miedo.

La puerta del carruaje se abrió de nuevo y el sargento Odell salió de él mientras alisaba su chaqueta azul con las manos.

Me quedé sola.

Las lágrimas cayeron en ese momento de mis ojos, no sabía qué hacer o qué pasaría con Theresa, mi madre y conmigo.

Las lágrimas no iban a ayudar en nada, sin embargo, era lo único que parecía ser mío ahora.

Limpié mi rostro con el dorso de mis manos y respiré hondo varias veces hasta que logré calmarme un poco. No podía romperme ahora cuando lo más importante era pensar en una forma de poder huir de ahí y de ese hombre, el cual ahora me creía de su propiedad.

LA REPOSTERA & EL REY [LIBRO #1] [TERMINADO ✔️] EDITANDO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora